domingo, 7 de junio de 2020

Diario del coronavirus 174

Mañana de domingo. Café y lectura.
Impresionante el diario de Santiago Moreno, jefe de servicio de Enfermedades Infecciosas del Ramón y Cajal de Madrid, publicado ayer por el diario El País. Ha estado al borde de la muerte por el Covid 19 cuando los pacientes morían por desconocer un tratamiento eficaz.
Su relato trae a la mente las imágenes de aglomeraciones de personas que hemos visto en terrazas o calles en cuanto se pudo salir en parte del confinamiento. Luego las noticias de fiestas clandestinas, bares ilegales, o macro botellones en un recinto ferial, sin olvidar las caceroladas. Cuesta entender todo esto, cuando muchos de los que participan en esas transgresiones de las normas de distanciamiento y para evitar aglomeraciones, son los mismos que gritan en contra del número de fallecidos en la pandemia, como si la culpa fuese siempre de otro y nunca suya.
Tenemos poca memoria para lo que no nos interesa recordar, y recordamos hechos prehistóricos si con ellos podemos reprochar algo al otro. Siempre con las quejas a posteriori. La policía acaba siendo indulgente con lo que debería ser inflexible y lo contrario. Puede que a si todos estos transgresores les impusiesen trabajos sociales en hospitales y centros de mayores, cambiasen rápidamente esa percepción de invulnerabilidad que parecen poseer.
Ahora que se empieza a hablar de reconstrucción, escuchamos por todos los lugares que se debe reforzar la atención primaria. Llevan razón porque la promoción de la salud y la prevención nunca debieron ser ´relegadas para priorizar la respuesta a la presión asistencia. El trabajo conjunto con los servicios sociales y con el sistema educativo, debe ser la vía para evitar muchas de esas conductas que hoy nos exasperan por imprudentes. Urge revertir eso. 
Pero para hacerlo se requiere de nuevos profesionales, y no bastará con solo cubrir las plazas que llevan años sin cubrirse. Por no hablar de la necesidad de mejorar la complementariedad de primaria y hospitalaria. Hay poco que escribir, porque la mayoría de esas ideas se recogen en el Marco estratégico para la Atención Primaria y Comunitaria 2019 del BOE del 7 de mayo de ese año. Es hora de que se cumpla esa estrategia y no se quede en papel mojado.

Se quiera o no admitir, hay políticos y gestores que han hundido el sistema. Ha existido un maltrato a los profesionales que no se olvidan con los aplausos de las ocho desde los balcones ni con un premio Princesa de Asturias. Están bien los aplausos y los premios pero solo si son el primer pasó para dignificar nuestras condiciones de trabajo.
Además de reconocimientos, lo que necesitamos con urgencia, es disponer de medios para poder ejercer nuestro trabajo en condiciones de seguridad. Siguen faltando EPIs, escasean las mascarillas lo que obliga a usar una mascarilla por turno y profesional cuando se nos dice que solo son aptas por cuatro horas, cuando no son defectuosas de fabricación. Acudir a un servicio de urgencias no debe alarmar al paciente que lo precisa, porque él es la prioridad. Pero los sanitarios que le atienden saben de las carencias que siguen existiendo.
Hay una parte de la administración sanitaria que también parece que empieza a olvidar lo sufrido por quienes estábamos en primera línea. La inercia no es solo no actuar, sino no controlar los efectos de lo hecho. La administración sanitaria es la menos indicada para culpabilizar a los desaprensivos, si ella no actúa con eficacia y eficiencia.
Buen día a todas y todos los asiduos de este muro.

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