domingo, 14 de febrero de 2016

ESPERANZA NO TUVO FE, Y SE FUE POR CARIDAD


Para que te amparen en el PP, has de ser amiga de Mariano, y Esperanza no lo ha sido, incluso en muchas ocasiones se convirtió en una piedra en su zapato. Ella que le ha plantado cara a todo el que se le enfrentaba, exultante de toda la chulería que atesora, ha esperado a que la basura le llegase al cuello para darse cuenta que le costaba respirar, para hacer el simulacro de arrojar la toalla.

Pienso que es solo una postura, porque por sus hechos los conoceréis. En esta ocasión, lo hace al revés que en aquel otro momento en que se vio asediada. Entonces, dejó el cargo público y siguió al frente del partido, mientras que ahora deja el cargo del partido pero sigue con su cargo público. Pero, al igual que ha hecho su jefe (que no su protector) en la cuestión de la investidura ella tampoco dimite. Aguirre se limita a quitarse de en medio, a ver si así no le llegan los tentáculos de los juzgados.

Aguirre ha sido una de las figuras que siempre estuvieron ahí desde el tamayazo. Antes fue concejala, pero estaba aprendiendo, y bien que lo hizo porque doña Esperanza nunca apareció en directo, aunque ya sabemos que en el PP hay cosas que deben hacerse en diferido. Todo funcionaba a pedir de boca de su partido, porque mientras ella concentraba los focos mediáticos en su prepotencia, su partido aprovechaba la crisis para sacar tajada de todo lo que gestionaba por sus manos.

Nadie como ella ha sabido utilizar la herencia recibida, porque con esa excusa se han permitido dejar el país como un solar. Ahora es frecuente ver en las redes sociales a los militantes del PP, sacar los ERE y atribuirle cifras inconmensurables de imputados y millones desaparecidos, pero que en otro partido existan chorizos, no convierte a los suyos en chistorra. Lo cierto es que si se suman las mordidas y todo el dinero vinculado al más de medio centenar de causas que implican al PP o a sus dirigentes, los recortes que se decían necesarios para afrontar la crisis, no hubieran alcanzado ni la mitad de la cuantía con la que se hicieron. La única justificación que ya les queda, es que siete millones de españoles parecen haberse acostumbrado a eso.

Pero si en la Comunidad Valenciana resulta difícil entender como se ha tolerado la corrupción, no le va a la saga la de Madrid. Nadie se explica cómo lo soportaron los valencianos, pero tampoco es comprensible como  los madrileños han podido, seguir vivos en el barrizal de corruptelas y mentiras en el que se ha convertido la vida política en esa Comunidad bajo la tutela de Aguirre. No se puede entender el silencio de miles de funcionarios decentes, de cientos de jueces justos, o de innumerables trabajadores y de empresarios honestos. No puede haber ni comprensión ni disculpa para ellos, pero mucho menos para millones de ciudadanos que podían hablar con su voto. Madrid ha parecido este tiempo una ciudad en silencio, pero que hoy se ha roto, solo porque ella lo ha roto.

¿Para cuándo Rita? ¿Para cuándo Cospedal? ¿Para cuándo Rajoy? ¿Para cuándo la ilegalización de un partido financiado ilegalmente? ¿Hay que esperar que salgan más cosas? Igual tenemos que esperar a que se abra el melón en Castilla y León con el asunto de las energías renovables.


¿Cuánto falta para bingo?

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