martes, 15 de diciembre de 2015

15 de diciembre.- En campaña EL DEBATE DE ANOCHE


Por si no les suponía ya un lastre que sus dos partidos tengan pasado, la escenografía en la que la Academia de la TV instaló a Rajoy y a Sánchez resultaba antigua, pero eran los organizadores y no los protagonistas quienes habían decidido que fuese así. A eso añadirle, el nombre “el debate del bipartidismo” con el que alguien jugo sus bazas apostando porque lo que allí sucediera, era parte de un pasado lejano.

El moderador también con solera, y que en vez de moderar contemporizaba con Rajoy y en varias ocasiones cortó a Sánchez, pero acabó desistiendo aburrido. Hoy muchos comentaristas califican el debate de duro y bronco, como si les sorprendiese y no supieran antes de su inicio, que ni con sotana Rajoy podía tapar todo el lastre que la corrupción de su partido le supone, y menos habiendo comprobado hace una semana que ni Santamaria pudo eludirla.

Rajoy se mostraba nervioso desde el inicio. Sabía que Sánchez no dejaría pasar la oportunidad de sacarle los colores, y como a eso no se atreven en su partido aunque sabe que le sobren los motivos, se mostraba inquieto. Quiso eludir el envite y mostrarse como un tecnócrata, como un gran gestor, y evitar aparecer como el líder político que sabe que no es. Rajoy sabe qué su tiempo político se está acabando. Dio la sensación de que ni se había preparado el debate con la intensidad con la que preparó otros anteriores. Su talón de Aquiles era saber que en cualquier otro país con medios judiciales eficaces, ya se hubiese visto forzado a dimitir y que incluso seria investigado, y que si no renueva su mayoría absoluta, le toca pactar con quien no le quiere, o marcharse.

Muchos piensan que a ese escenario prefabricado Pedro Sánchez no debió acudir. Pero acudió porque todos suponíamos que era una buena oportunidad de explicar su programa. Pero sus asesores optaron por retirarle la careta a un Rajoy incumplidor de sus promesas electorales, maestro de los recortes, liquidador de la caja de las pensiones, presunto cobrador de sobresueldos y líder del partido de la corrupción. Puso a Rajoy contra las cuerdas pero no llego a tumbarlo. Posiblemente debió decirle a Rajoy que si no era cómplice de sus compañeros corruptos, es que no se enteraba de nada de lo que ocurría a su alrededor y eso lo inhabilitaba como presidente, o que con su reforma penal ha amparado a los corruptos, otro motivo para argumentar su dimisión. Pero le llamó indecente, y convirtió al que llamaba ogro, en el cordero atacado por el lobo, y a partir de ese momento crispó el debate porque Rajoy vio una salida para no besar la lona.

El día después, los medios afines al PP tapan sin citar la corrupción, oculta tras el humo del “gravísimo insulto” de Sanchez. Eso sí, se muestran indignados, porque son conscientes de que Rajoy tampoco estuvo a la altura que a ellos les hubiese gustado. Sánchez pudo argumentar con más claridad, y no lo hizo, pero si le dijo a Rajoy lo que una gran parte de los ciudadanos de este país piensan. Pudo ser igual de hiriente con un discurso más pausado, sin entrar de manera directa, pero al no hacerlo deslució un debate en el que de inicio comenzó arrasando.

Tuvo a Rajoy a punto de caramelo en la comparación de los ingresos de ambos como jefes de la oposición, pero debió señalar que el solo cobra del Congreso de los Diputados, como la ley exige, mientras que Rajoy admitió que cobró al menos del Congreso y del partido, lo que supone vulnerarla. No lo clarificó suficiente porque le sobró el ímpetu propio de lo nuevo. Aun así. La opinión mayoritaria es que Sánchez ganó este debate.

