Unas primarias en que puedan votar
todos los militantes son el procedimiento lógico para la elección de los
líderes en las organizaciones democráticas, y no pasará mucho tiempo para que
todos los partidos políticos adopten este
sistema. Pero para que unas primarias permitan elegir a los mejores, y no
responder solo al sectarismo interno más potente, todas las personas con disposición al consenso
deberían tener opciones, por el interés del partido y el de todos los
ciudadanos. Y eso hoy es imposible.
Llama la atención, la capacidad para
derrochar las energías internas que tenemos los socialistas volcados en
designar al futuro secretario general. Si esas mismas energías se hubiesen utilizado en hacer políticas de
izquierda y en plantear alternativas a las políticas antisociales del PP, seguro
que hubiésemos recibido un mayor apoyo electoral el 25 M. Otros pensaran
si estar tan centrados en este proceso es la consecuencia de que los
socialistas aún no hemos entendido el mensaje de los votantes, que quieren que
prioritariamente
les atendamos a ellos, y no les importan tanto nuestros asuntos internos.
Hoy Susana Díaz ha dicho que no se
presenta, y creo que es un acierto por su
parte, porque con el apoyo recibido de la
mayoría de secretarios regionales, sin ella pedirlo, hubiera tenido (como le ocurrió a Almunia), pocas posibilidades
de triunfo en unas primarias abiertas. Eso convierte su actitud no
solo en la políticamente acertada, sino además
en la éticamente correcta por su
compromiso con Andalucía. Pero
seguro que en esa decisión de no
concurrir, también influyó que no tendría
garantías de que si ganaba podría hacer sin trabas las reformas profundas que el
partido necesita.
En el PSOE debe abrirse el debate
sobre muchos asuntos, pero mantener hoy abiertos otros, solo servirán
para acrecentar la ruina electoral constada el 25 M. Que Susana Diaz no sea
candidata no es el final, ni puede hacer
dudar que en el PSOE haya gente con experiencia en gestión y preparada
intelectualmente para ser un buen secretario general, otra
cosa es que personalmente estén dispuestos o dispuestas a dar el paso a ese
proceso.
Pero desde luego tenemos que elegir nuevo secretario general, y en esa elección, se debe partir de que los españoles
tenemos tendencia a optar por lo irracional antes de hacerlo por lo objetivo, y esta
elección parece apuntar en ese sentido. Sería más fácil acordar entre todos un proyecto de unidad, que no con uniformidad, y después
poner al frente a aquel o aquella más capaz de llevarlo a buen puerto, que
hacerlo a la inversa. Pero para la
objetividad ante cualquier análisis, se han de aparcar los intereses
particulares, y no parece que quienes tienen capacidad de influir sobre la
militancia estén por esa neutralidad.
A solo tres días del inicio de la recogida de avales, nadie puede
adivinar el futuro, aunque muchos lo intentan y lo expresan convencidos de su
capacidad profética. Cualquiera de los
candidatos debería apostar desde el principio por un proyecto que contacte con
lo que las bases queremos, un giro a la izquierda, que es donde siempre
hemos estamos las bases del partido. Pero no va a serles fácil dar ese golpe de timón,
mientras sigan existiendo en la organización grupos vinculados a la banca, y gente que da mayor importancia a la dependencia financiera de los
partidos políticos, que a la autenticidad de su ideario.
La sociedad española necesita
una socialdemocracia a la que apoyar en las urnas, pero la existencia de esas vinculaciones aleja la imagen
del PSOE de lo que los ciudadanos quieren ver y escuchar. El
calificativo de “casta” ya sé que es
interesado, electoralista y demagógico, pero la sensación de que hay empujones por llegar arriba, no ayuda a
rebatir a quienes nos lo dicen.
Tengo serias dudas de que una mayoría de socialistas entren en consideraciones
como las aquí expuestas. Nos han enseñado
a estar solo pendientes del cartel electoral, a conformarnos con la
autocomplacencia, y a ser reticentes a la autocrítica de fondo, y eso hace difícil,
que no imposible, que pueda surgir un cambio decisivo con criterio político.
Luego vendrán las primarias y quien
ahora sea elegido tendrá mucho camino andado ya. Pero el perfil que necesitemos
entonces puede que no sea el mismo que el de la secretaría general, porque entonces lo importante será elegir a un buen
gobernante capaz de elaborar y aplicar las políticas económicas que necesitamos, desde
luego muy alejadas de las que ahora aplica el PP y de las que se aplicaron en los
últimos años de gobierno socialista.
Por eso, para ir despejando dudas de que
partido y que política queremos, sería bueno que los candidatos a liderar el
PSOE no tarden en definirse y explicar sus planteamientos en los temas
importantes. Las dudas no son buenas compañeras en este viaje.
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