Recientemente se han creado las Gerencias Integradas de Área sanitaria en
todo el territorio de Castilla La Mancha, y han sido cuatro las implantadas en
la provincia de Albacete. No es algo baladí sino un cambio de calado, puesto
que el Sistema Nacional
de Salud contempla la atención primaria y la hospitalaria como áreas de gestión
diferenciadas. Entre lo positivo de esta iniciativa puede
señalarse el deseo de que
esa integración en un área común permita una mejor coordinación entre los
servicios prestados desde el hospital y los realizados en los consultorios y
centros de salud de atención primaria.
Dicho el deseo, no puede ocultarse que también existe un temor: no sería aceptable que esa
integración suponga una vuelta atrás y reaparezca la preponderancia de la
asistencia hospitalaria sobre la que se presta desde la atención primaria, porque esta segunda juega un papel esencial para el buen funcionamiento
del sistema en su conjunto, aunque en ocasiones los profesionales de primaria
tengamos la sensación que esa equiparación de nuestra tarea con la
hospitalaria, nunca se alcanzó ante la opinión pública.
Al médico de primaria no se
le percibe por el usuario como un “especialista”, que lo
somos, sin embargo, si se
hace una sencilla revisión de la situación sanitaria de los países miembros de la OCDE, vemos que obtienen una mejor valoración
ciudadana de la eficiencia de sus servicios de salud, aquellos países que
cuentan con unos servicios de atención primaria bien dotados de recursos,
tanto humanos como materiales, y con una buena organización, aunque, para nuestro pesar, este no sea el caso de nuestra Comunidad
Autónoma.
Desde hace muchos años, los
profesionales de la atención primaria somos quienes, como primera puerta de
acceso al sistema, no solo hacemos frente a una demanda sobrecargada, sino que
ahora también somos el muro de las lamentaciones donde el paciente llora el
desencanto de los retrasos en las pruebas diagnósticas, en las intervenciones,
y en general de todas las consecuencias que sobre el sistema asistencial están
teniendo los recortes de recursos. También el hospital, pero
nosotros antes.
Y a eso debe
añadirse el malestar del acumulo de trabajo que nos supone el hecho de no
sustituir las bajas, ni los días de libre disposición, o los de formación de
nuestros compañeros. Nosotros asumimos su trabajo
con las acumulaciones de sus consultas, o teniendo que asumir horarios de
urgencias de atención primaria en concepto de horas, lo que conlleva una menor dedicación a las
actividades preventivas fundamentales en este nivel asistencial para que la
hospitalaria no se sobrecargue.
Con todo lo anterior, el
malestar existente entre los profesionales de primaria, podría provocar un
mayor deterioro del conjunto del sistema que ya presentaba deficiencias antes
de la crisis. Sin embargo, es gracias a la profesionalidad de la
atención primaria por lo que no se llega al conflicto, y aun con dificultades existentes, todos los días intentamos dar la respuesta más correcta
posible a las demandas asistenciales de los usuarios.
También, aunque no
se admita por los responsables de los servicios de salud, el que tengamos una
organización inadecuada de recursos humanos, con grandes diferencias entre
los distintos profesionales en función de su carácter rural o urbano, o de si
su trabajo es en la primaria o en la asistencia hospitalaria, influye en
esa sensación de malestar. A esto tenemos que añadir el eterno déficit de
comunicación con los distintos niveles asistenciales, el exceso de burocracia
existente y creciente cada día, la limitación que tenemos en primaria para
solicitar algunas pruebas diagnósticas, o las dificultades de carecer de
recursos instrumentales para atender algunas situaciones clínicas, etcétera.
Todo lo anterior
nos está llevando a una desmotivación creciente entre el colectivo de médicos
de primaria. Esperemos que la puesta en funcionamiento de la
Gerencia Integrada, sirva para evitar esa desmotivación de los profesionales, y
propicie cambios en las formas de gestión que permitan recuperar la
credibilidad en los responsables administrativos de nuestra área.
Sería deseable que desde esa
nueva gerencia integrada se diese la mayor información con toda la
transparencia posible, de los datos que se consideren negativos, y en paralelo
también se expliquen los esfuerzos por mejorarlos, porque con ello se
contribuiría sin duda, a poner sobre la mesa elementos motivadores y
regeneradores tanto para la atención primaria como para la
hospitalaria. Y sobre todo, que
se hicieran todos los esfuerzos posibles para desterrar el hecho de que desde
la asistencia hospitalaria nunca se le dio la importancia que tiene el difícil
trabajo de los profesionales de atención primaria.
La salud es un proyecto común, y
si se unen las posturas, todos ganaremos, pero sobre todo saldrán beneficiados los
pacientes. Se
trata en resumen, de
intentar solucionar problemas y no de crearlos.
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