El
pasado lunes doce, tuve la oportunidad de asistir a la primera de las
conferencias de la V Semana Laicista que se celebra esta semana en el
Ateneo de Albacete, impartida por Matilde Fernandez, actualmente Vicepresidenta
de ACNUR en España. Poca asistencia para aprender sobre algo que afecta a
todos. Ideas para reflexionar en un tiempo en el que la intolerancia
religiosa ha teñido de sangre las calles de París.
Contenidos
concretos: feminismo, libre pensamiento, igualdad, masonería. Análisis general
del papel desempeñado por el laicismo en la historia y que tiene hoy. Para la
RAE "laicismo" es "Independencia del individuo o de la
sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización
o confesión religiosa"; "laico" es "Independiente de
cualquier organización o confesión religiosa. Estado laico".
La idea
de laicismo como una corriente de pensamiento que busca que la sociedad se
organice de forma aconfesional, o completamente ajena a las confesiones
religiosas. Me gusta más esta definición, porque la independencia de los
individuos me parece hoy cuestionable por la capacidad de influencia de los
medios de comunicación.
Su
importancia, garantizar los derechos de las personas en igualdad, para
participar en la vida política y social. Sin creencias religiosas, la
libertad adquiere su más amplia interpretación. Cada individuo debe ser libre
de creer o no creer, aunque las legislaciones de estados como el nuestro,
muestran un empeño gubernamental por el retorno al catolicismo. ¿Qué decir de
los fanatismos religiosos?
Laicismo
no es solo una oposición a cualquier tipo de intromisión religiosa en la
política, sino fundamentalmente a la injerencia de las religiones en los
modelos educativos, porque al existir, esa intromisión supondrá un
mecanismo de retroalimentación de las confesiones religiosas. Educar en
libertad es enseñar a la resolución de los problemas en cualquier materia.
La ciencia solo progresa a base de evidencias y las confesiones religiosas no
las dan, quizás por eso la ciencia suele ir vinculada al pensamiento
agnóstico.
Laicismo
no es prohibir a la gente que sea católica, protestante, musulmana,
hinduista, o lo que le dé la gana, sino una cuestión de que esas confesiones se
ejerzan dentro de la libertad de los individuos sin la intervención ni el
apoyo de las administraciones. Tampoco es una manera de anticlericalismo, ni
una postura antirreligiosa.
Nuestra
Constitución declara al estado español aconfesional, pero no laico. Y
aunque la Carta Magna no toma partido, si lo hacen los poderes del
Estado. El Estado ni es creyente ni ateo en sí mismo, y libertad religiosa
y confesión religiosa son derechos de la persona. El Estado es neutral
según el artículo. 16.3 de la Constitución, y lo que debe es garantizar a
los individuos la libertad para que crean lo que quieran, porque la
religión pertenece al ámbito de lo privado.
El
problema existente es que gobierno y medios de comunicación influyen de
manera descarada, obedeciendo al dictado de los gobernantes y las empresas
propietarias de esos medios. En un país como el nuestro donde no existe
la blasfemia como delito, sin embargo el artículo 525 del Código Penal
hace referencia a aquellas manifestaciones que "hagan públicamente
escarnio, de palabra o por escrito, de quienes no profesan religión o creencia
alguna", y expresa que las ofensas públicas a "los sentimientos de
los miembros de una confesión religiosa" pueden incurrir en penas de
multa de ocho a doce meses. ¿Dónde queda esa neutralidad constitucional?
Tenemos
todo el camino por andar en esta materia en nuestro país. El cierre de
la conferencia se hizo con esta frase de la profesora Celia Amorós “Libertad
para las personas, Igualdad para las sociedades, y Fraternidad para la
humanidad”. Todo un pronunciamiento contra los fanatismos.
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