viernes, 15 de marzo de 2013

La deuda pública del PP, eso sí que será una herencia

Ayer el Banco de España publicaba los datos de la deuda pública de nuestro país, y aunque los números aburren, es necesario conocerlos. El salto que ha sufrido nuestra deuda pública de un año a otro, pasando del 69,3 % al 84,1% del PIB, es para echarse a temblar, con ponernos a pensar en cómo podremos hacerle frente, en los próximos años. Esta si que será una herencia recibida de la que nos acordaremos muchos años. Son 884.416 millones de euros, que representan el volumen más alto de nuestra historia. Después de tantos recortes en sanidad, educación, salarios a funcionarios, pensiones, y demás iniciativas del gobierno, habrá que concluir que no han servido para nada.
 
De esa cantidad, corresponde a la Administración Central el 72,3% del PIB, o sea, 760.262 millones en 2012, lo que significa que con este gobierno la deuda de esa Administración se incremento en 140.000 millones respecto a la de 2011. Aunque todo quieran justificarlo con la herencia recibida, este ha sido un ejercicio contable completo con el PP como responsable de esa administración. También creció la deuda de las CCAA, alcanzando un nuevo record histórico, y también en casi la totalidad de Comunidades en 2012 ha gobernado el PP. Cada vez es más difícil que la gente se crea que la culpa de cualquier mal es de Zapatero.
 
Dejando a un lado la frialdad de los números, hay que decir que la principal causa de ese incremento está en la socialización de las perdidas y necesidades de la banca española asumida por el gobierno, convirtiendo en deuda pública una deuda que debería ser absolutamente privada. Todo lo ahorrado a base de recortes a los ciudadanos ha ido a parar a esa banca, que ahora no se preocupa de las pérdidas de los ciudadanos ni de nuestra necesidad de ayudas de hoy como hemos tenido que hacer los ciudadanos con ella. Menos mal que no hemos sido rescatados como país al estilo Grecia o Portugal, porque esto según el gobierno se llama rescate bancario. No soy economista y me cuesta ver la diferencia técnica, pero si veo que las consecuencias sociales están siendo las mismas, lo bauticen como lo bauticen.
 
Mientras la deuda sigue creciendo, en la reunión de ayer y hoy de líderes europeos (es también una calificación eufemística de esos señores y señoras) se continua apostando por mas austeridad y más recortes, al menos hasta que se celebren las elecciones alemanas y doña Ángela pueda ser reelegida. Nuestro gobierno hoy habla ya de dificultar la jubilación anticipada y de recortes en las ayudas al desempleo de los mayores de cincuenta y cinco años. Como la práctica totalidad de esos líderes europeos, sobrepasa esta edad, es de suponer que ninguno piensa jubilarse anticipadamente, para nuestra desgracia
 
Nadie en España en su sano juicio, puede ya dudar que los recortes han sido la manera de que la riqueza que se había redistribuido entre la población en forma de servicios públicos, vuelva al bolsillo de los que mandan. Y tampoco es dudoso que detrás de esa política de austeridad para con la ciudadanía, no existe también esa política de austeridad con la banca, porque la deuda española se ha incrementado exactamente en la cantidad que ahora les debemos a esos bancos, a sumar a la que ya les debíamos. Mal estamos, pero me parece que la avaricia del capital ejercida a través de políticas neoliberales, no tiene final, y seguirán los palos a los más débiles.
 
Visto lo visto, cada vez parece más lógico, necesario, y urgente realizar una auditoría de nuestra deuda pública, y asumir que aquella que corresponda a la prestación de servicios públicos nos corresponde hacerle frente entre todos. Pero la que ha sido generada para cubrir las pérdidas y ayudas que ha necesitado la banca, que la afronte la banca, que ella no afronta la de los ciudadanos. Que mi partido no apoye una auditoria para saber exactamente la composición de la deuda, con todo el respeto a mis compañeros diputados y diputadas, no lo puedo entender.
 
Después de lo expuesto, escuchar al presidente Rajoy diciendo que se salta su programa electoral para hacer lo que tiene que hacer, resulta penoso, porque con ello solo expresa lo que piensa, que los ciudadanos somos un rebaño de ovejas sin capacidad de raciocinio. En honor a la verdad, Rajoy debería decir que hace lo que le ordenan hacer sus acreedores, que seguro lo entenderíamos mejor todos, convencidos desde siempre por algo que se recoge en el refranero "quien paga manda".
 
Sería más sencillo de explicar para él, pero sobre todo, sería la verdad., que es lo mínimo que se debe exigir a un dirigente político. Lo único que explica su actitud es que no es un dirigente, sino un dirigido.

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