Seis años han transcurrido ya de aplicación de la reforma laboral
del PP. Cierto que la tasa de paro ha bajado casi diez puntos respecto a
2012. Pero ciertas también más cosas: ha significado más precariedad
(salario mínimo para el 32% de los trabajadores); más temporalidad (un
26% de los contratos); mucho fraude (en horas trabajadas que no
cotizan); y abusos de los empresarios (por aquello de “si quieres lo
tomas y si no lo dejas” que hay cola para coger tu trabajo).
Y tampoco se limitan solo a eso. Ya no tenemos clase media española.
Nuestro antes envidiado estado del bienestar, vive sus horas más bajas
pese a que se recupera la macro economía. La mayoría de trabajadores ya
se resignan a mal vivir, con tal de vivir. A otros pocos ya les basta
con sobrevivir. Los jóvenes mejor cualificados se siguen marchando fuera
si quieren encontrar un empleo digno.
Y se puede seguir: existe
un crecimiento negativo de la población por mayores fallecimientos que
nacimientos. y mal vivir; la corrupción continúa, aunque ahora la
consigna es afirmar que es de tiempo pasado, que hoy todo funciona, que
nadie nos roba ya, (aunque solo puede creérselo el que se haya golpeado
en la cabeza al caer); el futuro es más oscuro que trabajando en el
carbón.
¿Cuál es el verdadero milagro de Fátima? Que a pesar de
eso, seguimos callados. Con el freno de nuestras aspiraciones echado.
Que nadie se plantea salir a la calle para gritar ¡Ya basta!. Que no nos
preguntemos ¿Qué pensaran de nosotros nuestros hijos el día que
comprendan la penosa herencia social que les hemos legado? ¿Y nuestros
nietos?
Nos os parece un verdadero milagro conseguir eso con la
orgullosa raza hispana. El próximo milagro le corresponde a Dolors
Monserrat dispuesta a conseguir que si el gobierno lo prohíbe por ley,
los españoles no sentiremos dolor. !Animo! Un poco más, y pronto nos
podrán intervenir quirúrgicamente sin anestesia.
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