domingo, 21 de febrero de 2021

Que tiempos aquellos

 Puede que aquellos que querían meter a toda la clase política en un mismo saco, lo hayan conseguido. Ya son muchos los ciudadanos que se permiten afirmar que todos los políticos son iguales, y con esa corriente de pensamiento, lograr el gran objetivo del neoliberalismo ultra: no solo la desconfianza en la política, sino la desconfianza en las instituciones. Cierto que unos han buscado eso como objetivo, pero no menos cierto que otros se lo han facilitado, ganándose a pulso el descrédito personal y con ellos el de las instituciones donde ejercen la representación de los ciudadanos.

No es raro que una gran parte de los ciudadanos piense que estamos en manos de incompetentes, cuyo gran mérito es ser lacayos de quienes gobiernan sus partidos. Parece que el único papel que se nos deja a los ciudadanos es el de votantes, y que una vez que lo has hecho has terminado tu tarea con la democracia. Si además se aprecia la impunidad con la que algunos actúan, la desconfianza crece. De poco sirve acusar a un partido de sus promesas incumplidas, sabiéndose impunes. Y menos aún cuando en muchos casos, la denuncia supone la defenestración del denunciante.
Que tiempos aquellos en los que se accedía a la política para defender los intereses de los ciudadanos y servir a las instituciones. Hoy esa actitud parece algo del pasado, añejo, olvidado. Solo alguno y alguna se salva, pero son difíciles de encontrar en medio de este dislate. Pero no son todos iguales,

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