domingo, 24 de marzo de 2013

El error no puede ser una forma de actuar

Tarde del primer sábado de primavera. Llueve en gran parte de España, pero en Albacete la tarde es de nubes y claros como decían en la información meteorológica. Tomar una cerveza con amigos de siempre con los que hace años no se ha coincidido, siempre es motivo de alegría y siempre un buen momento para recordar vivencias comunes.
En la conversación están nuestros años de lucha estudiantil, los amores juveniles, noches de risas interminables, errores y de aciertos, compromisos inquebrantables olvidados, amistad sin sexos, sexo y amistad, sueños y despertares. Todos esos sentimientos agolpados pueden verse reflejados en un rostro no contemplado desde hace tiempo.
 
Despedida y de nuevo a casa. He vuelto a evocar alguno de los episodios comentados con mi amigo, y me doy cuenta de cómo el tiempo ha cambiado nuestra forma de analizar los acontecimientos. La conclusión es que para él un error  es eso, un error, pero para mí un error que se repite acaba convirtiéndose en una forma de comportamiento que puede llevarnos a una deriva sin retorno. Ambos lo sabemos, pero yo he sido más crítico

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Algo así creo que puede estar ocurriéndole a mi partido, porque con el desgobierno que tiene este país, es inexplicable nuestro estancamiento en las encuestas, salvo que se deba no a un error sino a una forma de comportamiento interno que nos impide tomar decisiones que nos frenen en ese sin retorno que citaba. Nos falta autocritica  y asumir que a veces un error, es motivo suficiente para dejar que otro compañero o compañera lo intente.
Nadie puede negarnos a los socialistas valores que nos llevaron a la responsabilidad de ejercer el gobierno, pero tampoco nosotros podemos negar errores que han propiciado nuestra salida de él. Cuando eso nos ocurre en la vida personal, sabemos que tenemos que rectificar e incluso cambiar. Cuando ocurre en política, la salida puede ser rectificar, pero cuando reiteramos el error no hay otra salida que no sea también el cambio.

Nunca los socialistas tuvimos al rival político en peores condiciones para conseguir recuperarnos, pero lo cierto es que no somos capaces de hacerlo. Que el PP gobierna contra los ciudadanos es evidente, pero no debemos esperar llegar al gobierno por su desgaste, sino por el merito propio. Solo puede ser por errores propios, y si eso lleva ocurriendo más de un año, como comentaba con mi amigo, el riesgo de que errar se haya convertido en una manera de comportamiento pensando que se rectifica y es suficiente, puede ser una de las causas de nuestro estancamiento.
No hay que agachar la cabeza, podemos estar orgullosos de lo hecho, porque en el gobierno hemos universalizado la asistencia sanitaria pública y gratuita, establecido el sistema de pensiones, puesto en marcha los servicios sociales y la atención a la dependencia, medidas contra la violencia de género, extendido la escolarización, propiciado el acceso a los estudios universitarios, y otros muchos avances que aunque se pretendan negar por la derecha, no pueden hacerlo, y por ello su ataque es a la gestión hecha de los mismos, pero no su implantación. Eso además de motivo de orgullo debe ser parte de nuestro discurso.
Pero recuperar otra parte de ese discurso de izquierda, puede resultarnos más difícil, después de nuestro partido haber aceptado el modelo de la UE y el euro, porque la pertenencia a ese club marca pautas de comportamiento. Algo parecido podemos decir al ser miembros de la OTAN que nos alinea en un determinado bloque.
Hay propuestas que incluidas en nuestro proyecto servirían para recuperar un discurso más cercano a los principios de nuestro fundador Pablo Iglesias: un estado laico, blindaje de los pilares del estado de bienestar incluidas las pensiones lo mismo que se ha blindado el déficit cambiando la Constitución, disminuir la jornada laboral para que trabajen más personas, vivienda pública de alquiler para evitar las hipotecas, etc. Plantear claramente el cambio de la estructura fiscal actual, para que realmente pague más quien más tiene, en lugar de cómo ocurre ahora que paga más el que más tiene hasta un nivel, para después pagar menos cuanto más tengas. Que la lucha contra el fraude vaya de una vez contra los grandes defraudadores y no contra el pequeño empresario o el asalariado. Son las cosas que no hemos hecho cuando gobernábamos, creyendo que debían hacerse.


Pero no nos bastará solo con recuperar un discurso de izquierda. Necesitamos que ese proyecto se encabece por gente creíble que lo haga creíble, y que se acompañe de cambios en la manera de actuar ante los acontecimientos. Y cuando digo gente creíble, no digo solo caras jóvenes, digo gente nueva y creíble, que a veces en nuestro partido acostumbramos a confundir nuevo con joven, y no necesariamente ha de ser así.
El argumento de nuestro Secretario General para permanecer al frente de la organización es sólido, haber sido por la mayoría del partido en el último congreso, aunque las encuestas dicen que es un error obstinarse en permanecer en el cargo. Pero ese mismo argumento se cae por su peso, cuando nuestro Secretario General solicita la dimisión de Rajoy pese a la mayoría obtenida el 20 N, y esgrime que las encuestas dicen que ha perdido la confianza del electorado. Es una contradicción palpable, que él no se aplica.

Puede que estemos en lo que comentaba al principio en referencia al reencuentro con mi amigo, no solo ante un error aislado, sino ante una forma de actuar, y a veces la obstinación en creer que tenemos razón nos impide hacer lo que sabemos que deberíamos hacer.

 

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