La noticia del cese de una
delegada en Albacete, que no por sorprendente, me ha resultado inesperada, me
ha recordado una publicación de la columna de Arturo Pérez-Reverte en
XLSemanal, columnas encabezadas por el título Patente de corso. En septiembre
de 2013 publicó una titulada Conmigo, o contra mí. Os transcribo a continuación
sus párrafos primero y último. Así yo no digo nada.
"Un lector me preguntó
el otro día por mi escepticismo político: mi falta de fe en el futuro y mi
despego de esta casta parásita que nos gobierna, sólo comparable a la
desconfianza que siento hacia nosotros los gobernados: sin víctimas fáciles no
hay verdugos impunes. Siempre sostuve, porque así me lo dijeron de niño, que
los únicos antídotos contra la estupidez y la barbarie son la educación y la
cultura. Que, incluso con urnas, nunca hay democracia sin votantes cultos y
lúcidos. Y que los pueblos analfabetos nunca serán libres, pues su ignorancia y
su abulia política los convierten en borregos propicios a cualquier esquilador
astuto, a cualquier lobo hambriento, a cualquier manipulador malvado. También
en torpes animales peligrosos para sí mismos. En lamentables suicidas
sociales."
"Me pregunto muchas
veces de dónde viene esa vileza, esa ansia de ver al adversario no vencido o
convencido, sino exterminado. La falta de cultura no basta para explicarlo,
pues otros pueblos tan incultos y maleducados como nosotros se respetan a sí
mismos. Quizá esa Historia que casi nadie enseña en los colegios pueda
explicarlo: ocho siglos de moros y cristianos, el peso de la Inquisición con
sus delaciones y envidias, la infame calidad moral de reyes y gobernantes. Pero
no estoy seguro. Esa saña que lo mismo se manifiesta en una discusión política
que entre cuñados y hermanos en una cena de Navidad es tan española, tan
nuestra, que me pregunto quién nos metió en la sangre su cochina simiente.
Desde ese punto de vista, el español es por naturaleza un perfecto hijo de
puta. Por eso necesitamos tanto lo que no tenemos: gobernantes lúcidos, sabios
sin complejos que hablen a los españoles mirándonos a los ojos, sin mentir
sobre nuestra naturaleza y asumiendo el coste político que eso significa.
Dispuestos a decir: «Preparemos al niño español para que se defienda de sí
mismo. Eduquémoslo para que conviva con el hijo de puta que siglos de reyes,
obispos, mediocridad, envidia, corrupción, violencia, injusticia, le metieron
dentro». "
A veces se desconoce a gente
a la que se creía conocer. Pero de todo se aprende, porque no sabía lo fuerte
que soy, hasta que he podido disfrazar de sonrisas, las lágrimas que me
brotaban de la rabia.
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