jueves, 3 de marzo de 2016

Y AHORA, CUARENTA Y OCHO HORAS DE SILENCIOS

 Aunque el silencio lo ha roto la voz de Carmena llamando a hacer examen de conciencia en Podemos, nada parece moverse hoy y tampoco lo hará mañana hasta que termine la votación. Luego será fin de semana y ya a partir del lunes, será cuando veremos cómo los jugadores mueven sus fichas. Lo que parece poco discutible es que si continúa la pelea de ayer, los unos por el espacio de la izquierda, los otros por el de la derecha, y todos sin quitarle el ojo al espacio del centro, nos veremos votando de nuevo.

Si uno se pregunta que puede cambiar ese sino, hay que revisar que ha sido lo que ha hecho mover ficha a los protagonistas en anteriores ocasiones. La respuesta está en las encuestas, que si cuando aparezcan, muestran la presencia de cansancio y hastío entre el electorado por no alcanzar un acuerdo, es seguro que a alguno le temblaran las piernas y empezara a decir que el acuerdo es posible todavía. Si eso no ocurre, el final es conocido.

La situación de las formaciones políticas es muy difícil, pero la de los ciudadanos viviendo con incertidumbre no lo es menos. Todos tienen derecho a posicionarse políticamente, pero deberían saber que los tiempos no están para demostraciones de habilidad parlamentaria sino para soluciones. Todos sabemos que no existe posibilidad de Gobierno PSOE-Podemos sin el apoyo de una o varias formaciones de la derecha, o Ciudadanos, o PNV, o Democracia y Llibertad, aunque el Comité Federal haya vetado a Sánchez intentar su apoyo o su abstención. Quienes hicieron ese veto, van a verse en la necesidad de escoger si lo mantienen u optan por permitir que Sánchez intente formar un gobierno.

No puede entenderse que nadie se rasgue las vestiduras por recibir el apoyo o la abstención de los nacionalistas, cuando no hace tanto tiempo que el PNV ha estado apoyado tanto a la derecha como a la izquierda. Lo ha hecho lo mismo para investir, como para apoyar votaciones en el congreso, y no sería extraño que ahora apoyasen una coalición de izquierdas. Si se quiere un gobierno, quien dibujó esa línea roja debería sacar la goma de borrar que ya se le hace tarde.

Al estratega, al de la gran táctica, al politólogo, ayer le falto tacticismo parlamentario, y no porque mintiera, sino porque a veces la verdad acaba volviéndose contra quien la dice. Cuando uno viaja, los  puentes son más importantes que las casas o los albergues. Para algunos son sagrados, porque en el camino son más útiles que los templos. Para los suyos puede que quedara muy bien, pero para el conjunto de los que dice querer ser su vicepresidente, el tono utilizado ayer por Iglesias en el Congreso no fue el más conveniente para posibilitarlo.

¿Es buena la pluralidad? claro que sí, pero la pluralidad no puede ser sinónimo de ingobernabilidad. Si hacer saltar por los aires las posibilidades de acuerdo, va a perpetuar a la derecha en el gobierno, váyanse por donde ha venido tanto artificiero. Ya se volaron puentes con la designación de la mesa del congreso y con la distribución de los grupos por parte de unos, y luego con la propuesta de un gobierno trasladada al jefe del estado antes que a su destinatario por parte de otros.  Lo de la cal de ayer, pudo ser un calentón, quizás inexperiencia, o una estrategia con premeditación y alevosía para reventar cualquier posibilidad de entendimiento. Es lo mismo cual fue su causa, porque sea una u otra, si fue la gran decepción de quienes esperaban un gobierno diferente. Iglesias debería preguntarse si su ejercicio de adanismo, no complica cualquier futuro pacto de izquierdas. La respuesta es que lo complica, salvo que quisiera complicarlo aún más, que vaya usted a saber.


Sin encuestas, yo digo que todavía es posible evitar la repetición de elecciones, más difícil que ayer, pero aun posible, porque si no lo fuese no estaríamos enfrascados en este debate. A partir del lunes nos disponemos a vivir dos meses que serán trepidantes, hasta para quienes dicen ser solo amantes de la calma. Que hagan cuentas todos y todas, que las matemáticas son una gimnasia del espíritu y una preparación para la filosofía, y nos va a hacer falta mucha filosofía.

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