jueves, 29 de mayo de 2014

Por fin, “un socialista, un voto”, aunque hemos tardado dos años.

En Albacete, dos grupos de militantes (PSOE, UN PARTIDO PARA EL SIGLO XXI y SOCIALISTAS POR EL CAMBIO), nos unimos y presentamos una lista alternativa  a la oficial de delegados al Congreso Federal de Sevilla, y posteriormente una candidatura a la Secretaria Provincial del PSOE. Lo hicimos convencidos de que las cosas en nuestro partido no podían continuar con el rumbo impuesto por las direcciones y que nos había conducido a los malos resultados electorales en las generales que llevaron a  Rajoy a la Moncloa.
 
Eran momentos de especial dificultad para la ciudadanía, tanto por los recortes  de lo público como por la incertidumbre del empleo. Era el momento en que se hacen más necesarios la cercanía, la proximidad, el apoyo y la comprensión por parte de los partidos políticos para con los ciudadanos, y todos nosotros  sentíamos que los socialistas debíamos estar a su lado.
 
No se nos escuchó. Se nos tachó de intentar romper el partido, de ser oportunistas, o de actuar por ambiciones personales, aun sabiendo (quien así se expresaba) que nada de eso era cierto, porque ninguno de nosotros nos planteábamos encontrar en la política una profesión. Hasta se nos dio más importancia de la que merecíamos, porque tan solo éramos un grupo de hombres y mujeres socialistas, que compartíamos un modelo de partido diferente, y apostábamos por un futuro mejor para el socialismo en nuestra provincia.
 
Han transcurrido dos años de aquello, y las elecciones europeas han venido a poner sobre la mesa que quien no nos escuchó se equivocó, y que dos años después siguen siendo válidas las propuestas que se plasmaron en nuestro manifiesto. Proponíamos regenerar la política en general, y la del partido socialista en particular, entendiendo la regeneración como la apertura de cauces reales de participación ciudadana en las instituciones, buscando la calidad democrática y erradicar la corrupción de la política, convencidos de que la ética y la dignidad deben presidir la actuación de la izquierda, fortaleciendo los principios socialistas de igualdad, libertad y solidaridad. Proponíamos que las decisiones se adoptaran escuchando a todos los militantes, apostando por aplicar el principio de un socialista, un voto.
El tiempo ha venido a demostrarnos, que desde el PSOE no se actuó como se esperaba de nosotros y desde el último gobierno socialista no supimos dar la respuesta que necesitaban quienes nos votaron. Proponíamos pedir perdón a los ciudadanos y cambiar, pero encontramos el rechazo de muchos compañeros a hacerlo. Hoy creo que no se entendió el mensaje de las urnas: ”No queremos que gobernéis, queremos que cambiéis”.
 
Dos años después, quienes en los Congresos Federal y Provincial rechazaron con sus votos que fuesen los militantes quienes decidieran que partido querían, y no solo los delegados, hoy apuestan por la elección directa de candidatos a las secretarias generales, o por primarias abiertas para elegir el candidato o candidata a la presidencia del gobierno. Bienvenidos a nuestra propuesta de hace dos años: escuchar, de verdad, la voz de los militantes.
 
Para recuperar la credibilidad del sistema político hay que proponer la revisión de la Ley Electoral, abrir y desbloquear candidaturas, rendir cuentas periódicamente todos los partidos de la gestión ante la ciudadanía y ante sus militantes, y un sinfín de acciones que realmente hagan transparente la representación política.
 
Pero si hablamos del partido socialista, esos cambios no pueden quedarse solo en el relevo en la secretaria general o en la ejecutiva, sino que debe acompañarse de muchos más cambios: incorporar nuevos métodos de debate interno, respetar la discrepancia, olvidarse de la apariencia democrática (los ciudadanos rechazan más la apariencia de democracia que su falta), desechar la realidad oligárquica de nuestro funcionamiento, volver a ser un punto de encuentro para la convivencia democrática y no una maquinaria electoral.
 
Afrontar estos cambios no significa renegar de las cosas bien hechas en nuestros gobiernos, pero el gran reto es recuperar la credibilidad y la confianza perdidas, y dar un giro hacia la sociedad, asumiendo que la renovación no tiene espera y hay que recuperan la conexión con los sectores innovadores y críticos de la sociedad, y teniendo muy claro que en un partido de izquierdas la unidad no es uniformidad de pensamiento.
 
A lo largo de nuestra historia hemos combatido las desigualdades de clase y las desigualdades de género, y ahora nos toca combatir las que se producen entre generaciones, porque los jóvenes sufren una discriminación sin precedentes con respecto a sus padres, siendo para ellos incomparablemente más costoso el acceso a un empleo o a la calidad de vida. Debe volver a gobernar la ciudadanía, y no los poderes económicos transnacionales, y los partidos políticos no deben ser rehenes de los poderes fácticos (económicos, medios de comunicación), que exigen a cambio favores en forma de políticas públicas que les beneficien por acción u omisión.
 
Ante un pésimo resultado electoral, se ha convocado un Congreso extraordinario, que aunque creo que debería ser solo un proceso de transición hasta la celebración de primarias abiertas, puede que sirva para elegir al nuevo secretario general, pero si así ocurre, también debe servir para corregir un rumbo y poner “la casa en orden”.
 
Las propuestas que hicimos hace dos años siguen siendo válidas, pero algo que ha cambiado, porque quienes entonces rechazaron que las decisiones orgánicas se tomasen por el conjunto de los militantes, hoy se han convertido en los mayores defensores de este principio. Rectificar siempre fue de sabios, pero no lo es, si quienes rectifican lo plantean como el método para seguir sentados en el mismo cargo, y que nada cambie.
 
Hemos necesitado un nuevo varapalo electoral para aceptar que este es el momento de los militantes, de TODOS y TODAS, y no lo podemos desaprovechar. Las bases socialistas tenemos derecho a intervenir en ese proyecto, y es tan sencillo como que se permita la elección del Secretario General por todos los militantes y el del candidato a presidente del gobierno en primarias abiertas. Rubalcaba ha comenzado a consultar si esto es posible. La respuesta es que si, y solo precisa de la voluntad real de hacerlo. Es el momento de aplicar el principio de un militante un voto, sin miedo a los cambios. Es la hora de dejarse de marear la perdiz. Ya no nos valen las escusas.

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