martes, 29 de diciembre de 2015

29 de diciembre.- Después del Comité Federal. . DECEPCIONADO


Decepcionado como muchos. Todo parecía discurrir por los cauces que conducían a un acuerdo unánime ayer en el Comité Federal del PSOE. El objetivo era indagar las posibilidades de acuerdo con otras fuerzas para alcanzar un gobierno progresista. Se sabía que habría un veto al referéndum en Cataluña, aunque nadie ha explicado aún por qué ese referéndum necesariamente rompe España, en lugar de cerrar el asunto si su resultado es un no a su independencia.
Pero se alargó el debate con la fecha del próximo Congreso federal. Si en el asunto de las condiciones para un pacto de gobierno si hubo respaldo del Comité, no lo hubo para aplazar el Congreso hasta que la negociación finalice. Ambas decisiones simultáneas son planteamientos contrapuestos: por un lado, admiten que Sanchez intente ser presidente del gobierno pero a la vez no lo dejaran ser ni candidato si no lo consigue y se repiten las elecciones. Pues que nos lo expliquen que no se entiende.
El Secretario General proponía aplazar el congreso hasta conocer los resultados de las conversaciones con las otras formaciones de izquierdas, y así saber si habrá elecciones anticipadas, afirmando que lo lógico sería esperar a que esa duda se despeje para convocar un nuevo Congreso Federal. Pero las federaciones de mayor poder en la organización socialista, con los estatutos en la mano, quieren el congreso en su fecha o de lo contrario forzarían su celebración mediante la recogida de firmas que estatutariamente lo convocaría. Todos en su derecho de actuar según su visión.
El debate ha hecho no valorar que Rajoy ha conseguido que su problema por no poder conformar un gobierno, acabe siendo una responsabilidad de los demás y no suya, pero sobre todo del PSOE. La maniobra del Comité hace, que si Sanchez no logra que Podemos ceda en sus posiciones, a Sanchez le costará no solo no volver a ser candidato en una repetición electoral, sino también perder la secretaria general. Los miembros del Comité no le otorgan ningún valor al hecho de que la premura de las elecciones puede haberle impedido a Sanchez cuajar como nuevo secretario general y formar un equipo sólido. Pero demuestra que sí ha logrado que muchos hayan visto amenazado su estatus personal dentro del partido.
Como siempre suele ocurrir, lo urgente aplaza lo fundamental. El movimiento de Sanchez era previsible, sabiendo que los retrasos congresuales son lo habitual y que los han realizado todas las ejecutivas que han precedido a la actual. A veces, pero no siempre, ese retraso ha implicado que el socialismo haya llegado tarde a dar respuesta a los problemas ciudadanos. Nuestra costumbre es gastar todas las fuerzas en las batallas internas, y ahora vuelve a ocurrir lo mismo. Hacemos urgente ponerle fecha al próximo Congreso Federal, y gastamos en eso las energías, mientras aplazamos lo fundamental, que es recomponer el partido lo antes posible. El PSOE es una fuerza política necesaria para garantizar cierta estabilidad en el país, pero algunos de sus dirigentes parecen más empeñados en hacerlo desaparecer, que en que siga siéndolo.
Sanchez no es un santo ni lo ha hecho perfecto. No se puede negar, que el actual Secretario General debe asumir la responsabilidad d unos resultados electorales que son los peores de la historia, y que hacerlo no puede quedarse solo en palabras. Tampoco se debe negar que no se han hecho las cosas tan bien como se debería en el caso de Madrid donde apenas queda partido, y donde Sanchez decidió unas incorporaciones que no fueron bien recibidas por un sector, y que sirvieron para desplazar en la candidatura a Madina. Aunque en su descargo hay que decir que al igual que Tomás Gomez preparó el final de sus predecesores, Sanchez preparó el de Tomás Gomez y ahora no puede extrañarse de que a él le preparen un final parecido. Pero no parece políticamente el momento más adecuado para plantearse la necesidad de su dimisión inmediata, en esta coyuntura política.
