sábado, 6 de febrero de 2016

6 de febrero.- A PARTIR DE AHORA, A QUIEN VUELVA A METER LA MANO SE LA CORTO


Los portavoces del partido del Gobierno en funciones, se han pasado toda esta legislatura entremezclando verdades y mentiras, y así han hecho imposible saber cuándo lo que afirmaban es cierto, o nos mienten. Pero donde son maestros del engaño es en los temas de corrupción, y como ejemplos tenemos a Rajoy con mentiras en directo, a Cospedal o Aguirre con mentiras en directo y en diferido. Y no quiero extenderme, pero especial mención merecen Camps, Barberá, Grau, o los desaparecidos en combate Gonzalez Pons y Floriano.
La ultima alfombra levantada en Valencia, les ha forzado a poner en marcha una gestora para dirigir al partido allí. Por eso es bueno recordar que fue allí donde Rajoy fue elevado a las alturas, precisamente por esa dirección regional del PP que ahora ha sido apartada. Lo del PP valenciano, es la demostración de la ceguera crónica del presidente del PP para la corrupción, puesto que no la veía cuando estaba inmerso en ella e incluso le estaba ahogando.
Y la reacción de Rajoy ante el desfile de imputados, es una más de sus ocurrencias. Solo como “ocurrencia” puede calificarse, que reúna a su grupo parlamentario y con luz y taquígrafos les diga “Aquí ya no se pasa ni una”. El subconsciente le había traicionado de nuevo, pero en lugar de demostrar la talla política que se le supone a un ex presidente, ni anuncia que asume sus responsabilidades, y mucho menos, que presenta su dimisión a renglón seguido.
Rajoy que acusa a Sanchez de ceguera por alcanzar el poder, demuestra que para ciego él aferrándose a mantenerlo. La única explicación posible a su obstinación, es que como no dimite la senadora Barberá más cercana a la trama valenciana, no hay razón para que lo haga él, y se cree con el derecho a utilizar a sus subordinados como escudo. Afirmar “Aquí ya no se pasa ni una”, solo puede hacerlo alguien que huele a cadáver político, mientras los miembros de su grupo parlamentario le escuchan y se callan.
El silencio de los parlamentarios del PP es la mejor señal de la debilidad política que azota a todo el partido, porque un partido que dice optar a seguir ejerciendo el gobierno, debería estar sostenido por un grupo político decente, y de serlo, le hubieran puesto las peras a cuarto al hacer esa afirmación. Es la constatación de que la corrupción les tiene atenazados a todos y cada uno de los miembros del grupo político.
Es inevitable tras oír la frase, no preguntarse ¿cuantas habrá dejado pasas hasta ahora? Han tenido que acercar la cuerda a los miembros de la cúpula, para que el PP parezca que reacciona, pero solo ha dicho “hasta aquí hemos llegado”, no confiesa sus pecados ni hace acto de constricción, porque conocen cual es la penitencia. Hasta aquí según el propio Rajoy, no solo las han dejado pasar todas, sino que se han dedicado a ocultarlas a sus propias bases, aun sabiendo que pocos les pedirían cuentas visto su respaldo electoral.
Una vez más ha tenido que ser el subconsciente de Rajoy el único capaz de decir lo que todos imaginábamos pero nadie era capaz de decirnos. No es raro en alguien que ha sido relegado a un segundo lugar en el proceso de investidura, y que vive en tensión por la presión de interminables imputaciones de aquellos de los que se ha declarado amigo, que los quiere, etc. No es extraño que alguien que vive en esa situación sufra este desliz dialéctico, con el que en realidad reconoce que la regeneración política a su partido está aún por llegar.
Para empezar a recuperar el terreno perdido, el PP tendría que plantearse hasta cambiar el nombre del partido, como quieren hacer sus militantes en Valencia avergonzados. Todos, incluso quienes les votan, sabemos que por delitos de mucha menos importancia que los cometidos por sus dirigentes, hay gente encarcelada en nuestro. Han endurecido el código penal para quien comete pequeños hurtos, pero no han querido legislar para ilegalizar al partido político que se financie ilegalmente. Como poco, esa actitud puede calificarse de patética.
Y como si nada de esto ocurriera en su partido, Rajoy le insiste a Sanchez, un día sí y otro también, para que sea sensato y apoye la gran coalición como solución para un nuevo gobierno. Es otra gran paradoja, ver al insensato Rajoy pidiendo al candidato socialista que cometa esa insensatez. Lo mismo es que, decir sensato o insensato, es fruto de un nuevo desliz de esos que acostumbra Rajoy. Por todo esto Rajoy en cualquier país europeo debería irse a su casa, pero hablamos del PP, y no debería extrañar a nadie que en su partido estén convencidos que si se repiten elecciones, sería su mejor candidato.
Todo señala hacia que el problema no es solo Rajoy, sino todo el PP en caída libre por su corrupción intrínseca, pero dejándose las uñas intentando agarrarse a las paredes mientras cae.

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