Cuando los cambios sociales se producen
vertiginosamente como está sucediendo en nuestro país, parece de cajón, que los partidos
deban adaptarse con la misma rapidez a ellos si quieren permanecer como
referente social. Por eso resulta difícil de comprender la obstinación de la
dirección socialista en no atender una petición clamorosa de sus bases: un
militante un voto a la hora de designar un secretario general. No aceptar esa realidad de
profundización democrática es no adaptarse a la velocidad que los cambios sociales
requieren..
Es raro que una formación política
asuma cambios internos cuando alcanza el gobierno, y estamos acostumbrados a que estos llegan siempre
en la oposición, y ejemplos de ello hay por doquier. Por eso resulta más incomprensible
aún lo que ocurre en el socialismo español de resistirse a los mismos, cuando
no estamos en el gobierno. De lo contrario, asúmase que no aceptar cambios, se debe
a que hay temor y resistencia en las direcciones, sabedoras como son, de que
esos mismos cambios puedan precipitar su salida.
Ese apego al cargo puede ser
comprensible desde lo personal, pero no políticamente si el cambio lo exige la
militancia.
Obstinarse o resistirse a el, conlleva el riesgo del deterioro de la imagen del
dirigente
que así actúa, pero sobre todo, y más grave, es que esa actitud inmovilista pueda
conllevar otro riesgo: la desaparición de la formación política en la que
milita.
Paliar esta hipotética situación, y
sobre todo, evitar que se repita en el tiempo, requiere de arbitrar normas y
reglas que la impidan. Establecer la elección directa de los dirigentes
por las bases es la forma de contrarrestar esto, y por lo tanto debería estar
reglamentado que ese proceso se produzca periódicamente o de forma
extraordinaria en determinadas circunstancias. Consiste simplemente en responder
con más democracia, ante los problemas de las estructuras democráticas.
Que los partidos españoles caminen hacia un nuevo
escenario de una democracia más participativa, cada vez es más demandado por la
ciudadanía,
y en esto también deberíamos los socialistas ser innovadores. A diferencia
de lo militancia de la derecha, a un o una socialista debe importarle más que gane el partido
en su conjunto, que el triunfo personal. Tendríamos que recordar que la derecha
impulsa la competencia, y el socialismo alienta la cooperación.
Quitémonos de una vez la venda de los ojos, y
empecemos
a darnos cuenta que cada vez estamos más desconectados de nuestra base
electoral, y que un cambio de caras no arreglara esa desconexión, pero si puede
arreglarla un cambio de modelo de partido. Necesitamos replantear nuestro
posicionamiento y nuestro proyecto, porque no nos vale con maquillar la cara o
cambiar los gestos.
O se cambia todo, y nos adaptamos
a la necesidad de respuestas desde la izquierda ante esta situación en la que vivimos
un permanente ataque desaforado del neoliberalismo, o no se nos reconocerá por los
ciudadanos al PSOE como un instrumento útil para ellos, sean socialistas o no.
Es el momento de PRIMARIAS para la confección de las
candidaturas y para la elección de los cargos del partido, de las LISTAS
ABIERTAS, de la LIMITACIÓN DE MANDATOS, de la INCOMPATILIDAD entre dos cargos,
y sobre todo del REFUERZO DE LA PARTICIPACIÓN. No verlo es ganas de hacerse el
ciego, aunque no hay mas ciego que el que no quiere ver,
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