Prácticamente desde el importante estudio prospectivo sobre Diabetes, realizado en el Reino Unido, y conocido por sus siglas en inglés como estudio UKPDS, sabemos que antes de la aparición de la Diabetes, tenemos unos años en los que es posible intentar prevenir su aparición. También conocemos que una vez transcurridos diez años, en los que el sujeto ha presentado indicadores que nos indican que puede estar en una situación de pre-diabetes, la mitad de etas personas van a acabar desarrollando la enfermedad. Esto concede una especial importancia a su prevención, lo que puede realizarse con cambios en nuestro estilo de vida, tanto en lo referente a la alimentación como a la realización de ejercicio, y mucho más eficaz es la prevención combinando ambos aspectos.
El dato de que el número de personal adultas con DM2 se ha triplicado en los últimos veinte años, convierte en imprescindible, realizar una llamada de atención tanto al personal sanitario como a la población en general, para que no nos centremos solo en el uso de los nuevos fármacos antidiabéticos (muchos y muy eficaces) sino concentrar gran parte de nuestro esfuerzo en la prevención y en el diagnostico precoz de la enfermedad.
Para que esa prevención sea eficaz es imprescindible conocer los factores de riesgo de la enfermedad, fundamentalmente la edad y los antecedentes familiares., y sin olvidar la interacción existente entre genes, medio ambiente, y comportamiento. Pero también los llamados marcadores de riesgo como son: exceso de peso, obesidad abdominal, sedentarismo, tabaquismo, dieta no saludable, sueño, estrés o el microbiota intestinal (conjunto de microorganismos vivos que alberga el tubo digestivo humano y que se ha adaptado a vivir en la superficie del intestino). Pero ese conocimiento resulta poco eficiente si la prevención no forma parte de una política sanitaria, que rebasa lo meramente sanitario para acercarse a lo cultural, las tradiciones y lo educacional y
Y existen datos de estudios que confirman los buenos resultados de la anterior afirmación. Como ejemplo más destacado está el estudio DPP (Diabetes Prevention Program), en el que se demostró que era posible reducir hasta en un 58% la incidencia de Diabetes Mellitus Tipo 2 (DM2) mediante con cambios saludables en el estilo de vida, y con mucho mejores resultados que utilizando el fármaco de elección para el inicio del tratamiento de la DM2 que es la metformina. En esa misma línea apunta el resultado de un metanálisis (un conjunto de herramientas estadísticas, que son útiles para sintetizar los datos de una colección de estudios) realizado en 2017 y publicado en British Medical Journal, (BMJ) que es una revista médica publicada semanalmente en el Reino Unido por la Asociación Médica Británica, que indicaba una reducción del 31% de incidencia de DM 2 realizando cambios en el estilo de vida.
Aprovechemos que hoy la historia natural de la diabetes es bien conocida y disponemos de métodos eficaces para identificar a los individuos de alto riesgo. A los profesionales nos corresponde huir de la inercia al actuar, y considerar que un hallazgo de glucemia elevada no puede considerarse algo casual o banal, y se debe comprobar si ese dato es una cifra de alerta que requiere una confirmación posterior. A los individuos nos corresponde asumir, que el cuidado de la salud es tarea nuestra, que en ella que contamos con la colaboración de los profesionales sanitarios, pero que estos no podrán ayudarnos, si antes no decidimos ayudarnos nosotros mismos cuidando nuestro estilo de vida.
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