martes, 2 de junio de 2020

Diario del coronavirus 157

Empieza junio.
Hoy me levante, con la sensación de que los verdaderos poderes existentes en el Estado, nos toman por gilipollas al conjunto de los ciudadanos.
¿Quien gobierna?
A ninguno se nos escapa que, gobierne quien gobierne, hay sectores de poder dispuestos a frenar cualquier intento de cambio que suponga una merma en sus intereses y privilegios. Eso se ve favorecido por el inmovilismo de determinadas parte del Estado. Instaladas en el Poder Judicial, las Fuerzas Armadas, las Fuerzas de Seguridad y en otras partes de la sociedad, que sin ser propiamente parte del Estado, si ejercen un verdadero pode. Básicamente son empresas propietarias de medios de comunicación y poseedores del dinero (la banca y sus aledaños). Su telaraña consigue, que mover un gramo en este país, precise gastar la energía, que en otros países movilizarían toneladas.
Pruebas de eso son, que antes de un mes de tomar posesión ya estaba recibiendo una oposición feroz, que este gobierno no ha podido hacer un presupuesto propio, que se mantiene vigente una norma laboral del anterior gobierno, que no hay manera de renovar muchos órganos del estado, o que incluso el relevo de algunos cargos de libre designación, se convierte en un motivo para encontrarse una oposición cerril. El gobierno es legítimo, ha alcanzado el poder por la vía democrática, pero el involucionismo ejerce su contrapeso. Maestros en colocar palos en cualquiera de las ruedas que el gobierno intenta hacer girar, que siempre están ahí, pero que continúan ocultos detrás del telón, mientras sus peones les realizan el trabajo encomendado. Y si no hay motivo para los truenos, se los inventan, y les llaman bolivarismo, Venezuela, o social comunismo.
Hace unos días, desde el PP, su Secretario general ha invitado a la insumisión de la Guardia Civil. A finales de abril, lo hacia una diputada del PP en el parlamento de La Rioja, invitando a dar un golpe militar contra el gobierno. Si esa es la derecha moderada, no es necesario comentar lo que se piensa en las filas de la ultraderecha, o basta ver sus comentarios en redes sociales, y escuchar las intervenciones de sus líderes. Buscan la provocación, y el error del gobierno ocurre cuando les entra al trapo.
Luego está una parte del sistema judicial, menos mal que no todo. Vimos como el caso Master de Casado se archivo, por la misma jueza que ahora intenta demostrar que la manifestación del 8 M fue la etiología indiscutible de la pandemia que sufrimos. Todo eso con el silencio permisivo de una cúpula del Consejo General del Poder Judicial, que con una mayoría absoluta del PP que no le han dado las urnas, permanece intocable sabedora de su imposible renovación por el propio sistema de sus nombramientos que la impide. Desde ese Consejo, pese a lo crispado del ambiente crispado, se guarda silencio a la vez que se permite los nombramientos en puestos de responsabilidad judicial de quien a ellos les parece conveniente.
Junto a lo anterior, hemos visto la pasividad de los mandos policiales, ante las manifestaciones del barrio de Salamanca, que vulneraban las medidas sin imponer sanciones a quienes lo hacían, ni practicar ninguna detención. Pero eso es solo polvo, ante el lodazal de un informe de la Guardia Civil, que no concluye sobre hechos, sino que siendo los hechos los que son, sobre ellos se emiten conclusiones políticas.
Todo es la demostración y el resultado de la fuerza ejercida desde unos poderes económicos gigantescos, por grupos de presión todo poderosos, ambos no están por defender el bien general, sino preocupados por seguir barriendo para sí mismos. La derecha española vive en el convencimiento de que el poder del Estado es suyo. Si atisba el más mínimo riesgo de su pérdida, activa todos los resortes a su alcance, que son muchos, y aunque para evitarlo deba desprestigiar a las instituciones, no le duele hacerlo, que “ya lo arreglaremos nosotros”.
El hecho de votar en estas circunstancias, se convierte en un rito para contentarnos y convencernos de que nuestra opinión cuenta. Pero cuando el poder no está en manos de quien los ciudadanos decidimos, nos damos cuenta de que se nos toma formalmente el pelo, y que gobierne quien gobierne, hay quienes siguen haciendo lo que les da la gana. La transición española ha podido ser modélica, pero no puede decirse que se ha completado.
Una transición cuando es real, supone una evolución que acaba en la ruptura pacifica y consensuada con el pasado. Eso en España no se ha producido, y a los hechos me remito.¿hasta cuándo?
Comenzamos el primer lunes de junio. Sufrimos pandemias de diverso origen y consecuencias.

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