12 diciembre.- En campaña
No debería sorprendernos ya nada
del lamentable personaje que hemos tenido cuatro años como presidente de gobierno.
Pero cada día consigue hacerlo, ayer con su posicionamiento ante el atentado en
Kabul contra nuestra embajada. De nuevo no han aprendido de su pasado reciente,
y una vez más han intentado sacarle rédito electoral a un hecho tan lamentable
como la muerte de dos españoles. Se le ha debido olvidar como su partido
enmierdó el 11 M, porque hoy solo le ha faltado culpar a ETA del atentado de
Afganistán para retornarnos literalmente al pasado.
En cuatro años nos han demostrado
que para ellos mentir es una costumbre, pero mucho más lo es en campaña. No les
importa manipular cualquier noticia si con ello al final logran contarla de la
manera que creen que les da más votos. Casi han logrado que nos acostumbremos a
sus versiones manipuladas, y no hace mucho lo hicieron de nuevo con el asunto
del helicóptero desaparecido en Canarias. Mentir les resulta algo tan
cotidiano, que lo hacen hasta cuando no es necesario.
La pregunta que nos devuelve a la
cruda realidad el país que tenemos, es ¿cómo puede resultar tolerable a un 28 %
de españoles esta forma de actuar, para que continúen manifestando su apoyo a
ese partido? Pueden creerse algunas mentiras, pero no son solo sus mentiras
porque a esa forma de entender la política, se la añade la corrupción crónica
en el PP (que ayer mismo volvía a salpicarles por enésima vez con el diputado
por Segovia y el embajador en India), o
con una realidad no sólo estadística sino palpable, como es ver a miles de
familias en la pobreza extrema. Parece no importarles a sus votantes, y hasta
se puede llegar a pensar, que tampoco les importa si algunos mueren o son
desahuciados, mientras no hagan mucho ruido.
Pero la historia es tan tozuda
que cuando no lo esperamos nos devuelve a la cruda realidad. Este gobierno
había conseguido que el problema de Afganistán desapareciese de las portadas de
los medios, como si no existiese esa guerra y no estuviésemos allí, pero por
desgracia el atentado de ayer vuelve a traernos a primera plana la realidad de
ese machacado país. Pero Rajoy está tranquilo porque sabe que en cuanto sean
enterrados los dos policías asesinados, se olvidará el asunto y aún ni estaremos en la jornada de reflexión, con lo que nadie cuestionara si nuestra
política exterior es acertada o sencillamente resulta banal o tiene la importancia
de una castaña pilonga.
Todos los vientos soplan a su
favor, y Mariano seguirá tranquilo. Está convencido de que mientras a la
mayoría de este país nos preocupen más los problemas de los famosos con sus
representantes, o el resultado de nuestro equipo de fútbol este domingo, él
seguirá contando con el voto de muchos que no quieren ver más allá. Hay gente
dispuesta a seguir votando a mentirosos, mafiosos o corruptos sin cuestionarse
si eso les afecta a su día a día. Son los mismos que ni siquiera con cuatro
años más de recortes en sanidad, en educación, a los jubilados, e en las ayudas
a los parados, serán motivos suficientes para que se retiren la venda de los
ojos.
Es muy triste que para mucha
gente esa venda no se la hayan puesto ellos mismos, sino que sea intraocular.
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