La
percepción de mucha gente es que eso no ocurrirá, precisamente porque en el PSOE no
nos atrevemos a mirar de frente a la realidad, y a acabar asumiendo la
necesidad de refundarnos para responder a lo que hoy espera la sociedad de un
partido que se llama socialista. No hacerlo es la principal razón que tiene el PP
para continuar aplicando su desgobierno.
En la
calle se tiene la sensación de que nadie quiere escucharla. Y un partido de gobierno
sin proyecto y una oposición con miedo al cambio que esa calle pide, es sinónimo
de crisis del sistema político en su conjunto. Desde fuera, parece que al
PP le interesa que pase el tiempo y que vengan mejores, y que en el
PSOE dan miedo hacer cambios que pudiesen llevarle al gobierno. A diferencia de en los
partidos, en la calle se demanda un cambio y rápido.
Gobernar
en democracia es la expresión del espíritu de servicio a la sociedad de los
gobernantes, de la entrega a los demás para mejorar la calidad de vida del
conjunto de la sociedad. Nada más lejano a la realidad imperante, donde el clientelismo,
la corrupción, o el vivir de la política como profesión, solo pueden encontrarse
con la repulsa ciudadana.
Que nuestra
transición del franquismo a la democracia se quedo inacabada es algo que muchos pensamos, y es
preciso completarla, porque según mi abuela, medias tintas nunca
fueron buenas,
y
nuestra transición ha sido la de las medias tintas. Empezando porque tuvimos que acatar
una monarquía como modelo de estado, por admitir un estado autonómico con carencias en su planificación, o por mantener un
Senado que desde su creación parece estar sobrando, son muestras de ello. Esto no ha
sido una transición real, sino solo andar camino.
El gran enemigo
para adoptar el camino correcto a seguir solo es el miedo, esa arma de destrucción masiva
que se utiliza por el poder cada vez que se siente cuestionado. O la
sociedad española es capaz de desprenderse del lastre de nuestro pasado, o lo
arrastraremos contaminando nuestro futuro.
Ha llegado el momento de darnos
cuenta de que mientras la derecha se mira el ombligo, en la
izquierda nos seguimos mirando de reojo, y eso que entre nuestros eslogan más
repetidos siempre estuvieron los de “la unión hace la fuerza” o “el pueblo
unido jamás será vencido” o “mejor morir de pie que vivir de rodillas”. Me parece que ha llegado el
momento de aplicar estas máximas y dejar de usarlas como
palabrería y demagogia. O lo hacemos, o
nos darán todas en el mismo carrillo.
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