lunes, 10 de febrero de 2020

¿PARA CUANDO DEJAMOS ESTA URGENCIA?


No podemos quejarnos de que nuestro sistema político funcione mal, si callamos año tras año, y seguimos permitiendo que dentro del Estado existan reinos de Taifas como ocurre con la iglesia católica española. Que el gobierno desconozca (como afirma el propio Tribunal de Cuentas), a que destina la cúpula eclesiástica el dinero que reciben por el IRPF es una prueba de que no queremos avanzar y dejar atrás los cuarenta años de la dictadura franquista.
Según la Conferencia Episcopal, son más de 122 millones de euros los recaudados por las diócesis españolas como "ingresos del patrimonio y de actividades económicas", una cantidad por la que no paga impuestos y que nadie controla por parte del Estado a que dedica la iglesia sus ingresos. Una practica que se parece más a la de una organización criminal que a la de un organismo respetuoso con las leyes.
Gobierno tras gobierno, han ido manteniendo los privilegios de la iglesia católica. No es de recibo que este gobierno de coalición progresista, siga aplazando poner las cosas en su sitio, y no ponga sobre la mesa la no confesionalidad del Estado. Y si para ello precisa de una votación parlamentaria, estará bien que todos se retraten y sepamos a quienes le importan los ciudadanos ya quienes sus elites.
Tampoco parece lógico que a quien así se comporta con el conjunto del Estado, ese mismo estado le financie una educación concertada de la que la iglesia es la mayor beneficiaria. Tampoco se pueden olvidar las inmatriculaciones, ni los bienes expropiados por la iglesia a sus dueños. Si un ciudadano no para el Impuesto de Bienes Inmuebles, se le expropia el bien ¿Por qué a la iglesia no? Las obras de caridad de la iglesia, tan halagadas, se las cobran por esta vía, con lo cual lo de que sean caritativas es cuestionable.
Las iglesias deben ser financiadas por sus fieles seguidores y no por todos, incluidos los agnósticos. Si no hay un trato igualitario para todos, esto no puede llamarse Estado de Derecho, y aquí a un pequeño comerciante se le cierra el negocio por impago, y este comerciante no es pequeño precisamente, tal vez por eso no les llama la Agencia Tributaria como a los pequeños. En época de vacas flacas estas reformas no pueden demorarse.
No se han tomado al pie de la letra la pobreza de su fundador, y si aquello de que su reino no es de este mundo, aunque ya no vendan parcelas en el cielo, como antaño hacían. Pero estoy seguro que este dinero no le llega a su dios, sino que se lo quedan los intermediarios. Seguimos con vestigios del franquismo.

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