martes, 11 de diciembre de 2018

IGLESIA Y ULTRA DERECHA, DOS PARTES DE UN TODO

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No toleraron el progresismo de la república española, y dieron el golpe franquista en 1936; no asumieron la UCD y menos el PSOE del 82 y nos aparecieron con Aznar en 1996; y ahora tras los gobiernos de Zapatero y lo que consideran la época blandi blu de Rajoy, vuelven a aparecer de nuevo. No nos equivoquemos, porque siempre estuvieron ahí, nunca se fueron. La transición ha tenido muchas virtudes pero también un gran defecto: no haber roto con las estructuras del franquismo que han permanecido entre nosotros estos cuarenta años. La ultra derecha española se ha limitado a vivir aletargada primero en AP y luego en el PP, Hoy saca pecho en PP, Ciudadanos y Vox.

Podemos decir que esta aparición de la ultra derecha en España es solo parte del mismo fenómeno del resto de Europa. No es tan igual, porque aquí tiene matices. La ultra derecha europea es, en general, republicana y laica, mientras que aquí está vinculada a la iglesia católica y está cómoda con la monarquía. En cualquier país europeo, la corrupción, en la ha flotado la derecha, le hubiese pasado factura. Aquí no, porque los españoles tenemos asumido que a la derecha la corrupción le es implícita, y por lo tanto ya tenemos descontado en su haber. Si lo pensamos, hemos de admitir que en ese aspecto, muy poco se ha hecho para democratizar España durante estos 40 años, tan poco que hasta una parte de la izquierda se ha visto salpicada por la corrupción, haciendo que parezcan todos los partidos políticos iguales, aun no siendo cierto.

No han tenido dificultades para permanecer como la “reserva espiritual de Occidente”, ni la derecha y la ultra derecha españolas, que han vivido cómodas a la sombra de Opus Dei, Legionarios de Cristo y otras sectas católicos, y sobre todo al amparo de la Conferencia episcopal española, Han encontrado en la iglesia católica a unos obispos dispuestos a declararse públicamente neofascistas sin ruborizarse (ayer lo hacia el de Córdoba, antes Reig Pla, o el sucesor de Rouco). Pero en contrapartida, la iglesia española tiene en la ultra derecha un brazo de apoyo, desde el que obstaculizar cualquier reforma que pretenda hacerse en la iglesia, aunque venga impulsada desde Roma. Hoy vemos que son muchos los obispos españoles que se sienten orgullosos de ser militantes en el ultra conservadurismo.

Frente a esta realidad, una sociedad española mojigata e incapaz de impedir las inmatriculaciones que han nutrido las arcas eclesiásticas, e incapaz de recortar los fondos públicos a una enseñanza concertada que está siendo utilizada para adoctrinar en muchos casos, pero que de pronto, de la noche a la mañana, se muestra asustada por la aparición de Vox en el parlamento andaluz, cuando la ultra derecha siempre ha estado ahí.

Mucha gente desconocedora del fascismo, aparece excitada en bares y conversaciones de café, convencidos de que es esto lo que España necesita, sin ver más allá. De la noche a la mañana, porque no son fascistas ideológicos, sino gentes que han reaccionado en contra de un sistema que les ha ninguneado, se manifiestan convencidos de que una nueva “gloriosa cruzada nacional” será la solución a sus problemas de empleo precario, y condiciones de pobreza. Pocos llegan a entender que son precisamente quienes ahora se envuelven en la bandera de ese cambio necesario, los máximos responsables de su pobreza y de su explotación laboral.

Lo único que parece positivo de esta situación es que ya no tendremos dudas del papel que la iglesia ha jugado para este retorno del franquismo. Ya se han quitado la careta y podemos ver a representantes de la Iglesia, confraternizar con los principios y objetivos de Vox y mostrarle públicamente su apoyo. Un gobierno que se dice de izquierdas, debería reaccionar, con los instrumentos que la democracia le otorga, e impedir esta injerencia eclesiástica en el funcionamiento de un Estado, que la Constitución ayer tan vitoreada, lo declara laico.

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