En
Albacete, dos grupos de militantes (PSOE,
UN PARTIDO PARA EL SIGLO XXI y SOCIALISTAS POR EL CAMBIO), nos
unimos y presentamos una lista alternativa a la oficial de delegados al Congreso Federal
de Sevilla, y posteriormente una candidatura a la Secretaria Provincial del
PSOE. Lo hicimos convencidos de que las
cosas en nuestro partido no podían continuar con el rumbo impuesto por las
direcciones y que nos había conducido a los malos resultados electorales en las
generales que llevaron a Rajoy a la
Moncloa.
Eran momentos de especial dificultad para la ciudadanía, tanto por
los recortes de lo público como por la
incertidumbre del empleo. Era el momento en
que se hacen más necesarios la cercanía, la proximidad, el apoyo y la
comprensión por parte de los partidos políticos para con los ciudadanos,
y todos nosotros sentíamos que los
socialistas debíamos estar a su lado.
No se nos escuchó. Se nos tachó de intentar romper
el partido, de ser oportunistas, o de actuar por ambiciones personales, aun
sabiendo (quien así se expresaba) que nada de eso era cierto, porque ninguno de
nosotros nos planteábamos encontrar en la política una profesión. Hasta se nos dio
más importancia de la que merecíamos, porque tan solo éramos un grupo de hombres y mujeres socialistas, que
compartíamos un modelo de partido diferente, y apostábamos por un futuro mejor
para el socialismo en nuestra provincia.
Han
transcurrido dos años de aquello, y las
elecciones europeas han venido a poner sobre la mesa que quien no nos escuchó
se equivocó, y que dos años después siguen siendo válidas las propuestas que se
plasmaron en nuestro manifiesto. Proponíamos regenerar la política en general, y la del
partido socialista en particular, entendiendo la regeneración como la apertura de cauces reales de participación
ciudadana en las instituciones, buscando la calidad democrática y erradicar la
corrupción de la política, convencidos de que la ética y la dignidad deben
presidir la actuación de la izquierda, fortaleciendo los principios socialistas
de igualdad, libertad y solidaridad. Proponíamos que las decisiones se adoptaran escuchando a todos los
militantes, apostando por aplicar el principio de un socialista, un voto.
El tiempo ha venido a demostrarnos, que desde el PSOE no se actuó como se esperaba de nosotros y desde el último
gobierno socialista no supimos dar la respuesta que necesitaban quienes nos votaron. Proponíamos
pedir perdón a los ciudadanos y cambiar, pero encontramos el rechazo de muchos
compañeros a hacerlo. Hoy creo que no se entendió
el mensaje de las urnas: ”No queremos que gobernéis, queremos que cambiéis”.
Dos años
después, quienes en los Congresos Federal
y Provincial rechazaron con sus votos que fuesen los militantes quienes decidieran
que partido querían, y no solo los delegados, hoy apuestan por la elección directa de candidatos a
las secretarias generales, o por primarias abiertas para elegir el candidato o
candidata a la presidencia del gobierno. Bienvenidos a nuestra propuesta de hace dos años: escuchar, de verdad, la
voz de los militantes.
Para recuperar la credibilidad del sistema político hay que
proponer la revisión de la Ley Electoral, abrir y desbloquear candidaturas, rendir
cuentas periódicamente todos los partidos de la gestión ante la ciudadanía y ante
sus militantes, y un sinfín de acciones
que realmente hagan transparente la representación política.
Pero si hablamos del partido socialista, esos cambios no
pueden quedarse solo en el relevo en la secretaria general o en la
ejecutiva, sino que debe acompañarse de muchos más cambios: incorporar nuevos métodos de debate interno, respetar
la discrepancia, olvidarse de la apariencia democrática (los ciudadanos
rechazan más la apariencia de democracia que su falta), desechar la realidad
oligárquica de nuestro funcionamiento, volver a ser un punto de encuentro para
la convivencia democrática y no una maquinaria electoral.
Afrontar estos cambios no significa renegar de las cosas bien
hechas en nuestros gobiernos, pero el gran reto es recuperar la credibilidad y
la confianza perdidas, y dar un giro hacia la sociedad, asumiendo que la
renovación no tiene espera y hay que recuperan la conexión con los
sectores innovadores y críticos de la sociedad, y teniendo muy claro que en un partido de izquierdas la unidad no es
uniformidad de pensamiento.
A lo
largo de nuestra historia hemos combatido las desigualdades de clase y las
desigualdades de género, y ahora nos toca
combatir las que se producen entre generaciones, porque los jóvenes sufren una
discriminación sin precedentes con respecto a sus padres, siendo para ellos
incomparablemente más costoso el acceso a un empleo o a la calidad de vida.
Debe volver a gobernar la ciudadanía, y no los
poderes económicos transnacionales, y los partidos políticos no deben ser
rehenes de los poderes fácticos (económicos, medios de comunicación), que exigen
a cambio favores en forma de políticas públicas que les beneficien por acción u
omisión.
Ante un pésimo
resultado electoral, se ha convocado un Congreso
extraordinario, que aunque creo que debería ser solo un proceso de transición hasta
la celebración de primarias abiertas, puede que sirva para elegir al
nuevo secretario general, pero si así ocurre, también debe servir para corregir un rumbo y poner “la casa en orden”.
Las propuestas que hicimos hace dos años siguen siendo válidas, pero
algo que ha cambiado, porque quienes entonces rechazaron que las decisiones orgánicas
se tomasen por el conjunto de los militantes, hoy se han convertido en los
mayores defensores de este principio. Rectificar siempre fue de
sabios, pero no lo es, si quienes rectifican lo plantean como el método para
seguir sentados en el mismo cargo, y que nada cambie.
Hemos necesitado un nuevo varapalo electoral para
aceptar que este es el momento de los militantes, de TODOS y TODAS, y no lo
podemos desaprovechar. Las bases socialistas tenemos derecho a intervenir en ese proyecto, y es tan
sencillo como que se permita la elección del Secretario General por todos los
militantes y el del candidato a presidente del gobierno en primarias abiertas.
Rubalcaba ha comenzado a consultar si esto es posible. La respuesta es que si, y
solo precisa de la voluntad real de hacerlo. Es el momento de aplicar el principio de un militante un voto, sin
miedo a los cambios. Es la hora de dejarse de marear la perdiz. Ya no nos valen
las escusas.
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