Hay cosas que no admiten mucha discusión, según los expertos. Una de ellas es que el cambio de protocolo de Madrid que estipuló dejar de hacer PCR a contactos estrechos de positivos, para pasar a simplemente prescribirles cuarentena, es una mala noticia.
Que enfermedad mortal es el patrioterismo mal entendido. Solo eso nos explicaría, que haya gente empeñada en mantener un Madrid de corrupción, y sin servicios públicos eficaces.
Esa forma de entender la gestión de una Comunidad, es el neoliberalismo en su versión más cruel y despiadada. Quienes defienden ese modelo, son aquellos que ayer consideraban nefastas décadas de socialismo andaluz para esa Comunidad, y hoy parecen no ver así de negativo los 25 años de PP madrileño para la suya. Ayuso sólo es el último ejemplo, de una cadena de desatinos que han ido machacando lo público en Madrid. Esperanza Aguirre, Ignacio González, Cifuentes y sus cremas, el ya tránsfuga Garrido, y ahora ella son los ejecutores. A cual mejor. Como para presumir. Un modelo, que da más valor a las banderas en los balcones, a las caceroladas o a los privilegios, que a la salud de los ciudadanos; a no pagar impuestos y presumir de ello, que a tener unos servicios públicos bien dotados, y capaces de atender a todos con calidad y equidad; que ponen en valor las marchas militares, los crespones negros, los bolsos de Louis Vuitton, sus palos de golf, y mientras desprecian lo público.
Es el patrioterismo de hojalata. El que ve los impuestos como una horterada reservada a las clases medias y bajas; ese que cree que la libertad sólo existe en Madrid y que el coronavirus es un invento, porque se lo ha dicho el del bar de la esquina.
Pero en Madrid, la Covid también mata, por mucho que lo único que importe sea defender un modelo político.
Buenos días y buen domingo.
Y un comentario que no es mio>
El PP se alió con los países frugales de la UE que ponían dificultades y condiciones a España para recibir los fondos europeos tan necesarios para afrontar la pandemia. Del mismo modo, vinculado a lo anterior, su objetivo ahora es evitar la aprobación de unos Presupuestos que terminarán de consolidar la permanencia del Gobierno de coalición, dotándolo de mayor capacidad para aprobar medidas que potencien el sistema de protección social.
Las derechas siempre han sido ruidosas cuando el poder ejecutivo no ha estado en sus manos. Llevan décadas reduciendo el nivel del debate público, lanzando premisas con el objetivo de que miremos el dedo y no la luna, condenándonos a posponer una y otra vez conversaciones colectivas esenciales. Ahora toca el "secuestran Madrid" o el caso Dina, con mucho discurso enrevesado y contradictorio para señalar al vicepresidente Pablo Iglesias, perjudicado por el espionaje de las cloacas, mientras el PP está pendiente de varias causas judiciales sobre delitos muy serios con pruebas sólidas.
Con tal de desviar el foco que los hechos colocan sobre ellos y con el objetivo de obstaculizar políticas más sociales, los integrantes de esas derechas lanzan el mensaje del "y tú también" o el "y tú más", para provocar una desafección social que, con la ayuda de muchos medios de comunicación, lleve a la población a concluir que todas las personas que se dedican a la política están al mismo nivel: "Todos viven del cuento, todos son corruptos, solo miran por lo suyo". Y cala, incluso entre algunos sectores de trabajadores que necesitan más que nadie una mejora, aunque sea pequeña, aunque sea solo un primer paso, porque todo suma, porque hay que soñar y pelear por un cambio contundente, pero en el mientras tanto no es lo mismo diez que cero, tener una ayuda social que no tenerla.
Olga Rodríguez
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