En pocas horas terminará la campaña de las europeas, y las encuestas vaticinan que la abstención será grande, sobre todo entre los votantes de los dos grandes partidos tradicionales. No votar en democracia, es a todas luces una actitud errónea, pero puede resultar justificada para quienes están hartos de las mayorías gobernantes, y de no haber encontrado un mensaje o una propuesta ilusionante para apoyar en estas elecciones.
Hay quienes dicen no
saber qué se vota el día 25 M o como les afecta, viendo en la abstención la postura más decente
frente a dar su aval a ciegas, o ir a votar simplemente porque “siempre voto a los nuestros”. Y no es fácil saber lo
que realmente votamos, porque si el programa electoral es fundamental en
cualquier campaña, muchos votantes deben pensar que los partidos no han
presentado sus programas.
Si la falta de
control verbal de Cañete ha perjudicado al PP al mostrarnos como piensan realmente, algo
similar ha ocurrió al PSOE con Felipe y su sugerencia de una coalición PP y PSOE (aunque matizará que solo en el hipotético caso de
una situación muy grave en el país). Cada cual tiene derecho a morir como
quiera, incluso suicidándose, y eso parecían querer ambos partidos, el uno
mostrando como es, y el otro manifestando algo infumable para los votantes
socialistas que verían en ello la puntilla final a un PSOE que sigue perdiendo
votos por su izquierda y con un grave problema de credibilidad.
Muchos votantes
socialistas no le han perdonado al PSOE la reforma urgente de la Constitución
que se acordó con el PP, aunque le viniese impuesta desde Bruselas por la UE,
para que ahora les vengan con estas. Pero cito esa intervención, porque se convirtió en un regalo para
IU, el tercer partido en discordia, que rápidamente se lanzó con su ya manido
eslogan de “PP y PSOE son iguales” intentando arrimar el ascua a su sardina, y dejando en un segundo
plano también su programa.
Pero tampoco a IU
la estrategia parece haberles salido todo lo bien que pensaban, puesto que muchos han visto en esa
actitud como la coalición utiliza dos varas de medir según le interesa: por un lado ven “coherencia” en permitir que el PP
gobierne en Extremadura sin asumir que ellos son el colaborador necesario, o denominan "postura
de transversalidad" a lo que sencillamente es una manera de justificar el caminar junto a la
derecha más reaccionaria de Cataluña; mientras que por otro lado se muestran escandalizados con las
palabras de González, envueltos en la autocomplacencia de su “pureza” de
izquierdismo.
Pese a su
ambigüedad según donde actúe, IU ha
repetido machaconamente el mensaje de que los socialistas tienen la
misma idea política que el PP, aun sabiendo que las bases socialistas rechazan
de plano todo lo que
está haciendo el PP, alejándose con ello de potenciales votantes. Tal vez ha
olvidado que el efecto “pinza” tuvo un precio que pagaron durante años, y alguien en IU debería analizar,
si con negarse a una coalición de izquierdas en la que IU no sea la mayoría
absoluta, no están propiciando que el resto de la izquierda pueda verse forzada
a coaliciones "anti natura" para desalojar a la derecha del poder, en lugar de actuar por
principios como lo están haciendo en Andalucía. La estrategia de comportarse
como el perro del hortelano que "ni come, ni deja comer", ha hecho que muchos
vean que en IU andan más preocupados por obtener un puñado de votos que les
consolide, antes que en solucionar el gran problema de los trabajadores
españoles: una derecha rancia gobernando.
Como cuarto elemento del tablero electoral está UPyD, entre la visceralidad anti socialista y ocultar planteamientos próximos a los populares. Han utilizado las frases de Cañete y de González, sin querer acordarse que desde su bancada hemos escuchado frases gloriosas en boca del diputado Cantó. Salvo que se trate de un desliz de los medios, parece una manipulación que en los reportajes televisivos solo hayamos visto la imagen de su lideresa, sin mostrar nunca la asistencia a sus mítines, y desde luego sin mostrar tampoco su programa..
