Estamos gobernados por un montón de mentirosos. Nadie puede
negar que mientras el Jefe del Estado apoyaba la causa de proteger la
naturaleza, en paralelo liquidaba paquidermos. Nadie puede
negar que el gobierno nos engañe y estafa aplicando un programa electoral
que no ha votado ni quienes lo votaron. Nadie puede negar que las cuentas autonómicas sean mentira. Nadie puede
negar que los españoles vivimos mucho peor que el 20-N de 2011. Nadie puede negar
que nuestros Ayuntamientos hagan piruetas para mantener los servicios, mientras los
munícipes garantizaron su continuidad.
La lista de mentiras que nos rodean es larga y su
consecuencia es el hastió y la desesperanza del españolito de a pie. Nuestro
derecho a protestar lo legitima ese rosario de mentira tras mentira. No podemos creernos
nada ni confiar en nadie, y eso está haciendo que cada uno vayamos a
lo nuestro y aplicamos aquello de cada cual se las arregle como pueda.
A los únicos a quienes les queda algo de
credibilidad es precisamente a quienes protestan, y eso hace que
al protesta sea la única forma de hacer política que nos están dejando. Eso sí, con algún
que otro mamporrazo de las fuerzas de orden público, alguna detención, y sobre
todo con declaraciones fuera de tono de los gobernantes que nos retrotraen a
tiempos peores.
Vivimos en la democracia de las palabras
prohibidas, de las declaraciones escritas, de las comparecencias
sin preguntas, del gobierno que no gobierna sino que obedece, de la oposición
que no se opone sino que consensua. Para que un problema no exista, basta con ni tan siquiera
citarlo
Lo único que sigue igual son los ricos, que siguen ricos, mucho más ricos.
Cuando el PP se escuda en la herencia recibida para disimular
su incapacidad y su incompetencia para dar soluciones a los ciudadanos, alguien
debería arrojarle a la cara esta España a la que están triturando y hacerles ver que
esta será su herencia, la que mañana le van a dejar a quienes lleguen al futuro.
Tras año y medio de desgobierno de tontoros, fatimas y guindas, ya solo aplican la
táctica del que trabaja al aire libre y empieza a llover, esperar a
que escampe. Ni pide explicaciones a la nube, ni las da cuando alguien le comenta
lo poco que le ha cundido el trabajo ese día.
Ahora Rajoy se ha reunido con sus fieles y se ha disfrazado
de profeta a ver si cuela “en el 2014 esto va a ser España va bien”. Aplausos
enfervorecidos, sonrisas forzadas y palmaditas en la espalda de sus acólitos.
Pero también gente que tras oírlos en la TV dice aquello de “a ver si
es verdad”. Esta es la clave de un gobierno desnortado aunque obedezca las órdenes del
norte europeo, a pesar de todos los abusos, aún no son
suficientes para que nos sintamos masivamente victimas. Su mentalidad
autoritaria provoca miedo al ciudadano y entramos a separarnos entre los
amedrentados y los no amedrentados, y así el PP consigue su objetivo
de divide y vencerás
Todos, votantes de uno u otro partido, sufrimos la crisis
del sistema sin ser culpables de ella.
La salida de la crisis tenemos que conseguirla los
ciudadanos y ciudadanas cada día y parece que a través de un nuevo tejido asociativo del que
seamos participes y no solo representados, pero no debemos olvidarnos de por qué se produjo esa
crisis, ni olvidarnos de quiénes la produjeron. Y sobre todo que lo
que hagamos los cambios que hagamos a partir de ahora,
deben conseguir que no se repita.
Ojala, al levantarnos una mañana, nos demos cuenta, que esos tic
autoritarios solo son el reflejo de la incapacidad y la impotencia de un
gobierno, y no de la sociedad. Militemos en el
optimismo de que querer es poder.
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