viernes, 23 de abril de 2021

Penoso, como poco.


Todo acaba por oler a rancio en la Villa y Corte. Porque solo a tocino muy muy añejo, tiene sabor, la prohibición del acto de una ministra del gobierno de España en un instituto madrileño, por parte del gobierno de la Comunidad. La justificación que dan es evitar un acto de "adoctrinamiento" que es lo mismo que decir "aquí en mi cortijo, solo adoctrino yo".
Da igual el día o la materia, para IDA lo único importante es dar la nota. Señalarse. Demostrar que Casado a su lado es un mindundi. Se puede tratar de ignorarla, o evitar cruzarse con ella, pero puedes estar seguro que al final conseguirá chocar. Si ese desaire lo hubiesen hecho en Euskadi o en Catalunya sería un atentado contra el gobierno de la patria y exigirían el 155.Como lo hace Ayuso, todo es comprensible para gran parte de los medios españoles que ni citan el hecho como algo noticiable. Esta señora que exige que se la respete, es la primera en faltar al respeto a una ministra, que por mucho que le escueza, es la ministra de Igualdad de su país, su ministra, democráticamente elegida.
En una democracia del siglo XXI esta actuación de la presidenta madrileña es tan disparatada, ofensiva y de tiempos casi guerracivilistas, e impropio de alguien de un partido con responsabilidad de gobierno en otras CCAA. Si Casado pintase algo en su partido, lo mínimo que debería hacer es frenarla, salvo que a él tampoco le importen los comportamientos democráticos.

Esta pasada nauseabunda, debe ser la mejor manera que ha encontrado IDA de celebrar el 8M: volver a aquello de una de las dos Españas ha de darte el corazón. 

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