Entre noticias de más casos de esa lacra que
llamamos violencia machista, el escándalo de los aeropuertos griegos ya
germanizados, las vacaciones de Carmena, la aprobación alemana del rescate a
Grecia, ha aparecido un asunto no por esperable menos curioso. Me refiero a la negativa del PP a que la presidenta del
Consejo de Transparencia y Buen Gobierno comparezca para explicar los
presupuestos del Consejo.
En un país acostumbrado a enterarse de todo gracias
a la investigación periodística, se atisbó una lucecita esperanzadora de mejoría democrática, con la aprobación de La Ley 19/2013, de 9 de diciembre, de
Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno, que puso en
marcha el Consejo de ese nombre. Ahora, tras costarnos el Consejo en 2015 más
de dos millones y medio de euros, ningún
gesto mejor de compromiso con la transparencia y el buen gobierno, que ver a su
presidenta explicar ese gasto y su propuesta de incrementarlo en medio
millón en los Presupuestos 2016.
La noticia es que el PP ha decidido que mientras ellos gobiernen, de eso nada. No sirve
recordarles, que en su creación, Soraya (la segunda de Rajoy), nos dijo que para el PP la transparencia en la
gestión de lo público era clave “para preservar
el interés de todos y prevenir el abuso de algunos”. Como tantas otras afirmaciones
de este gobierno, esta también se les ha olvidado, y ha resultado ser un
brindis al sol. Con esta negativa, el PP ha construido el oxímoron, “transparencia opaca”, y nos demuestra su espíritu
innovador a la hora de gobernar.
Los ciudadanos debemos preguntarnos que si ni las cuentas el propio Consejo de la
Transparencia son transparentes, ¿qué
transparencia garantiza este Consejo para con el resto de la gestión pública? ¿Para
qué se gastó tiempo y dinero público en
hacer esta ley si ahora prima la opacidad? Una vez más nos han tomado a los
ciudadanos como los tontos “pagafantas”, porque no habrá ninguna transparencia mientras el PP nade en la corrupción,
y demuestra al actuar así, que esta ley la hicieron para aplicársela a los demás
pero no a ellos mismos.
La
justificación que han dado para su negativa de comparecencia, es que la partida carece de relevancia en el conjunto del
presupuesto. Dicho de otra manera, que este
gobierno permite la chapuza si su cuantía es pequeña. Esa es la manera de
entender la democracia del PP, la del ninguneo y el desprecio a los ciudadanos,
en un ejercicio de surrealismo democrático. Aunque hay que reconocerles que son buenos en lo suyo, al ver la facilidad con la
que ejecutan semejantes maniobras y contemplar como nosotros los ciudadanos seguimos sin inmutarnos.
Pero no hay que preocuparse si no comparece,
porque tampoco serviría para nada. Si lo
necesita acudiría y mentiría, y si les pillamos usarían su mayoría absoluta, para
rechazar todo lo que les incomode. Aunque la no comparecencia, de quien dice muy poco es de
la presidenta del Consejo. Que la
garante de la transparencia en la gestión pública tenga que esperar a la autorización del PP para comparecer, demuestra
a todas luces que su persona no es
garantía de nada. Si una persona cree
en la transparencia, jamás se opondría a dar explicaciones, y debería dimitir porque está admitiendo ser
una marioneta “bien pagá”, agradecida con el gobierno que la nombró, pero no
con el pueblo que le paga.
De estas situaciones deberían tomar buena nota Pedro Sanchez y los demás
aspirantes a presidir el gobierno, para anular toda posibilidad de veto a una petición de comparecencia. Si
no lo hacen, significará que esta democracia sigue sin funcionar, y la transparencia no será Francisca, será OPACA, aunque cambien sus gobernantes.
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