Al PP se
le han abierto las carnes de alegría con la abdicación real. Nunca imaginaban disponer de una cortina de humo tan mediática
para que nadie esté pendiente de su fracaso electoral ni de su desgobierno. Pero no se
quedará ahí la cosa, ahora viene la
topera total del mundial de futbol, un mes en el que casi nadie prestará atención al poco empleo creado,
o a que el que se crea es precario, o a sus nuevos ajustes. Toda ello, antes de irse de vacaciones. En
septiembre de vuelta todo olvidado.
Mientras,
en el socialismo español vivimos a toda velocidad: dimisión, congreso,
primarias, apoyo a la monarquía…Los
resultados de las elecciones deben obligar a todo el espectro político de la
izquierda a una profunda reflexión, pero además al PSOE le está obligando a tomar
decisiones a corto plazo para hacerle frente a los cambios que necesita. Estamos
al final de un ciclo del socialismo moderno y comenzando uno nuevo, pero eso no puede justificar que no se analicen distintos escenarios
o no madurar las decisiones que se adopten. Las prisas nunca fueron buenas
consejeras, pero ya se sabe que los refranes y las leyes están para incumplirse.
Hemos
pasado tres años en la oposición resaltando
lo obvio: lo mal que lo hace el PP. Pero a la vez considerando aplazable la autocrítica,
sobrados con infravalorar al rival político, convencidos de que era
suficiente con enarbolar la marca PSOE para hacer frente a todo (que para eso
tiene ciento treinta y cinco años). Ahora, en una semana, nos entran las prisas
porque los resultados han sido como caer de bruces contra el suelo, aunque para
algunos aún debe parecerles insuficiente el golpe encajado por su tozudez.
Tras las
municipales y las generales, también se hicieron sesudos análisis muy parecidos a los de ahora, pero todo quedó
en palabras y se aparcaron las decisiones. Mil piruetas en el aire se
hicieron desde las diferentes direcciones para no admitir que se debía pedir
perdón por los errores. Pero en Sevilla
se continuó por la misma linde y no se admitió que la militancia votase las
grandes decisiones del partido. Hace unos días nueva oportunidad para cambiar, pero la dirección del
partido no quiere un referéndum sobre monarquía o república y otro
pétalo más de la rosa del socialismo de base ha caído marchito. Hemos cosechado
el despecho de los votantes de siempre,
cansados y desesperanzados de que sus reivindicaciones no se atiendan. Ni derrota tras derrota
aprendemos.
Las
direcciones no han querido escucharlas, pero hace tiempo que las bases del partido avisaban del descalabro, y pedían
dar marcha atrás y rectificar los errores cometidos. No se les
hizo caso. A las direcciones les ha
bastado con decirnos que eran intentos de protagonismo personal, o con decir
que esas cosas solo debían hablarse dentro del partido, o con limitarse a acusar
de deslealtad, y asunto concluido. Nunca un dirigente esconde la
cabeza ante los problemas, pero algunos lo han hecho, y es de nuevo un error
pensar que solo es responsable la federal, y al salir Rubalcaba todo arreglado.
¿Cuál ha sido la renovación en esta región o en sus
provincias? Se puede afirmar sin equivocarse, que tenemos los mismos rostros que en las municipales y en las generales,
pero eso sí, cambiados de sitio. Renovación
no es bajar la media de edad, sino analizar hacia dónde se lleva a este
partido. Es creer en la democracia interna, en la ética, y en el respeto a los
compañeros y compañeras. Renovarse o morir, esa es la cuestión, y parecemos
empeñados en ir de entierro.
En lugar
de analizar lo que nos dicen los ciudadanos por la calle, nos dedicamos a crearnos nuevos enemigos, y en lugar de intentar recuperar la confianza de quien
nos la retiró, les llamamos ratas que abandonan el barco que se
hunde, sin hacer autocrítica y asumir que si el barco se hunde es porque ha
encallado, de lo contrario nadie abandonaría el barco. Nos obstinamos en hacer reproches a las nuevas
formaciones: que tienen un discurso populista, que dicen a la gente lo que quiere
oír, que no es posible lo que prometen, etc. en lugar de plantear
soluciones a los problemas de la gente. Que frágil
se ha vuelto la memoria de muchos de los que ahora hablan así.
No creo que el populismo tenga una vida larga, y en
nuestra casa lo hemos comprobado, pero eso
no puede justificar una vez más, que permanezcamos inmóviles sin afrontar los
cambios que desde la calle se nos demandan. Me molesta (como a muchos socialistas) que otros partidos de izquierda nos tachen de ser
iguales que el PP, pero tampoco me gusta que desde mi partido se les devuelvan
los improperios en lugar de actuar para que se nos vea diferentes. Muchos
votantes de izquierda nos preguntamos, ¿No
sería mejor intentar encontrar lo que nos une, que reprocharnos lo que nos
separa? Porque la izquierda española es hoy electoralmente mayoritaria,
pero si continúa fragmentada permitirá que continúe la derecha gobernando.
En una
semana se ha movido más el escenario político de España que en años, y todo se
está recomponiendo, con el agravante de hacerlo en medio de una sociedad en
crisis. La realidad de la calle se ha
situado por encima de cualquier planteamiento de los dos grandes partidos. Admitamos
que si la gente no se siente atendida por
los que gobiernan, buscara a otros que les atiendan. Así que,
más que estar ya pendientes de quien será el secretario o secretaria general
próximo, que lo decidiremos entre todos, deberíamos
estar planteando propuestas que den soluciones a los problemas reales de los
ciudadanos. Tal vez así volvamos a poner en práctica algo que está muy claro en las
enseñanzas de nuestro fundador: que los
políticos están al servicio de los ciudadanos y no al contrario.
Si el PSOE quiere volver a ganar gobiernos, tiene que renovarse
en profundidad, y dejar sus
riendas a gente ilusionada, con ideales y vocación de izquierdas, que realice
propuestas por y para los ciudadanos y que sepa no centrar sus
esfuerzos solo en luchar contra las políticas del PP, sino que dedique algunos
a encontrar puntos de encuentro con las demás formaciones de izquierdas. Será la
única manera de evitar que el voto de
izquierdas siga divido, y que un partido trufado de corruptos nos siga
gobernando. Solo queda un año para cambiar y recuperar la confianza.
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