Rosa
Diez sigue empeñada
(y en esta campaña más) en mostrarse como la paladina defensora de la
dignidad perdida en la clase política española, para lo que ha contado con los
apoyos mediáticos afines al PP. Síntoma de memoria frágil o estrategia
falaz, el no
recordar los años que paso como europarlamentaria, cargo obtenido en las listas del partido del que desde allí
despotricaba, cobrando y sin la menor dignidad para presentar su
renuncia. Eso la hubiera hecho más creíble, aunque a serlo tampoco la ayudan a
ello los problemas internos que provoca al ser la única mano que puede mecer la
cuna en esa formación.
Luego está el bloque
formado por las candidaturas nacionalistas, más centradas en estimular a su
electorado conservador y aferrado a una realidad en clave territorial con
programas localistas, tampoco publicitados. Y por último, también han desempeñado su papel (nada despreciable
a juzgar por el miedo de los grandes partidos a la dispersión del voto) los nuevos
partidos hoy minoritarios como VERDES, EQUO, PODEMOS, PACMA y otros, que ofrecen la
posibilidad de que nuestra representación en el parlamento europeo sea tan
variada como lo es la sociedad española. Propuestas desde espectros
políticos diversos
(unos autoproclamándose la izquierda pura y otros la derecha verdadera), con
objetivos muy dispares (ambientalistas, animalistas, feministas, etc.), y utilizando
estrategias dispares,
alguno recurriendo al victimismo, a la pureza ideológica, otros al discurso
fácil, otros a la demagogia, y otros mostrándose con la honestidad que se
permite quien sabe que su mensaje es el correcto pero no aspira a obtener
representación.
Y así han transcurrido
estas semanas de campaña, media campaña dedicada a las frases del
expresidente y sobre todo de Cañete (aun disculpándose ambos), y la otra media al
aprovechamiento de esos deslices por los demás partidos. En resumen, pocas propuestas y más de lo mismo, lo que conduce a que los ciudadanos
lleguemos a pensar si tanto los políticos como los informadores, no nos
tratan como a desmemoriados o como diría Rajoy “lisa y llanamente como a tontos”
(fin de la cita).
Parecen convencidos de que aunque actúen sin gracia ni arte, siempre les
seguiremos aplaudiendo, porque nadie les puede sustituir en este escenario.
Si algo nos han debido
enseñar los más de treinta años de democracia, es que a nada llevan campañas en las que el debate de ideas brilla por su
ausencia, y donde se
imponen los mensajes mediáticos sin contenido, como lo ha sido esta. Y el
aprendizaje más importante ha sido que no es bueno que se den mayorías
absolutas en ningún parlamento, siendo más positivo para los ciudadanos, que sean coaliciones entre
diferentes partidos la fórmula que les permita configurar gobiernos.
Los españoles hemos venido votando mayoritariamente al amplio espectro de la izquierda, pero por la desunión, y por la actual ley electoral española, esa mayoría ahora no ha podido gobernar. Muchos españoles progresistas empezamos a estar cansados de tanto voto de izquierdas sin resultado de gobierno, y toda la izquierda debería tomar nota de este detalle y darse cuenta de que la verdadera víctima de esta crisis ha sido el futuro de los ciudadanos, y la gran castigada la izquierda.
El sábado es un buen día
para hacer una reflexión sobre la necesidad de acudir a votar, incluso
en blanco si no se está convencido de que una postura merezca nuestro apoyo, si con ello
trasladamos a los partidos políticos el descontento ciudadano hacía las
política en general y hacia los política europea en particular. La mejor razón
para acudir a votar es tan sencilla como impedir que nada ni nadie decida por
ti, ni siquiera tu silencio.
Otra Europa es
posible, si la balanza se inclina hacia una forma de gobernanza de la
socialdemocracia capaz de cambiar el rumbo hacia un crecimiento respetuoso con
el planeta, de priorizar los derechos de las personas sobre los lobbys
económicos y de generar empleos dignos. Si no es así, será que la mayoría desea continuar
con la austeridad y la explotación laboral del modelo neoliberal que hoy domina el
continente, y habrá que respetar esa elección.
En
cualquier caso,
triunfe el domingo un modelo u otro, esta formación, aquella o la de más allá, esperemos
que el nuevo parlamento europeo sepa recuperar en toda Europa, y especialmente
en nuestro país, los valores de la decencia entre quienes ejercen la política.
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