En el paquete a retirar con Sanchez van incluidos sus más próximos, Luena, Hernando, Oscar Lopez y alguno más, cuya labor tampoco ha sido especialmente brillante. Aun siendo así, lo lógico es que ese grupo se resista a su caída, y más sabiendo que el único flotador posible para no ahogarse sería que Sanchez alcanzará la presidencia del gobierno. Por eso, tiene explicación que de la noche a la mañana vean en Podemos a un posible aliado cuando hace una semana era un ogro. Si Sanchez alcanza la presidencia muchos veran abortadas sus ambiciones a corto plazo. Pero el momento más oportuno para exigirles responsabilidades a unos, o para saciar los deseos de otros, no debería ser este.
Frente a Sanchez ayer, se posicionaron las federaciones más potentes con Susana Díaz como cabeza visible, y con los apoyos de todos los que se han sentido desplazados por Sanchez. El argumento declarado para su exigencia son los malos resultados obtenidos por Sanchez, sin plantear que también hay responsabilidad en todas las ejecutivas regionales , provinciales y locales, a quienes no se les exige un congreso inmediato por sus resultados. Lo cierto es que con malos resultados o regulares para las circunstancias en las que se han desarrollado los comicios, ellos ya han decidido que quieren a otra persona al frente de la SG y como cabeza de lista si hay adelanto electoral. Sobre todo exigen controlar la negociación con Podemos, y si Sanchez quiere hacerla solo, pues a congreso.
El espectáculo para los militantes de base no es agradable. Sus sensaciones son muy diferentes a las de los miembros de las direcciones regionales o de la federal. En las redes se ven calificativos como "penoso", al ver a sus responsables políticos anteponiendo sus intereses por delante de los deseos de los militantes. No entienden que en primarias esos dirigentes apoyaran a Sánchez, y ahora que se puede llegar a gobernar, cuestionen su idoneidad. No entienden ese cambio. Hasta se preguntan si hay algún dirigente al que le interese algo más que su poder, o si son conscientes de que ahora el PSOE está entre la espada y la pared y tendrá que encomendarse a que sus votantes antepongan el interés del partido sobre el del país.
La percepción es que la única garantía para que el PSOE no facilite el Gobierno del PP es que Pedro Sánchez siga como Secretario General, y que quienes rechazan un gobierno progresista son los mismos que sno quieren que Sánchez continúe. Muchos manifiestan que estas guerras internas les aburren, que las protagonizan siempre los mismos, que nos hacemos trampas al solitario, que nunca se nos consulta a los militantes en las decisiones importantes como las de ayer sobre posibles pactos o sobre la fecha del congreso. Y lo que parece mucho más grave, que a los ciudadanos se nos utilice en esas luchas internas, porque la dirección carece de un posicionamiento ideológico claro.
Creo y lo reitero a diario, que lo mejor que podrían acordar es incorporar a la militancia en la toma de decisiones, porque parece que lo que esta opina no les importa, con el agravante de que si algo se le consulta se hace bajo el control de las direcciones provinciales o locales. La situación de la militancia es de desmovilización, porque se siente atrapada en una guerra que nada tiene que ver con su ideología, y que ven como está provocando la salida de compañeros y la pérdida de votos sin que ellos puedan hacer nada para impedirlo.
Cada vez son más los que expresan que ellos no importan, que lo que importa en Ferraz es cuanto poder tienen los barones, cuanto se resistirá Sanchez o quien tiene más posibilidades de sucederle, aunque ese debate dañe nuestra posibilidad de aspiraciones electorales de mañana. Pero curiosamente, con este ataque a Sanchez, él está ganando una popularidad que no logró cuando era el líder de la candidatura, quizás por la sensación que transmitía de no tener un rumbo concreto. La sensación que se percibe en las redes es que ahora las bases apoyan abrumadoramente a Sánchez, porque le identifican con su deseo de pactar con Podemos y no les asusta tanto el referéndum, si eso supone lograr la salida de Rajoy.
Entre la militancia socialista, es generalizado el deseo de trabajar en positivo, de buscar acuerdos en asuntos socio-económicos que son compartidos entre la izquierda, pero el mayor deseo, de la inmensa mayoría, es que se aparquen de una vez los problemas internos. Alguien debería darse cuenta de que en las bases, hay más preocupación por la supervivencia el partido, que por la situación personal de ningún cargo, aunque para alguno la salida a esta situación pueda suponerle perder su sitio.

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