miércoles, 20 de septiembre de 2017

QUE NO, QUE EL PENSAMIENTO NO PUEDE TOMAR ASIENTO


No es momento de ambigüedades, dependiendo de qué persona encabezará el proyecto. Debe importar el proyecto. Sino, preguntaros ¿cuántas veces este partido se equivocó por fijarnos más en el envoltorio que en el contenido? Varias.

No son tiempos para ser ambiguos para así evitarnos tener que engañar. Ya se engañó en demasía. Si se recorre la hemeroteca, la deducción es que han de pasar muchos años para coser el roto que le han hecho a esta organización las ambiciones e intereses de algunos.

La política, con mayúsculas, no es un juego con reglas que se puedan cambiar a medio partido, a expensas de las cartas que tengamos. No puede ser un juego, en el que ahora dibujo mis líneas rojas (porque me interesa), y mañana las borro porque también me interesa. No puede ser un juego, en el que ahora incorporo al gobierno a los que hace nada demonizaba por los motivos absolutamente contrarios, a con los que ahora justifico su incorporación. No es un juego en el que hoy miento para que mi rival se despeñe, y mañana rebozo de lealtad hacia él, si con esa maniobra consigo la abstención de quienes deberían estar atados al programa que hace poco se comprometieron a cumplir.

Junto a quienes así actúan, están los que tomaron las riendas de este partido, que parecen obstinados en no entender, que mientras estén con poder los mismos, quienes pensaron antes en ellos que en los militantes, lo utilizarán para otra vez mantener sus privilegios, los métodos y las maneras clientelares.
No sirve seguir mareando la perdiz porque ya está cocinada. Un partido que se define de izquierdas, nunca puede ser ni monárquico ni vaticanistas, y mucho menos serlo contra el sentir republicano de la mayoría de sus militantes. Un partido que se define de izquierdas, debe estar siempre preñado de laicismo, y en él está de más, la hipocresía católica del confesor del "perdonados te son tus pecados" para con ello pensar que te ha otorgado bula, para que seguidamente te permitas acuchillar al prójimo (ese al que dices amar), sin la menor vacilación.

No vale ahora la indiferencia justificada en la ambigüedad, para no definirse por un candidato. No sirve justificarse en el "es que el candidato tiene un no sé qué, y un qué sé yo, que yo que sé". Ya basta de sentirse obligado a ser militante en un partido de medias tintas, ese que nos ha arrastrado hasta aquí. O se es, o no se es.


Yo no seré ambiguo. Mi apoyo a José Luís Blanco.

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