Siempre entendí, que ser progresista significa pelear día a día
porque los ideales de libertad, igualdad y fraternidad estén presentes en
todas y cada una de las actividades de la sociedad y de nuestra vida. Pero cada
día podemos comprobar como hay quien a través de los medios de comunicación y
en actos públicos, está intentando cambiar el concepto de progresismo por un mensaje en el
que progresismo es sinónimo de progreso, y este lo explican cómo reformas
que no tienen en cuenta los principios
citados, sino criterios economicistas y privatizadores, usando la excusa de la
lucha contra la crisis sistémica que padecemos, y la necesidad de crecimiento
económico.
Hace unos días, escribía en
este blog sobre las carencias de nuestra
democracia. Carencias que, en gran medida, son debidas a un sistema ya obsoleto que nos dimos en la transición, y a
los oídos sordos que ese sistema y sus gobiernos, han hecho de las
reivindicaciones ciudadanas. Cuando en 2011 mucha gente joven se lanzó a la
calle hastiada de esa sordera gubernamental ante la demanda de cambios y
modernización necesarios en nuestro sistema político, se encendió una luz de
esperanza de mejora. Pero ni el gobierno de entonces, ni las reformas
abordadas por el actual, han intentado responderlas. Parecen ciegos, y obcecados
en no ver que la democracia española
está hoy alejada de los ciudadanos, que estos la perciben como sumisa a los
intereses de la banca y del gran capital, que la ciudadanía quiere un parlamento
que realmente represente la pluralidad social que existe y sus formas de
interpretar la política, que la gente desea un modelo de democracia en el que los
partidos no tengan la importancia que tenían en otros tiempos, o que la calle
prefiere políticos vocacionales y cercanos, a profesionales de la política.
Ese vivir de espalda a la
calle, les ha hecho decirnos que la respuesta a estas demandas solo es una, y
que la única alternativa a la situación que vivimos es seguir haciendo lo que
nos marca la troika, es decir, lo que exige e impone desde Bruselas o
Washington el poder económico.
No
es hora de interpretar que quienes pedimos esos cambios le estamos reprochando falta
de legitimidad en el proceso de transición vivido desde la muerte del dictador, pero si afirmamos que es hora de revisar una
estructura del estado que fue válida para ese momento, pero que se resquebraja
ante las nuevas demandas sociales. La principal de esas demandas creo que
es conseguir el final de los privilegios
de unos pocos frente al desamparo que ejerce el estado ante quienes carecen
de recursos para vivir fuera de los umbrales de la pobreza. La demanda es, en
resumen, que se modifiquen las reglas de
juego porque estas ya no nos sirven: ni dan más libertad, ni garantizan la
igualdad, y la fraternidad se fue por el sumidero.
Quienes nos sentimos
progresistas, nos quejamos de que ante los abusos del sistema, sin embargo los españoles permanecemos pasivos y
resignados, y eso es cierto. Pero una
mañana nos despertaremos y sin saber porque ha de ser ese día, los ciudadanos
pasaremos a la ofensiva y el sistema
tratará de disfrazarse como el garante de la paz ciudadana y contrarrestarla,
pero no le valdrá, será tarde.
Aunque muchos se empeñan por
intereses electorales, en afirmar que PSOE y PP son lo mismo, han de admitir
que mientras en el PP no hay signos de rebelión contra el sistema, en el PSOE
sí. Aunque aún en minoría entre su
dirección, pero avanzando entre sus afiliados, si ha prendido ese espíritu
revolucionario que se necesita, y muchos pensamos que ha llegado la hora de
pasar de solo resistirnos, a plantear
alternativas y luchar por ellas. Ya sé que muchos prefieren ser humillados
y permanecer callados por temor a significarse frente a las direcciones, porque
algunos vinculan su rebelión a que les suponga su miseria personal. Pero eso ha
ocurrido siempre y quienes más sumisos
se mostraron en principio, más agresivos actuaron una vez prendida la mecha.
Hoy me levante y escribí
esta entrada, convencido de que el caso Gurtel,la trama Bárcenas, los ERE, el
caso Palau,o el desfile de cargos camino de la cárcel en Mallorca, etc. ( y es
grande el etc.), están acercando cada día un poco más, el momento en que una mayoría decida no dejar para mañana la revolución
que todos sabemos necesaria, y que hasta ahora, cada mañana que nos levantamos,
aplazamos para el día siguiente. Esa mañana no habrá aplazamientos.
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