En unos
meses, este 2014, tendremos Elecciones europeas. Se abre el espacio para que la
gente decente, esa que no quiere estar por encima de nadie, se de una
oportunidad para el reencuentro dentro e la izquierda española. Es el momento
de la gente decente que solo quiere tener una vida decente, y la oportunidad
para salir del modelo al que nos está llevando el neoliberalismo que los
poderes económicos imponen, a través de sus mejores armas de destrucción masiva
que son en lo que se han convertido los distintos gobiernos de derechas de la
vieja Europa.
En España, el trabajo que ha costado (treinta y cinco años desde la Constitución) poner en marcha el contrato social que nos permitió reconstruirnos como país al salir del franquismo, en solo dos años, el PP ha conseguido cambiarlo. En otros países europeos, ha ocurrido algo similar. Los ciudadanos lo vemos, pero asistimos impotentes y resignados a ese destrozo, destrozo que se ha convertido en una rutina, rutina que es el mayor enemigo de cualquier reacción ciudadana, a la que, en nuestro caso, el gobierno del PP suma su capacidad de coacción con su mayoría absoluta convertida en patente de corso para hacer lo que le plazca.
Pero si se mira fríamente, esa mayoría la obtiene con un programa
electoral que no cumple, actúa rompiendo todo lo conseguido en los años de
democracia, y subyugándonos con recortes de derechos y represión policial. ¿Por
qué no hay una contestación ciudadana a este agravio? Parece que la respuesta
solo puede ser una: nos conformamos con las migajas que nos den, por temor a
que ni siquiera permitan que nos caigan sus migajas.
Sin embargo, algunos hechos (como la revuelta ciudadana en Burgos estos
días), parecen una señal de que decir ¡basta ya!, cada día gana más espacio. Si aquello de que el pueblo unido no puede ser
vencido, es uno de los principios de la izquierda, nuestra respuesta a estas
agresiones no puede ser dada desde una izquierda dispersa. Unidos si somos temibles
y temidos, divididos, somos la garantía de que esta derecha gobernante nos
ahorcará por separado a cada uno de nosotros.
No nos engañemos porque les veamos subidos de tono. Siempre ha existido
un temor de la derecha a la unidad de la izquierda. Y es un temor real, de no
ser así, no habrían llevado al Parlamento la modificación de la Ley de
Seguridad que hace que una protesta pase a ser delito por ley, u otras
modificaciones legales buscando que se pueda calificar de terrorista a
cualquiera que grite más alto de la cuenta. Y como culminación de su maniobra, unos medios
de información parciales, proyectando la nueva dialéctica de la realidad: no
somos pobres, sino carentes de recursos para actividades ociosas; no emigran
nuestros jóvenes, sino que van a la aventura; y otras muchas lindezas similares.
Todos nos preguntamos, como es que ante la mayor crisis de nuestro
pasado reciente, y los mayores ataques a los derechos ciudadanos, no existe una
respuesta política potente desde la izquierda. Cada vez resulta más cuestionable
si la Conferencia Política del PSOE ha servido para algo, o si la actitud de IU
es algo más que retórica y burocracia dentro del mismo sistema al que dice
querer cambiar, o si la izquierda nacionalista es más nacionalista que
izquierda, con lo que deja de ser izquierda. La izquierda no puede pedir a los
ciudadanos que cambien de actitud ante estos abusos, si ella no cambia
previamente no solo de actitud, sino desde dentro de sus estructuras.
No es hora de las demandas de siempre, sino de las de una nueva forma
de ver nuestra sociedad. No es hora de verdades absolutas ni de intransigencias
dentro de la izquierda. Si es hora de acabar con la corrupción, de respetar la
naturaleza cuando se hagan planteamientos de crecimiento económico, y de poner
a la economía al servicio del ciudadano, y no a este al servicio de aquella. Es
hora de buscar la unidad de la izquierda
En ese
escenario, las próximas elecciones al Parlamento Europeo se convierten en una
oportunidad para intentar esa unidad de la izquierda. Ojala sus dirigentes
quieran verla como una oportunidad para toda la izquierda, y no solo para su
parcela de poder correspondiente. Los ciudadanos progresistas estamos a la
espera de ver como mueven sus fichas.
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