jueves, 23 de noviembre de 2017

CRUELDAD


Confundieron los sanfermines con una de esas guerras donde las violaciones múltiples suelen ser incluso permitidas y nunca juzgadas. Se equivocaron, porque estaban en una ciudad que respondió contundentemente contra la violación. Tampoco eligieron buen nombre para el grupo, porque denominarse “MANADA” es ofensivo para los animales que viven y forman manadas, y los animales tienen una nobleza de la que estos malnacidos carecen.
La encerrona mediática que está sufriendo la víctima es vergonzante. No soy jurista, pero no me parece de recibo que un sistema judicial admita como prueba el seguimiento realizado a la víctima por un detective a sueldo de uno de sus presuntos violadores. Es una vergüenza la sensación de indefensión de la víctima que eso transmite, y el mensaje que supone. ¿Qué es lo que debería haber hecho la chica? ¿Suicidarse? ¿Entrar en un convento de clausura? ¿Castrar a los cinco violadores?
No parece importante, que los integrantes de esa manada, se dedicaran a vanagloriarse de su gran gesta en las redes con los amigotes. No parece importante, conocer los nombres de los colegas que conocieron su hazaña, le rieron la gracia, y callaron sin denunciar. No parece importante, si antes protagonizaron un episodio similar en Pozoblanco, lo que les convertiría en reincidentes. Lo que importa es ver que la agredida incluso sale de su casa, lo que demuestra, que no sería para tanto shock, si era capaz de pasarlo bien con otros jóvenes, en lugar de dedicarse el resto de sus días a llorar por las esquinas.

A ver si esto no es hacer que el presunto culpable tenga “presunción de inocencia” y la victima tenga “presunción de culpabilidad”. Esta situación nos cuestiona como sociedad. Se está permitiendo ejercer la crueldad.

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