Ayer el Banco
de España publicaba los datos de la deuda pública de nuestro país, y
aunque los números aburren, es necesario conocerlos. El salto que ha sufrido
nuestra deuda pública de un año a otro, pasando del 69,3 % al
84,1% del PIB,
es para echarse a temblar, con ponernos a pensar en cómo podremos hacerle
frente, en los próximos años. Esta si que será una herencia recibida de la que
nos acordaremos muchos años. Son 884.416 millones de euros,
que representan el volumen más alto de nuestra historia. Después de tantos
recortes en sanidad, educación, salarios a funcionarios, pensiones, y demás iniciativas
del gobierno, habrá que concluir que no han servido para nada.
De esa
cantidad, corresponde a la Administración Central el 72,3% del PIB, o sea, 760.262
millones en 2012,
lo que significa que con este gobierno la deuda de esa Administración se
incremento en 140.000 millones respecto a la de 2011. Aunque todo quieran
justificarlo con la herencia recibida, este ha sido un ejercicio
contable completo con el PP como responsable de esa administración. También creció la
deuda de las CCAA, alcanzando un nuevo record histórico, y también en casi
la totalidad de Comunidades en 2012 ha gobernado el PP. Cada vez es más difícil
que la gente se crea que la culpa de cualquier mal es de Zapatero.
Dejando a un
lado la frialdad de los números, hay que decir que la principal
causa de ese incremento está en la socialización de las perdidas y necesidades
de la banca española asumida por el gobierno, convirtiendo en deuda pública
una deuda que debería ser absolutamente privada. Todo lo ahorrado a base
de recortes a los ciudadanos ha ido a parar a esa banca, que ahora no se
preocupa de las pérdidas de los ciudadanos ni de nuestra necesidad de ayudas de
hoy como hemos tenido que hacer los ciudadanos con ella. Menos
mal que no hemos sido rescatados como país al estilo Grecia o Portugal, porque esto según
el gobierno se llama rescate bancario. No soy economista y me
cuesta ver la diferencia técnica, pero si veo que las consecuencias sociales están
siendo las mismas,
lo bauticen como lo bauticen.
Mientras la
deuda sigue creciendo, en la reunión de ayer y hoy de líderes
europeos (es
también una calificación eufemística de esos señores y señoras) se
continua apostando por mas austeridad y más recortes, al menos hasta que se
celebren las elecciones alemanas y doña Ángela pueda ser reelegida. Nuestro
gobierno hoy habla ya de dificultar la jubilación anticipada y de recortes en
las ayudas al desempleo de los mayores de cincuenta y cinco años. Como la práctica
totalidad de esos líderes europeos, sobrepasa esta edad, es de suponer que
ninguno piensa jubilarse anticipadamente, para nuestra desgracia
Nadie en España
en su sano juicio, puede ya dudar que los recortes han sido la
manera de que la riqueza que se había redistribuido entre la población en forma
de servicios públicos, vuelva al bolsillo de los que mandan. Y tampoco es
dudoso que
detrás de esa política de austeridad para con la
ciudadanía, no existe también esa política de austeridad con la banca, porque la deuda
española se ha incrementado exactamente en la cantidad que ahora les debemos a
esos bancos,
a sumar a la que ya les debíamos. Mal estamos, pero me parece que la
avaricia del capital ejercida a través de políticas neoliberales, no tiene
final, y
seguirán los palos a los más débiles.
Visto lo
visto, cada vez parece más lógico, necesario, y urgente realizar
una auditoría de nuestra deuda pública, y asumir que aquella que
corresponda a la prestación de servicios públicos nos corresponde hacerle
frente entre todos.
Pero la
que ha sido generada para cubrir las pérdidas y ayudas que ha
necesitado la banca,
que la afronte la banca, que ella no afronta la de los ciudadanos. Que
mi partido no apoye una auditoria para saber exactamente la composición de la
deuda,
con todo el respeto a mis compañeros diputados y diputadas, no
lo puedo entender.
Después de
lo expuesto, escuchar al presidente Rajoy diciendo que se salta su programa
electoral para hacer lo que tiene que hacer, resulta penoso, porque con
ello solo expresa lo que piensa, que los ciudadanos somos un rebaño de
ovejas sin capacidad de raciocinio. En honor a la verdad, Rajoy
debería decir que hace lo que le ordenan hacer sus acreedores, que seguro lo entenderíamos
mejor todos, convencidos desde siempre por algo que se recoge en el
refranero "quien paga manda".
Sería más sencillo de explicar para él, pero
sobre todo, sería la verdad., que es lo mínimo que se debe exigir a un
dirigente político. Lo único que explica su actitud es que no es un dirigente,
sino un dirigido.
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