Algunos parecen no cesar en su empeño de confundir a una opinión publica que, entre desinformada y engañada en muchos casos, es presa fácil de las hienas de la mentira y las falacias.
La etimología de la palabra “eutanasia” es BUENA MUERTE. Significa, dar la muerte a la persona que libremente la solicita para evitarse un sufrimiento irreversible, y que ella misma es quien considera ese sufrimiento intolerable. Fueron los nazis quienes convirtieron esta palabra en maldita, al usarla para denominar así al asesinato de miles de seres humanos discapacitados física o mentalmente. Pero por mucho que la derecha trate de convencernos de lo contrario, eutanasia y asesinato son términos absolutamente incompatibles, puesto que en la primera la muerte es voluntaria y en la segunda es contra la voluntad de una persona. No hay eutanasia involuntaria, eso no es eutanasia.
En EEUU ya discutían sobre este asunto a principios y mediados del siglo XIX. En Inglaterra lo hacían a principios del siglo XX. Ahora nos ha llegado el turno a los españoles, y ¡Ojalá! Que en esta ocasión se permita su regulación. Pero no somos los conejillos de indias de este derecho, como parece desprenderse de algunos comentarios de ilustres representantes de nuestra derecha, porque la eutanasia en humanos ya es legal en los Países Bajos, Canadá, Bélgica, Colombia, y Luxemburgo. Existen varias formas de eutanasia: directa e indirecta según el actuar médico, y voluntaria e involuntaria según se cuente o no con el consentimiento del paciente informado y consciente. En el Reino Unido, no está regulada, pero es una practica habitual esta última forma.
Conviene recordar la recomendación del Consejo de Europa «La dignidad es inherente a la existencia de cada ser humano. Si su posesión se debiera a peculiaridades, habilidades o cualquier condición, la dignidad no sería ni igual ni universalmente peculiar para todos los seres humanos. Por lo tanto, el ser humano está investido de dignidad a lo largo de su vida. El dolor, el sufrimiento o la debilidad no pueden privarlo de ella”. Por lo tanto, está exigiendo «consagrar y proteger el derecho de las personas terminales, enfermas y moribundas a una gama completa de cuidados paliativos» y a su vez «mantener la prohibición absoluta intencional de la vida de los pacientes incurables y moribundos».
Eutanasia debe ser algo discutible y consensual en una sociedad moderna, aunque en esta nuestra suene como a “nombrar el árbol en casa del ahorcado”. Tal vez por eso, hoy nos hemos despachado con una ráfaga de acusaciones del PP al PSOE, de intentar legalizar la eutanasia en nuestro país, como legalizar el asesinato, casi acusándole de un genocidio gubernamental, para ahorrar costes en el sistema sanitario. No solo es un disparate esta afirmación en si misma, y más propia de la extrema derecha, sino que es mucho más grave al realizarse desde el principal partido de la oposición. Pero, por si no queríamos caldo, nos dan dos tazas. Parece disparatado que el portavoz de la formación de Casado en este asunto, sea el señor Echaniz. Este señor, entre sus muchos "ex", es ex consejero de sanidad y bienestar social de Castilla La Mancha en la época Cospedal.
A juicio de este ilustrado, "cada vez que una persona fallece o es empujada al fallecimiento por la vía de la eutanasia el Estado está ahorrando muchísimo”. Es textual. Debe pensar el ladrón que todos son de su condición, porque el ahorro era su intención, cuando enviaba a los pacientes castellano manchegos a intervenirse en hospitales madrileños (algunos tuvieron que re intervenirse), convirtiendo a los pacientes en objeto de negocio para muchas clínicas, algunas gestionadas por amigos y conocidos de este genio de la sanidad. El genio citado, saltó a la fama por sus recortes de los comedores escolares, las ayudas sociales, los servicios de urgencia, por permitir el aumento inconmensurable de las listas de espera, por suprimir puestos de trabajo en la sanidad, etc. Todo un as del recorte, que dejó a Castilla La Mancha hecha unos zorros, y eso que solo tuvo cuatro años para hacerlo. Que sea él quien hable de ahorro, hace llorar.
Este señor, (emulando al nazismo de la segunda guerra mundial), prefería aplicar recortes, aunque con ellos se mate a quienes están sanos, y ahora es capaz de oponerse, a ayudar a morir a quienes voluntariamente lo solicitan por padecer un proceso de sufrimiento ante una enfermedad incurable e irreversible, porque lo ve como una forma de ahorro. Solo es esgrimible ese argumento desde la mezquindad, la vileza, o quizás mas materialmente, desde el saneamiento de la contabilidad de algunos hospitales privados madrileños.
En el PP por un lado niegan el derecho al Estado a intervenir en la educación de sus hijos, porque no respeta sus deseos como padres, pero por otro, niegan a un paciente terminal que su deseo de muerte asistida sea respetado. No asumen que quien quiera morir sufriendo en su cama, no está obligado a exigir la eutanasia es una demanda social. Hablamos de otorgar un derecho más a los ciudadanos, no de imponerles una obligación. Igual ocurrió con el divorcio, el aborto, o con el matrimonio homosexual, y hoy en sus filas son practicas habituales. La religiosidad y la moralidad que tratan de exhibir en este asunto, deberían habérsela aplicado para evitar el saqueo de lo publico al que su partido nos ha sometido durante décadas. Y los pastores de la iglesia católica, podrían aplicarse algo parecido con su tolerancia a la pederastia.
Nadie puede ser obligado a la eutanasia, pero a nadie se le debe impedir su derecho a acceder a su utilización con todas las garantías. No vengan a hablarnos de unos nuevos servicios paliativos de calidad, porque los que hoy tenemos ya la tienen, si quieren propongan dotarlos mejor y mejoraran en sus prestaciones. Aunque sospecho que cuando este señor y sus acólitos, hablan de “calidad”, imaginan algo “privado” en residencias privadas ¿O me equivoco?
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