Todos
los que se han dado de baja, se muestran convencidos y se ratifican en
su decisión. No piensan que se hayan equivocado al marcharse, sino que
tal vez lo hicieron al creer que con el retorno de Sánchez, el PSOE
viajaría hacia la izquierda de la que no debió apartarse, y lo haría con
la rapidez que se necesitaba. Tras el paso de los meses, muestran su
temor a que las resoluciones del 39 congreso corran la misma suerte que
las de congresosanteriores, y queden sólo en buenas intenciones
plasmadas en un papel. Se sienten decepcionados por la lenta evolución
de los cambios en al ámbito federal, decepcionados con lo acontecido en
algunos congresos regionales en los que esperaban cambios que no
llegaron, y por cómo evolucionan ahora las primarias provinciales, en
las que tampoco aprecian movimientos significativos, salvo excepciones.
Su marcha, debe
interpretarse como la reacción a no ver producirse un giro a la
izquierda y cambios reales en el modelo de partido. Posiblemente ese
inmovilismo lo atribuyen a lo de siempre: que lo urgente termina
aplazando lo importante, y postergando lo fundamental y lo trascendente.
La mayoría no considera necesario haber esperado a celebrar primarias
provinciales para iniciar esos procesos de cambio, y piensan que se ha
desperdiciado un tiempo precioso desde que tuvo lugar el Congreso
federal hasta ahora. No les valen como excusas, problemas como el
catalán o las dificultades y trabas que desde dentro algunos han puesto y
ponen al secretario general. Estiman que cuando algo es urgente, no
puede aplazarse, y menos si esa voluntad y el proyecto de cambio se han
refrendado por todos.
Denuncian relajación en los responsables de
formalizar ese cambio, y que también tienen la sensación de que para
una parte de la militancia (la que más ha demandado esos cambios) lo
creen alcanzado ya con la reposición de Sánchez. Lamentan que una parte
de ella haya estado más preocupada (quizás inconscientemente) en que se
la identifique como “sanchista” o “susanista”, en lugar de priorizar que
debería ser al conjunto del partido a quien se le debe volver a
identificar con la izquierda y con el socialismo. Les reprochan a estos,
que hayan creído más necesario hacer visible su posicionamiento
interno, que hayan actuado como forofos de los candidatos y que solo
unos pocos hayan dedicado tiempo al análisis de lo que significa el
proceso que vive la formación. No consideran aceptable que se ponga por
delante del culto a las ideas el culto a las personas, y que si esa
situación no cambia pronto, en el PSOE no quedará espacio ni tiempo para
elaborar propuestas desde la izquierda.
Quienes han optado por
su baja de militancia, refieren muchas llamadas personales, muchos
mensajes por privado, y muchos comentarios en las redes sociales. La
inmensa mayoría, por cualquiera de esas vías, los creen hechos desde la
comprensión a la decisión y el afecto a la persona que la toma. Algunos
de estos mensajes son de militantes que no comparten la decisión, porque
entienden que solo desde dentro se puede cambiar un partido. Y todos
ellos califican como muy dolorosa en lo personal la decisión adoptada,
porque muchos cuentan con varias décadas de militancia a sus espaldas.
Todos
se muestran molestos con algunos comentarios, de gente que sin
conocerles personalmente, ni rebatir las razones expuestas que les
llevaron a tomar esa decisión, se permite la ofensa y hasta el insulto:
“¡Vete ya susanista! ¡Buen viaje lleves! ¡Te vas cabreado porque no te
han dado un cargo! ¡La gente como tú, sois un lastre para el PSOE! ¡No
quiero que estés conmigo, que si soy socialista de los de
verdad!!Traidor, yo voy a muerte con Pedro Sánchez!
etc. Uno de ellos escribe ante esos comentarios, “nunca pensé que
alguien entendiese así el socialismo”; otro comenta “que pena de este
viejo partido, si estos son los socialistas de verdad de ahora”; y otro
afirma que “Algunos confunden el partido con una agencia de colocación, y
se creen obligados a hacer méritos”.
Pero en conjunto, en esta
revisión, nos encontramos dos tipos de posicionamientos: quienes callan y
los que opinan. El silencio de algunos puede verse como signo de
timidez o prudencia, pero la mayoría creen que se debe a la herencia de
un tiempo, en el que resultaba mejor estar callado hasta que su
referente le marcaba la línea de opinión a seguir. Quienes han salido
del partido ven en esa actitud de silencio, un continuismo en las
formas, y un reflejo de que se sigue sin creer en la importancia del
debate interno.
Los que se pronuncian abiertamente, podrían agruparse así:
Enojados
con la decisión de dejar la militancia. Manifiestan su enfadado con
quienes han decidido salir. Uno de los que han solicitado la baja, le
responde “Ves normal, callas, y hasta muestras admiración, con quienes
absteniéndose han propiciado un gobierno de Rajoy, pero te molesta que
yo me exprese”. Otro reprocha estos comentarios y no entiende que “con
estos no se enfaden, y que esa actitud condescendiente con la derecha no
os enoje”. “Olvidan que no es lo mismo dejar de estar, que dejar de
ser” y otro socialista que se dio de baja se pregunta si quienes así
opinan, se habrán planteado alguna vez, por qué les acusan de no ser
socialistas por decidir pedir la baja, y no les molestan los que están
en el partido y no lo son.
Un segundo subgrupo de los que opinan,
creen que es mejor que hayan pedido su baja. No creen que lo digan por
un problema personal, sino más como una forma de agradar a quien haya
podido molestarse por la decisión o por las motivaciones esgrimidas para
marcharse. “Son los aduladores, que transcurrido un tiempo, si no han
alcanzado su meta, se tornan los peores enemigos”. “Bien haría el
partido en cuidarse muy mucho de esta especie, abundante en exceso
siempre, y más en momentos precongresuales” afirman en otro comentario.
