A quien corresponda
PADRINOS QUE SON. PADRINOS QUE QUIEREN SERLO.
Los padrinos nunca se retiran, si hacerlo implica perder poder adquisitivo, o perder poder en la familia.
Son corchos que en cualquier fluido siempre flotan.
Caminantes sobre una linde eterna.
Despertadores de temor, amor y odio a partes iguales, y de forma simultánea.
Buscadores siempre de su propio Eldorado, nunca de llevar a los demás a Eldorado.
Pasan de aprendices a maestros en el arte de la intriga, sin ruido, porque lo que más vale es su silencio.
Padrinos diligentes solo con quienes se inclinan y babean ante ellos.
No son casos aislados, son muchos los padrinos repetidores de curso, unos más influyentes que otros.
Ninguneadores de quienes osan tener criterio propio.
Tomadores de notas, para no olvidar nunca, quien debe atenerse a las consecuencias de sus actos.
Esos a los que no se les corta la llamada, sino que cuelgan el teléfono si lo que oyen no es lo que desean.
Proponentes de injusticias injustificables.
Que no olvidan y mucho menos perdonan.
Despreciadores con quien no ríe sus gracias.
Estudiantes de caciques, duchos en la desvergüenza, generadores de desprecio entre sus sometidos.
Padrinos, maestros de aprendices, a los que acaban haciendo más abominables que ellos mismos.
Envidiados por sus sucesores, que después de sucederles les imitarán.
Capaces de hacer llorar a hombres y mujeres en su despacho, para así sentirse en la cresta de la ola.
No persiguen un retiro dorado para descansar, sino un nuevo punto de apoyo.
Buscan apoyar su palanca en un nuevo punto, desde donde manejar y mover pesos aún mayores.
Gente cuyo desprecio debe tomarse como una condecoración para nuestra dignidad.
Y al final, solo consiguen que el ciudadano constate, que no hay peor cuña que la de la misma madera.
Es bueno tener memoria. Porque abundan demasiado.
Salud y República.
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