jueves, 29 de enero de 2015

SOCIALISTAS Y PROPIEDAD PÚBLICA


El PP ha convertido a Podemos en el objetivo de sus dardos, convirtiéndose así en su mayor empresa de propaganda, lo que lamento es que algunos compañeros socialistas parecen no ser conscientes de ello, y siguen empeñados en entrar en ese juego. Un socialista habla de Pablo Iglesias con mayúsculas, no de Pablo Iglesias.

Los ciudadanos rechazan la política, porque rechazan a los políticos, y la causa de ello son  exclusivamente los políticos. Los partidos se perciben como si todos sus cargos públicos fuesen políticos profesionales, que en la política tienen un salario, y que están más pendientes de su propio bienestar, que del de los demás. Pero no todos los políticos son iguales, porque no es igual estar en la cúpula de un partido, que ejercer la política en un pequeño Ayuntamiento, o sencillamente desde las bases. En las bases se defienden unos principios, pero es cierto, que llegar a la cúpula de un partido requiere, además de esos principios, una dosis de ambición personal, que solo unos pocos poseen. Pero es esa minoría que está en las cúpulas la que representa la imagen del conjunto de la militancia, y ahí puede estar el origen del rechazo al colectivo.

La estructura de los partidos se adapta a los fines que cada uno persigue, pero en cualquier estructura, la cúpula no  puede tratar a las bases como si fuesen fervorosos creyentes de un dogma, obligados a acudir a sus homilías los domingos y fiestas de guardar. Las bases de un partido no son feligreses sino portadores de opinión. Si un partido no escucha a la calle, son sus dirigentes los que no escuchan a la calle, porque sus militantes son parte de esa calle.

Para los socialistas sólo hay un PSOE, y está dirigido por quien los militantes han decidido. Las alternativas, los críticos y disidentes internos son imprescindibles, y si faltan esos, llega el inmovilismo y la muerte de la organización. Si existen cuestiones internas es porque no han sido solucionadas, y eso se debe a que ha faltado voluntad para hacerlo. La disidencia debe aplazarse entre congresos, pero eso no puede significar su silencio y el total asentimiento a los dirigentes. Un solo PSOE con diversidad en las formas de entender la política en su interior, ligadas por los valores de libertad, equidad, justicia social y solidaridad, y deben defenderse esos valores hacia fuera, pero también ser defendidos hacia dentro de la organización.

Si todo lo anterior es compartido por los socialistas, no se comprende que hoy hablemos más de personas que de nuevas ideas. Ese PSOE se parece poco al que creo Pablo Iglesias, más preocupado por hablar de soluciones que de los problemas que las necesitaban, de los ciudadanos que del Estado o las Regiones. Ese es el socialismo que acerca la política y los políticos a sus ciudadanos.

Para recuperar la identidad socialista, se puede empezar por dar respuestas sobre cuáles serán los yacimientos de empleo en los que un gobierno socialista prevé crear los puestos de trabajo que este país necesita. Como les garantizaremos a los trabajadores un salario digno y a los mayores una pensión digna. Que haremos para que la igualdad de hombres y mujeres sea real, y no solo una declaración. Como restauraremos la sanidad y educación públicas, los servicios sociales y la atención a los dependientes. Como mejoraremos la vida de los agricultores y los ciudadanos rurales, y a la vez protegeremos el medio ambiente e impulsaremos las energías renovables. Eso es lo que la gente espera de un partido que quiere gobernar, no que acuse a los demás partidos de carecer de programa.

Pero para muchos socialista, parece que nuestro partido no está en eso. En la cúpula parecen estar desconcertados ante el boom de Podemos, pero lo que realmente es preocupante, es el desconcierto de las bases sobre nuestra identidad como partido, y el desconcierto que transmiten algunos dirigentes ante los problemas de los ciudadanos. Mientras se requiera tiempo para solventar cuestiones internas en lugar de dedicarlo a atender las demandas de los ciudadanos, seguirá aumentando su cansancio y su desafecto hacia quienes se dedican al noble oficio de la política. Los ciudadanos queremos que los partidos se dediquen más a la política y menos a sus políticos.

Tomas Jefferson dijo, que cuando alguien asume un cargo público, debe considerarse a sí mismo como propiedad pública. Y algunos parecen haber olvidado algo tan elemental como eso.

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