Ya tenemos
sentencia en el caso de los EREs en Andalucía. Resolución que no por esperada,
deja de ser sorprendente por su contenido. Condenados once ex altos cargos, seis
exconsejeros y dos expresidentes el gobierno andaluz. Los delitos, prevaricación
y malversación. Según la sentencia, se creo un sistema que eludía los controles
de una partida presupuestaria, que en nueve años permitió mover 677 millones de
euros. Sentencia no firme que irá al Supremo, pero eso da igual porque sus
efectos políticos ya hoy se están produciendo. Muchos califican la sentencia, como
la condena a una forma de entender la política y de aplicarla. Me atrevería a
afirmar algo más, que de ser todo lo juzgado cierto, incluso emanaría un tufo a
que lo rancio del franquismo pervivió después de la muerte del dictador en
algunas zonas del país, y sobre todo en la forma de entender las instituciones democráticas.
Sin querer hacer comparaciones, a diferencia de lo ocurrido en la sentencia de
la GÜrtel, aquí se inhabilita a los responsables, y allí no.
La sentencia se
puede analizar desde todos los ángulos imaginables. Desde lo partidista de uno
u otro lado, desde lo jurídico o lo ciudadano. Desde todos ellos, surge la duda
sobre cuantos, solo con apartarse de la línea de tiro, se han lavado las manos de
su responsabilidad en este asunto. Los datos señalan a más de seis mil
perceptores de las calificadas por la sentencia como ayudas ilegales, personajes
que como poco, deberían ser juzgados como cómplices necesarios, y ser quienes deberían
devolver el dinero ilegalmente concedido e ilegalmente percibido. Que todos
esos se vayan de rositas, convierte a los condenados en los “pagafantas” de
aquellos, puesto que estos en nada se beneficiaron personalmente, mientras si
lo fueron aquellos, tanto los empresarios en apuros, como los trabajadores perceptores
de esas ayudas. Lo importante sería saber a que manos fue a parar ese dinero,
pero como en el recate bancario del PP, nunca lo sabremos, aunque se sepa.
El sistema de la administración publica es
conocido. El responsable de una administración, propone el anteproyecto de
presupuesto, luego ese anteproyecto se aprueba por un Consejo de Gobierno en plenario.
A continuación, pasa al Parlamento para su debate, y si allí no es enmendado en
su totalidad, se le incorporan las enmiendas presentadas por los grupos políticos
de ese Parlamento que sean aceptadas.
Finalmente es aprobado y se convierte en Ley. Al acta de aprobación se añaden
todos los informes de los letrados. Si un procedimiento sigue esos tramites, lo
lógico es que sea legal. La duda que crea la sentencia es, que si ese
sistema de ayudas ha sido aprobado por todo el Parlamento andaluz (que es la
voluntad popular transformada en ley), y no ha sido declarado ilegal por ningún
tribunal, ni anulado por el Tribunal Constitucional, entonces quienes lo han aplicado
solo estarían cumpliendo con su obligación, puesto que estarían ejecutando una
Ley aprobada. Si su contenido era ilegal, deberían ser procesados todos los parlamentarios
que lo votasen a favor, y no solo quienes eran responsables del anteproyecto (recordemos
lo que ha sucedido en el Parlament de Catalunya). Por lo tanto, puede deducirse
que habrá responsables políticos, pero difícilmente responsables jurídicos. Y a
eso añadamos que tampoco parece claro el papel desempeñado por el Interventor y
el Tesorero, que son quienes al final liberan los pagos. El Supremo tendrá que clarificar ese aspecto que
puede cuestionar la sentencia en su totalidad, pero
pocos pueden dudar, aunque algunos conscientemente lo hagan, que esta sentencia
huele más a sentencia política a que a jurídica, porque no parece separar la
responsabilidad política de la penal.
Lo anterior no niega que pudiese existir un
sistema clientelar, conocido y tolerado, e incluso en ocasiones impulsado desde
algún cargo publico, pero si puede cuestionar si existe una proporcionalidad
entre la responsabilidad ejercida y las penas impuestas.
Los partidos en su conjunto nos
toman a los ciudadanos por los tontos útiles. Sin entrar en otras aristas de
esta sentencia, lo cierto es que se puede hablar de que ha existido una
arbitrariedad por mala administración de lo publico. Hoy desde el PP hablan de recuperar el dinero,
pero no citan los nombres de las empresas perceptoras, que tiene toda la razón,
pero que afirmarlo lleva a pensar que es solo palabrería. Quien ha aplicado el
clientelismo, difícilmente puede exigir responsabilidad al otro de su
clientelismo. Se olvidan que el PP andaluz no recurrió al TC cuando la normativa
hoy sentenciada, cuando fue aprobada, y con el agravante de que quien gobernaba
en España era el PP y tampoco la recurrió
Tampoco en Ferraz pueden pretender irse de rositas, porque si a
tomadura de pelo suena la petición de dimisión que hace el
PP y Cs a Sánchez, cuando Sánchez no era dirigente
del PSOE, o las afirmaciones del PP que implica que ellos dan por hecho que todos
los EREs fueron irregulares, lo que no es cierto, lo de Ábalos, afirmando que este asunto no afecta al gobierno, tampoco
parece de recibo. Afirmar eso es querer tirar balones fuera, en lugar de hacerle
frente al problema. Señalar que es algo de antiguos responsables de la Junta,
olvidando que dos de ellos han sido presidentes de su partido, es también tomar
el pelo al respetable. Tendrían que callar PP
y PSOE, y ambos pedir perdón al conjunto de los ciudadanos, los unos por la Gurtel
y los otros por los EREs.
Pero eso petición de perdón, no convertirían las conclusiones del
tribunal en incuestionables, porque chirrían por muchos lados. Si la sentencia
es errónea, es daño será irreparable para muchos, sobre todo, porque pasaran
meses y puede que años, hasta que el Tribunal Supremo se pronuncie, y en ese
tiempo habrá gente con su nombre y su honor manchados, que sufrirá verdaderos
linchamientos de los indas, marhuendas o claveres de turno. Solo recordemos lo ocurrido
a Demetrio Madrid en Castilla León, trampolín para la llegada de Aznar.
Seguramente, con los palos que hoy dan a Sánchez, muchos ya se sentirán
satisfechos, o al menos eso parece por la virulencia de sus declaraciones. Pero
puede que estén abriéndole una autopista de cuatro carriles a la ultraderecha
hacia la Moncloa. Claro que esos son periodistas “corcho” que flotan en
cualquier liquido.
Y nada de lo anteriormente expuesto, significa que opino lo contrario
de que “quien la haga, la pague”.
Eres un maestro del análisis de cualquier situación que abordas. Pero aquí lo has bordado. Gracias por compartir tu sabiduría y tu brillante inteligencia.
ResponderEliminarComo siempre, sublime!!
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