Pero hay especial interés en muchos medios, para que del debate solo quede la anécdota de que Sánchez llamó indecente a Rajoy y a la vez que nadie repare en que Rajoy califico de “ruin” a Sanchez. Indecente significa persona falta de decencia o de modestia, indecoroso. Ruin significa vil, bajo y despreciable. Ninguno de los dos términos es insultante, pero si uno lo es, lo es más el de ruin. En cualquier caso, sorprende que indecente sea ultraofensivo, para quienes ven normales otros calificativos vertidos en esta precampaña y campaña, precisamente por quienes ahora dicen no haber roto nunca un plato.

Si uno mira estos cuatro años, verá que son muchas las indecencias que pueden encontrarse en el gobierno de Rajoy. Desde mantener a Mato tras su gestión nefasta gestión del Ébola, o a Morenés sabiendo que tiene acciones de empresas de armamento, o a Soria que viajó al Caribe con los gastos pagados por una empresa del sector turístico, o a Fernandez Díaz en Interior orgulloso de recibir en su despacho de ministro a su compañero Rato, "presunto" estafador, defraudador a Hacienda, y blanqueador de dinero negro robado. Por no remontarnos a Wert, pagándole con dinero público su retiro en París. Si esos hechos no son indecentes, no sé qué es la decencia política.

Muchas de sus políticas también han sido indecentes, como dar cifras falsas engañando a los ciudadanos, mirar para otro lado y permitir los desmanes y fechorías de Bárcenas y otros, hasta que le ha sido imposible ocultar la corrupción generalizada que padecemos. Y tampoco es menos indecente permitir que aumentasen las desigualdades sociales mientras se favorecían los intereses de una minoría, o aprobar una amnistía fiscal de la que se favorecieron sus amigos y conocidos.

Pero en el ámbito profesional, la forma de actuar de Rajoy parece propia de una persona muy decente. Mantenerse en excedencia treinta años y ocultar su expediente personal mientras le reservan la plaza son una muestra. Y si a alguien no le parece indecente que cargar en el presupuesto del Estado la atención de su padre, mientras recorta las ayudas a los dependientes, es que tiene un concepto de la indecencia diferente al que tenemos muchos.

Creo que la reacción de Rajoy y sus fieles al calificativo de Sánchez es desorbitada, lo que viene a demostrar que en el PP confunden indecencia con delito. Para ser indecente no hace falta ser un delincuente, y eso de “que me lleve usted al juzgado” es solo una frase defensiva. Sin temor a errar, se puede afirmar que Rajoy es un indecente, pero está por ver si es un delincuente, y de eso nadie le ha acusado, aunque por su reacción parece que sí lo han hecho.


Después del debate, fue el turno (eso sí con la ventaja de hablar a toro pasado), de Rivera e Iglesias. En un momento se ensañaron con Sánchez acusándole de hacer descalificaciones, que ellos no harían, olvidándose que ellos han descalificado a Rajoy (como es lógico y normal) cuando lo han necesitado en su interés partidista. Sin embargo anoche, ambos aparecieron dándoselas de buenos chicos, vendiendo humo, y lo peor para quienes dicen ser la nueva política, a sabiendas de que lo hacían.

Muy llamativo el tono de Iglesias, acostumbrado a hacer declaraciones mucho más subidas de tono que las de Sánchez, sin que nadie se rasgase por ello las vestiduras. Pero anoche su papel era el de lanzar el guante blanco, en un gesto más propio de propaganda de los partidos que crítica que del suyo. Entre besitos y arrumacos con Rivera, anoche a Iglesias se le olvidaron las propuestas ultra liberales del líder de ciudadanos, y a sus seguidores en las redes atacar a Rajoy
.
En este debate a dos, Sánchez ganó a los puntos aunque pudo hacerlo por goleada. Pocos pueden poner en cuestión, que en cualquier país europeo normal y democráticamente maduro, una décima parte de las tropelías cometidas por Rajoy y sus secuaces hubieran bastado para inhabilitarle como presidente del gobierno. Aquí no ocurre así, y curiosamente cuando alguien le ha dicho las cosas a la cara, el problema no es que sean verdad, el problema es que le calificó de indecente. Para hacérnoslo mirar.
Buenas noches.

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