Cada vez que se aproximan elecciones locales, los
partidos se acuerdan de que el mundo rural existe. En concreto este año, el
PP lo ha descubierto de nuevo, y ha celebrado en Ciudad Real el Congreso
Internacional de Mujeres Rurales. Cuando el voto aprieta, toca a los líderes
políticos acordarse de lo que durante cuatro años olvidan.
La inauguración del congreso, como no podía ser
de otra manera, estuvo a cargo de Rajoy, para mostrar ese interés
político por los ciudadanos y ciudadanas rurales. Se olvidó en
esta ocasión, de que ha sido el presidente que en menos tiempo, más ha
deteriorado al medio rural en su historia reciente. Si las ciudades han
sido azotadas por los recortes, en el medio rural hemos sufrido la
amputación de los pilares del estado del bienestar por las políticas de
austeridad impulsadas por Rajoy al que ahora tanto le preocupamos. El resultado
es evidente, y han supuesto la ampliación de la brecha entre rural y urbano.
Pero Rajoy no estaba solo. Le acompañaba la presidenta
Cospedal, la defensora del medio rural castellano manchego. Una señora,
que desde su llegada a la presidencia de Castilla La Mancha, se preocupó tanto
por el medio rural que propuso medidas como el cierre de las urgencias
médicas en muchos municipios rurales aunque sin lograrlo, pero que si se
ha permitido cerrar las escuelas de muchos núcleos rurales. Por eso
es una presidenta tan querida, que raro es el día que no levanta gritos cuando
en cualquier pueblo se nota su presencia.
Y para la clausura, como no, Isabel García
Tejerina. Aunque para muchos sea una gran desconocida, se trata de nuestra
ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, puesto al que ascendió
cuando Cañete emigró a Bruselas como parte de la llamada movilidad exterior de
(algo tan querido por el PP). Cuando fue nombrada, la reseña periodística
fue que era la ministra más rica del Gobierno de Rajoy.
Con independencia el estado de su cuenta corriente, Tejerina
representa la continuidad de las políticas de su predecesor, y como a él, el
medio rural le preocupa por los intereses económicos que ambos tienen en ese
medio. Solo así se explican algunos de sus posicionamientos
políticos: silencio ante la polémica construcción de una mansión por la
presidenta del Club de empresarios en el Parque Nacional de Cabañeros
(tampoco Cospedal ha dicho ni pio), o que impulse una Ley de Montes que
permite recalificar zonas quemadas, o impulsar la reforma de la Ley de
Parques Nacionales que prorroga el plazo para poder celebrar cacerías en ellos.
Para culminar su demostración de interés por la defensa
de lo rural, esta semana Tejerina nos ha anunciado la tramitación de la
Ley de Biodiversidad, otra de sus perlas. No ha intentado
consensuarla con las organizaciones ecologistas, y justifica la prisa
por tramitarla, en que no se puede perder el tiempo en consensos, y mientras
no impedir que se cometan infracciones en los espacios naturales protegidos.
Una excusa peregrina, que reviste con los mismos y manidos
argumentos con los que el PP suele maquillar sus leyes polémicas: protección,
transparencia y seguridad jurídica.
Todos los objetivos de la ley son compartidos para el
país más rico en biodiversidad de la UE con casi veintidós millones de
hectáreas de espacios protegidos. Según la ministra, la ley garantiza
la custodia de estos espacios, regula la importación de especies
de fuera, incorpora medidas de prevención, mitigación y adaptación al cambio
climático, apoya la conservación de la red de espacios Natura 2000, agiliza
las subvenciones a actividades de conservación o restauración de estos
espacios, cumple el Convenio de Diversidad Biológica ratificado por España,
y recoge las actualizaciones derivadas de la Estrategia de la UE
sobre biodiversidad hasta 2020. Demasiadas bondades sin ningún pero.
El “pero” lo expresan las organizaciones ecologistas, que
no se fían de que en la tramitación, los grupos de presión ante los que el PP
se siente obligado a ceder, no introduzcan elementos que busquen su propio
interés, y acabe siendo una ley perjudicial al interés público, y no gusta
que se modifique la actual legislación que si se consensuó en 2007. No son
de extrañar estas reticencias ante un gobierno, que en muchos casos ha hecho
que los espacios naturales públicos, se conviertan en el coto privado de caza
de unos pocos.
La biodiversidad es una parte de la ruralidad, y si la
confianza es algo difícil de ganar para un gobierno, y lo es mucho más
si ese gobierno no se ha preocupado por el medio rural en toda una legislatura.
La forma de actuar del PP hasta hoy, no invita precisamente a darle la
confianza a sus afirmaciones. Aquellos polvos del PP, le trajeron estos
lodos, y han llegado a tal punto de degeneración ética, que a quienes viven en
un pueblo, sus políticas solo les dan ganas de hacer las maletas.
Los cada día más escasos pobladores del medio rural, si
siguen permaneciendo en él lo hacen por dignidad y por un compromiso social no
escrito. Por ese motivo se merecen, que los representantes públicos se
acuerden siempre de ellos, y no solo cuando les toca votar. Eso deberían
tenerlo meridianamente claro Cospedal, Tejerina, Rajoy, pero también cualquiera
que quiera ser digno de representarles.
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