martes, 12 de enero de 2016

12 de enero.- FRENTE AL CUARTO PODER A TODA VELA

La sensación que desprende hoy la prensa, es que todo lo acontecido en nuestro país los últimos cuatro años, tendrá que acabar pasando por delante del tercer poder del Estado, el judicial. Entre la respuesta a los movimientos del nuevo gobierno catalán, el caso Noos con su Infanta, el juicio por las muertes en el Madrid Arena, o la sentencia de la SGAE, se mueven hoy los titulares de la mayoría de los medios. En pocos meses vendrán la Gurtel, la púnica o los ERE, demostrando que cuando no impera la ley, al tercer poder le corresponde poner los puntos sobre las ies. Cosa distinta es que lo haga con mayor o menor acierto.

Pero antes de llegar al tercer poder, está el cuarto, la prensa. En la prensa no solo se habla de juicios, también habla de la constitución del nuevo Parlamento, y para hacerlo, utiliza las informaciones como instrumento de una gran maniobra al servicio de los intereses económicos, de los propietarios de ese llamado cuarto poder. No sé si todo el mundo tiene mi misma sensación, pero los medios de comunicación se encuentran llenos estos días de noticias y comentarios, que buscan confundirnos a quienes militamos en cualquiera de los partidos que se califican como situados en la izquierda política.

No es algo nuevo, llevan años haciéndolo, pero en el actual momento político, sus actuaciones en esa línea de sesgar la información en favor de los comentaristas, arrecian. Muchos medios potencian a comentaristas que incluso recurren a la provocación, con el único objetivo de alentar divisiones internas entre las fuerzas de izquierda, lo que las convertiría en mucho más vulnerables, si es que aún no lo son suficiente. Son personajes encargados de vencer a cualquier precio, cualquier resistencia existente a esos intereses, Con sus ataques persiguen que las cosas no cambien en favor de los trabajadores, sino de los propietarios de los medios que les pagan.

Una de las estrategias más comunes entre esos mercenarios informativos afines al PP, es dañar la imagen de los máximos responsables de las formaciones de izquierda ante sus propios militantes. No se limitan a criticar sus opiniones o a sus actuaciones, sino que realizan verdaderos ataques en lo personal, tal y como hicieron con éxito con el anterior presidente del gobierno.

Una de sus maniobras es extender la idea de que la corrupción afecta a todos, para que la corrupción de sus corruptos sea menos llamativa. Es la nueva versión del tradicional, “mal de muchos, consuelo de tontos” pero llevado a la práctica con la particularidad de que los tontos, que deberían consolarse, son en realidad los listos que nos toman por tontos a los demás. Un todo vale, que llega hasta la difamación en ocasiones.

Todo es parte de una campaña de mensajes interesados, con el objetivo último de evitar que la izquierda se organice, que hable entre ella, que sea capaz de recapacitar sobre cuál debe ser su papel en estos momentos de nuestra historia, posiblemente los de mayor vértigo para quienes no acostumbran a vivir a diario las vicisitudes de la política.

Si se desea hacerle frente, se debe priorizar la mejora de la organización interna de los partidos progresistas, los mecanismos de la democracia participativa, y poner en marcha mecanismos que agilicen su forma de actuar y de respuesta. Si no se afronta esta realidad, cada día que transcurre desde el 20 D, está haciendo a la izquierda más débil, incapaz de responder con una sola voz a esa avalancha de informaciones manipuladas.

Por eso, debería comprender que parece llegado el momento de reducir todas sus alternativas a dos únicas salidas: intentar articular una posible alternativa al PP para cambiar el escenario de los últimos cuatro años; o, ante el riesgo de que esa confluencia no se produzca, comenzar a prepararnos por si de nuevo volvemos a las urnas.

El PP ya lo está haciendo a través de sus medios afines, y si seguimos como hasta ahora, les estamos dando ventaja ya desde la línea de salida.

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