Se acerca la
Navidad y Rajoy y su eco perenne (Soraya), nos han anunciado la buena nueva: ya
no hay crisis, gracias al PP se ha terminado. Unos días antes, ya lo anticipaba Cospedal en una entrevista:
que nadie se preocupe, nuestra economía va sobre ruedas. Como un resorte, todo
el PP se ha apresurado a repetirlo y trasladar ese esperanzador mensaje a
nuestros hogares: en España se acabó el hambre, se acabaron los desahucios, y
el empleo ya no es un problema.
Y es que en
estas fechas tan entrañables y de reencuentro familiar, ¿que importan la deuda,
el paro, los recortes, el IVA, la emigración, los privilegios de unos pocos, o
la opacidad del sistema político? Son solo nimiedades. Es tiempo de
villancicos, de zambomba y pandereta. Es la hora de presumir de recuperación,
de admirar a los grandes gestores que nos gobiernan. Ha sido tan increíble lo
que han logrado Mariano y los suyos, que nada se asemeja más a un milagro por
navidad. Europa nos envidia, y es el momento oportuno para discutir sobre si
debemos subirle el sueldo al insigne presidente que ha salvado nuestra patria.
Un seguidor de
un tal Adolfo, decía que una mentira repetida de manera incansable, acaba
convirtiéndose para muchos en verdad incuestionable. Nuestro gobierno, como
alumno aventajado, se dispone a relatar las veces que sea necesario, un
interminable etcétera de gloriosas acciones de gobierno, para convencernos de que
en la España del PP, la crisis forma
parte del pasado.
Uno mira a la
realidad, y a pesar de este mensaje increíble, más que electoralista, esta
sigue siendo realmente cruda: salario mínimo congelado, los desahucios aumentan
un 7,3%, la deuda pública alcanza un nuevo récord (96,8% del PIB), Bruselas
dice que incumpliremos el objetivo de déficit de 2015, el desempleo por encima
del 24 %, los nuevos trabajos son precarios, los jóvenes preparados emigran, la
corrupción es galopante, la confianza en la justicia está por los suelos,
batimos el record de recogida de alimentos donados, 2.7 millones de niños
tendrán difícil celebrar la comida navideña, las clases trabajadoras han sido
arrasadas junto a pensionistas, dependientes,
servicios sanitarios y educativos, etc., etc.
Si se mira el
panorama desde las regiones, vemos que las comunidades más endeudadas son
Castilla-La Mancha con un 33,7%, Cataluña, con un 31,8%, y la Valenciana, con un 35,8% de sus
respectivos PIB. Esto no debe ser responsabilidad de Rajoy aunque sean
administraciones la mayoría gestionadas por su partido, incapaz de controlar su
endeudamiento, y eso que ellos son los grandes defensores de no volver a
reformar del artículo 135 de la Constitución que obliga a pagar la deuda, antes
que las políticas de bienestar.
Es preocupante
que las comunidades que más elevan su deuda, sean precisamente las ya más
endeudadas. Y aunque con motivo de estas fiestas Cospedal, Fabra o Mas nos
vendan humo, saben que la deuda de sus comunidades atenazará la recuperación, y
no son precisamente gobernantes de la temida izquierda radical. Lancen el
discurso que lancen, a ningún español se le escapa, que con la crisis los ricos
son más ricos, los pobres más pobres, trabajar ya no significa vivir
dignamente, y que la desigualdad social ha aumentado con este gobierno y sus
políticas.
Antiguamente
las guerras solo eran sangrientas, luego inventamos las guerras de los
mercados. En las guerras antiguas, a los vencidos se les obligaba a firmar su
rendición, mientras que hoy, los vencedores imponen sus medidas económicas.
Alguien que sabía mucho de economía dijo, que las guerras las hacen viejos
ricos, que envían a jóvenes pobres a matar y morir, para ellos hacerse aún más
ricos. Visto lo visto, aunque Rajoy haga una oda a su gestión de la crisis, ese
aforismo se ha hecho realidad para los españoles.
Sepa señor
presidente, que es una falta de respeto de usted y de su gobierno, negar la
realidad, aunque algunos lleguen a creerle. Pero esa negación no puede
extrañarnos a otros, si proviene de un gobierno con ministros incapaces de ver
una trama corrupta en su propia casa, o un jaguar en el garaje.
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