Salvo que nos obstinemos en permanecer con los ojos cerrado y de espaldas a la sociedad, los socialistas debemos ser conscientes de que nuestro caudal político ha sufrido una erosión peligrosa, que fruto de la desmoralización ha disminuido el número de militantes, y que necesitamos recuperar la credibilidad y la confianza perdidas ante la sociedad. O conseguimos que los ciudadanos nos vean más cercanos porque el partido da un giro hacia la sociedad, o difícilmente recuperaremos esa confianza.
Nos encontramos en un tiempo de inflexión que decidirá el futuro social de nuestro país, y con él, el de nuestra organización. La regeneración democrática, la recuperación del debate político, o potenciar la cultura de la participación en las decisiones internas, son propuestas que enriquecerán nuestro acervo socialista.
Cada vez es más notorio en las redes sociales, que los ciudadanos entienden los partidos como punto de encuentro para la convivencia democrática, y no solo como maquinarias electorales. Hay que apostar por una democracia de calidad, porque los ciudadanos rechazan más la apariencia de democracia que su falta.
A lo largo de nuestra historia hemos combatido: las desigualdades de clase; las desigualdades de género; y la situación que viven nuestros jóvenes hace que ahora nos toque combatir las desigualdades que se producen entre generaciones, y ese es un reto inaplazable con uno de cada dos jóvenes españoles en situación de desempleo. El futuro del socialismo está en la juventud, y eso debe ser una creencia, no una frase bonita.
Todos los y las socialistas debemos aportar nuestro impulso a ese cambio necesario, y debemos hacer que todas estas ideas se vean plasmadas en las resoluciones de la Conferencia Política de noviembre. Es el tiempo de las propuestas para mejorar la democracia interna y la participación; es el momento de “repensar” nuestro partido buscando fórmulas que nos conecten con la ciudadanía.
Los debates en la Conferencia no pueden eludir aspectos como intentar aglutinar y liderar a toda la izquierda Ideológica, el impulso de la participación, la demanda de listas abiertas, de limitación de mandatos, de incompatibilidad, de financiación de partidos, la consulta a la militancia, mejorar la transparencia, etc.
La Conferencia marca la hora de una profunda renovación. Debemos ser los militantes quienes decidamos el rumbo a adoptar, quienes definamos una nueva organización adaptada a las exigencias del siglo XXI. Nada puede unirnos más, que el deseo de sentirnos socialistas cada día, de trabajar por alcanzar una democracia interna efectiva en la que cada militante con su participación construya los designios de un partido del siglo XXI, y así seguir luchando por el progreso, la igualdad y los derechos de todos los ciudadanos y ciudadanas.
A dos meses vista, nadie puede ignorar la importancia de la Conferencia de noviembre, ni siquiera los que tenemos nuestras dudas sobre sus resultados. Si hay algo que todos y todas compartimos es que sus resoluciones no pueden quedar en papel mojado, y el resultado debe ser un PSOE renovado completamente. Si quienes organizan la Conferencia y quienes participen en ella, no son conscientes de eso, que no duden que este partido se renovará a sí mismo, lo quiera o no su dirección.
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