Pocas cosas, o ninguna, harán que las víctimas directas e indirectas de la barbarie de ayer, tengan capacidad para asimilar lo ocurrido y aprender a vivir con ello el resto de sus vidas. Vivo lejos del lugar de los hechos, pero ayer noche, sentía como si una ciudad viva en la que me encanta caminar cuando voy, se hubiese parado por el golpe helado del fanatismo.
Pero es hoy viernes, cuando creo que la impotencia nos ahoga más y se nos revuelven las vísceras. Por eso creo que también es hoy, cuando resulta más importante que nunca, estar al lado de todas las víctimas inocentes que hay cada día. Aunque nos duelan mucho más las de Barcelona que las de cualquier otro lugar del planeta. Porque aunque todas ocupen los noticiarios, aquellas nos parecen ajenas. El terrorismo, es una parte urente de la humanidad, un signo del momento que nos ha tocado vivir, el error de quien se adentró en un sendero que parece sin retorno. Pero es un problema de todos no solo de las víctimas.
Solo recurriendo a la reflexión, a la inteligencia, con valentía y sin dejarse amedrentar ni coaccionar, con la paciencia de Job, con la justicia por principio, y pensando que todos los pueblos del planeta tienen los mismos derechos, seremos capaces de frenar esta locura. Avanzar en la lucha contra el terrorismo, es poner ante la justicia a los terroristas para juzgarles. Pero también lo es acabar con las políticas de expolio y dominación que hoy imperan, y o se va por ese camino pronto, o cada día que pase será más difícil transitar hacia su erradicación.
La humanidad no puede continuar dominada por la absurda dicotomía de “o mercados, o precariedad”, que es el alimento de la galopante xenofobia con su jinete el racismo. Nada es casual, ni una coincidencia que la inestabilidad política, las migraciones de refugiados y las hambrunas coexistan todas a la vez en el planeta. Solo intentando analizar sus causas, se puede llegar a entender -nunca a comprender ni a permitir-, el porqué de la radicalización de determinados sectores de otras sociedades. Es una vergüenza, que mientras vemos que no ha terminado un conflicto, ya se ha iniciado otro, y que miremos hacia otro lado.
Hoy es un viernes duro y triste, pero que no puede hacernos olvidar que todas las víctimas son consecuencia de la sinrazón, que nos hace imposible entender que le pasa a los ciudadanos de un mundo hoy podrido. Todo tiene su causa, su efecto, y resulta rentable para alguien.
Pero los asesinos no nos pueden parar, y aunque hoy duela mucho, se debe seguir adelante.
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