En
tercer lugar tenemos a los que califican la decisión de “inoportuna”.
Uno de los que ha solicitado la baja propone un cuestionario: ¿cuándo
una posición disidente, se consideró oportuna en este partido?; ¿la
hubieran calificado de oportuna, de haberla adoptado antes de las
primarias? ¿Hubiera sido mejor darse de baja antes de apoyar
públicamente a Pedro Sánchez?; ¿afirmarían que la decisión de baja se
debería a no tener un sillón en una ejecutiva, si la baja es post
congresual? Creen que con esa calificación de “inoportuna” realmente lo
que expresan es que no les parece oportuna para sus intereses, pero que
se olvidan que “no tienen por qué coincidir ni con los míos, ni con los
del partido en su conjunto”.
Otros opinan que salir del partido
debe hacerse “en silencio”. Uno ya fuera, les pregunta a quienes opinan
así ¿Qué habrían dicho de irme sin dar explicaciones? ¿Qué era un
desertor? ¿Qué me iba por la puerta de atrás? Después de muchos años de
militancia “un socialista no se va sin dar la cara y decir los motivos
por los que se marcha”. Creen que quienes piden hacer la salida por la
puerta de atrás, se sienten molestos por la repercusión mediática que
han tenido sus decisiones. “¿Y qué, si lo hubiese publicitado? ¿Es qué
hay socialistas defensores de la ley del silencio?” les cuestiona otro.
Y
por último, otro grupo los ven ya como “enemigos”. Les acusan de
“suministrar gasolina a Podemos por su decisión de baja”. Otro les
responde con estas preguntas “¿quién da más argumentos al rival
político, el que se marcha porque exige un giro a la izquierda y cambiar
las formas? o ¿quiénes permanecen esperando un milagro, aunque ese giro
y ese cambio sigan sin producirse? ¿Cuántos votantes socialistas se han
alejado por no cambiar y porque en el partido permanecen algunos
socialista solo de boquilla?”
En cualquier caso, muchos de los que han abandonado la militancia,
coinciden en algunas opiniones: “lo sencillo es juzgar, porque les
resulta mucho más complicado analizar las causas de por qué algunos
militantes y votantes nos vamos”. “Bien harían en reflexionar si en
lugar de bajas por coincidencia, no se encuentran ante un síntoma” ”No
hay sensación de un verdadero cambio, y aunque sé que no es fácil
cambiar mecanismos de años que impiden avanzar” “Me gustaría que veamos
cambios, no solo de caras, sino en la forma de entender el partido y en
que se entiende como concepto de la participación”.
Todos los que
han cursado la baja, manifiestan que esperan ser ellos los equivocados y
que las cosas lleguen a cambiar, pero que no creen que eso resulte
fácil, porque hay una escuela de años, que ha enseñado en el partido que
unidad significa uniformidad; que se debe someter al rival vencido; que
no merece respeto el discrepante; que esa escuela ha acabado por
imprimir carácter en muchos dirigentes y en algunos militantes. Uno
comenta “Basta mirar como Pedro Sánchez dimitió mostrando dignidad,
mientras que los que le obligaron a hacerlo, se consideran dignos
porque tienen un carnet”. “Por mucho carnet que posean, eso no les
convierte en más y mejores socialistas que Pérez Tapias o que yo mismo,
pero se creen que por poseerlo, ya pueden despotricar contra quienes nos
marchamos, y ellos son los dignos”.
Expuestas todas esas
opiniones, expongo la mía: no puedo por menos que ratificarme en que
adopté una decisión dolorosa, oportuna, responsable, respetuosa,
coherente y honesta con lo que pienso. Y no parece probable que volvamos
con una sonrisa diciendo “hacerme hueco compañeros, me he equivocado”,
como alguno opina. Parece difícil hacerlo a este PSOE, en un PSOE
diferente, el tiempo lo dirá, y quienes se permiten otorgar la
calificación de quien es y quien no es un “socialista de verdad”, no
contribuyen en nada a que esa posibilidad de vuelta se vislumbre.
Eduardo Galeano
escribió que «Quien no está preso de la necesidad, está preso del
miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen,
y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen».
Prometo que personalmente duermo, puede porque tengo poco que ganar y
poco que perder, y por eso mi deseo también es, que lleven razón quienes
se quedan, convencidos de que el cambio llegará.
Después de años
militando, y aunque haya quien ya te califique como “enemigo” por haber
hecho efectiva la baja de militancia, puedo decir que no se deja de
querer a este partido de la noche a la mañana. Puede que como poco, se
le quiera tanto como muchos que siguen dentro. La diferencia es que a
algunos no les importa acabar con el partido mientras puedan seguir
viviendo de sus cenizas, y a otros si nos importa.
Chapó Antonio.Es penoso que la gran mayoría de dirigentes del partido no sean capaces de parar y reflexionar sobre qué narices están haciendo para que vayamos de mal en peor. Es que viven en una burbuja??? No salen a la calle??? No hablan con la gente??? Qué esto se va a la mierda señores!!! Cómo sigamos el mismo camino de aquí a muy poco ya lo mismo va a dar Susanitas que Sanchistas, habremos perdido la poca credibilidad que nos queda.Me fastidia decir esto en voz alta pero es lo que pienso,y aún así aún me queda un atisbo de esperanza y me encantaría poder decir el día de mañana que me equivoqué de lleno y perdí la lucha. Saludos Antonio
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