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No parece
discutible, aunque sea matizable, que la
reivindicación fundamental de las mujeres debe ser la de la igualdad de
derechos en todos los aspectos con respecto a los hombres, y que en este
camino queda mucho trayecto por recorrer. La particular situación que añade la ruralidad, es un obstáculo más para
alcanzar esas ansiadas cuotas de igualdad, al encontrarnos que a la desigualdad de género, se añade la
desigualdad del territorio en que esta reivindicación se produce (el medio
rural) con respecto al medio urbano.
Esto puede
explicar el porqué las reivindicaciones
de las mujeres rurales deben ir más allá de las de las urbanas, puesto que
a sus demandas de igualdad como colectivo debemos añadir la reivindicación a
favor del medio en el que viven, cada vez hoy mas estigmatizado por las
consecuencias de la actual crisis.
La puesta
en marcha de una política de igualdad
adaptada a la realidad del medio rural en nuestro país sería tan amplia de
describir, que posiblemente resultase cansada al lector. Pero si hemos de elegir un aspecto concreto entre todos
los posibles, además de las cuotas de igualdad ante la ley, el objetivo
fundamental debería ser la lucha contra
las formas de discriminación y desigualdad que las mujeres encuentran en el
mercado de trabajo, que casi siempre se consideran limitadas a las que
existen por razón de sexo, y a las que cada vez hay que añadir otras nuevas
emergentes por razón de religión, edad o raza.
Habría que
empezar por asumir, si queremos
cambiar la situación actual, que la mujer rural está ocupando el lugar
que la tradición cultural le ha venido asignando, es
decir, un segundo plano
en el mundo laboral, y una misión dirigida al ámbito
domestico. Esto es mucho más
palpable que en al ciudades donde las tradiciones cada vez
han perdido más fuerza y esta tradición también lo ha hecho.
Las mujeres que realizan un trabajo fuera de casa, en general, lo siguen haciendo en aquellos puestos que la tradición marca a las
mujeres. Sufren un mayor índice de paro que los hombres, su acceso al mercado
laboral se hace en la mayoría de los casos con carácter estacional, en la
economía sumergida, de lo que en gran manera es responsable la falta de
cualificación laboral a la que ese mismo modelo tradicional la ha conducido. En el caso de las mujeres rurales
esto se agudiza.
Pero sería falsear la realidad, el no resaltar,
que un número importante de situaciones de discriminación que viven las
mujeres, son consecuencia de su propia actitud en la
que priman posturas como: una
escasa reivindicación en el mundo laboral, posturas individualistas frente a
problemas comunes, carencia de espíritu asociacionista, falta de interés en el
acceso a puestos de responsabilidad política, baja autoestima, y sobre todo, la baja valoración social del trabajo que realizan en
casa. Si unimos todos estos aspectos, el hecho es que la sociedad considera a las mujeres
como un sector laboral de características especificas.
Para salir de esta situación, es necesario que
en el medio rural se invierta en infraestructuras y en servicios, que faciliten esta incorporación de la mujer al mercado de trabajo (guarderías,
Centros de Día, etc.), y estas dotaciones
deben ser acompañadas de inversiones para la formación de la mujer, que deben realizarse de
forma mantenida en el tiempo.
Es necesario acometer
un plan de actuaciones que: fomente el desarrollo de la carrera profesional en
las mujeres; promueva y posibilite el acceso y participación de la mujer en los
procesos de toma de decisión de las colectividades rurales; trabajar para
lograr la presencia equilibrada de mujeres y hombres en los sectores
productivos y empresariales; y favorecer la igualdad de oportunidades entre
hombres y mujeres ante el trabajo.
Como instrumentos para hacer esto posible señalamos: legislación que discrimine positivamente a la mujer,
formación en nuevas tecnologías, facilidad para prácticas laborales, ayudas a
la creación de empresas, formación en servicios de proximidad, campañas de
sensibilización social sobre estas problemáticas, apoyo al asociacionismo,
mejores dotaciones de infraestructuras y servicios locales, etc.
Lo que no es admisible es permanecer impasibles sin luchar por un objetivo compartido: la igualdad plena.
No puedo estar más de acuerdo, ojala se creen más blogs como este.
ResponderEliminarTengo un artículo en mi blog sobre este tema, llamado la opresión de la mujer: www.mujerfuturista.blogspot.com,si le interesa estaré encantada de saber su opinión. Un saludo, y gracias.