No es que haya aprendido muchas cosas en la política, pero si me han quedado percepciones que creo que con el tiempo se han convertido en aprendizajes. Hace unos días, leía un post en el blog de Fernando Tellado, profesor y experto en wordpress, y coincidía con él en varias cosas: que cuando estas en política no puedes separar lo público de tu vida privada; que te olvidas de aquello que te llevó a meterte en política, (abstraído por la gestión y los problemas) cuando creías que venías a provocar cambios sociales y devolver ala política la dignidad; que cuando has sido elegido, cada ciudadano es tu jefe; que de nada sirven los posicionamientos frentistas irracionales u oportunistas; o que la transparencia al político le provoca vértigo y le da miedo.
A estas yo le añadiría algunas más: que la mejor manera de equivocarse es cantar victoria antes de tiempo; que hay quien conoce de antemano sus errores y sus equivocaciones; que algunos no dimiten ni echándoles Zotal; que para el ejercicio del cargo público se precisa de madurez, virtud que debe cultivarse todos los días y lamentablemente a muchos se les olvida regar a diario y se les acaba por secar. Cuando estas reglas, básicas, no se tienen en cuenta, ni se respetan, y consecuentemente no se cumplen, empiezan a adoptar conductas y a tomar decisiones que se convierten en un problema y la calidad de la política decae, y esta involuciona.
Parece casi una evidencia hoy, que el poder nubla el entendimiento, y que quienes lo detentan, llegan a creerse infalibles. Por eso los ciudadanos perciben que su primer problema son los políticos en sí, y no su falta de capacidad para ejercitarse en el arte de gobernar. A muchos dirigentes les supone tener que ascender cada día a una montaña, el ejercer una actividad para la que no han estudiado ni se han preparado. De todo lo anterior surgen preguntas ¿Es actualmente el ejercicio de la política un proceso de involución? ¿Estar en el escenario público, llega a impedirnos asumir que existe el error y la equivocación?
Esta reflexión la hago en relación a que nuestro gobierno, parece haberse acostumbrado a que las cosas se resuelvan solas, a que las instituciones por sí mismas generen sus propios mecanismos de corrección, cuando la realidad demuestra que no es así, que lo que no se sanea se pudre, que la manzana podrida acaba con todas las manzanas del cesto. Gobernar es adoptar decisiones, aun cometiendo errores.
Lo que no es de recibo, es que un país no avance porque en su Parlamento exista un mecanismo que permite bloquear la tramitación de las propuestas de la oposición. Esto es adulterar la representación de los ciudadanos y una forma de convertir la democracia en otra cosa.
Lo que no es de recibo, es que un país no avance porque en su Parlamento exista un mecanismo que permite bloquear la tramitación de las propuestas de la oposición. Esto es adulterar la representación de los ciudadanos y una forma de convertir la democracia en otra cosa.
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