A la atención de Daniel Sancha Cañadas, Secretario
General de la Agrupación Socialista de San Pedro (Albacete).
Estimado compañero Secretario General:
Me afilie al PSOE en 1983 por decisión personal, por
coincidir con su ideario, por altruismo y por romanticismo. Pronto
cumpliría treinta y cinco años de militancia, en los que he podido
representar a mí partido en muchas instancias, pero de lo que me siento más
orgulloso es de haber ejercido como concejal y como alcalde en mí pueblo
durante veinticuatro años. Por eso es fácil entender que la decisión que hoy
estoy adoptando sea una de las más dolorosas de toda mi vida. Te dirijo esta carta
para comunicarte mi decisión de causar baja de militancia en el PSOE con
efectos desde su fecha.
Ya en otras ocasiones baraje la decisión de dejar la
militancia: cuando la modificación del artículo 135 de la Constitución; cuando
la bochornosa actuación del 1 de octubre que supuso la salida del Secretario
General Federal; o cuando alguna decisión de las Ejecutivas regional y
provincial que me parecieron impropias del socialismo. Sin embargo no lo
hice, esperanzado en que pese a todo, la posibilidad de una regeneración interna
y de cambio real seguía ahí. El reciente despertar de la militancia para
reponer a Pedro Sánchez, me devolvió la esperanza en que llegaría
definitivamente más democracia interna, que se reencontraba el rumbo. Pero el
reciente congreso regional, y la falta de apoyo federal a los defensores de
esos profundos cambios necesarios, hicieron que mi esperanza se marchitase de
nuevo.
Ahora, repuesto el secretario general federal (aunque
quienes hoy se felicitan por su regreso antes nos pusieron palos en la rueda a
quienes recogíamos firmas contra su cese), y una vez celebradas las primarias
provinciales, nadie ahora me podrá echar en cara que abandono el cuándo está
zozobrando, porque las redes están llenas de la euforia de compañeros y
compañeras que afirman que el cambio ya está aquí, y se dicen convencidos
de que bajo esta nueva dirección provincial, la nave socialista ya está a flote
y garantizado que navegará contra viento y marea. Personalmente no lo creo, y
por eso me marcho. No lo hago como boicot para que este proyecto no triunfe, y
si alguien cree eso es que no me conoce.
He apoyado para que las resoluciones del 39 Congreso
se hagan realidad, lo que otros no hicieron en el Congreso regional. He
avalado la candidatura que podía impulsar ese cambio, y siempre he intentado
sumar, a pesar de que no compartí en su momento como se decidió esa
candidatura a las primarias, que me pareció errónea la planificación de la
campaña de las primarias, que pienso que no se ha trabajado adecuadamente con
algunas agrupaciones, que aunque todo parezca un cuento de hadas, hay quienes
actúan con mentalidad de dueños del cortijo, con soberbia, y abusando de la
confianza de mucha gente de bien que está en este partido por convicción y
principios. Pero hasta hoy he seguido callado.
La sistemática seguida para la elaboración de la ponencia
marco al congreso provincial, ha terminado por colmar el vaso, por no entrar en
la oportunidad de algunas prioridades marcadas para el futuro inmediato, que no
comparto. A esto se suma mi percepción, de que para la nueva dirección, la
renovación es algo relacionado en exclusiva con la edad y no con las actitudes,
y que no tiene intención de aprovechar el valor de lo intergeneracional,
pieza fundamental en este partido. Creo que comete un error, pero está
legitimada para adoptar cualquier decisión aunque se equivoque. A pocos días
del congreso provincial, tengo la sensación de que un aparato está sustituyendo
a otro aparato, gentes que antes se apuntó a un caballo ganador y que hoy se
han apuntado al nuevo ganador, con un solo interés: quitar a quien antes los
quitó a ellos. No quiero ni puedo, permanecer indiferente ante como se sigue
actuando.
No puedo seguir callado, porque nunca lo hice. Muchos
me dicen que mejor me habría ido guardando silencio, pero preferí ser yo, y no
callar. Quienes me conocen saben cómo soy, que dejo atrás horas, días y
años de duro trabajo. De tiempo en reuniones, proyectos, reparto de papeletas,
visitas casa por casa, presencia en mesas electorales, etc. Siempre lo
hice con toda la ilusión, y lamento si hoy decepciono a alguien- No soy
incombustible, y con este panorama, no me siento capaz de continuar comulgando
con ruedas de molino. Hay demasiado cansancio acumulado para seguir nadando
contra corriente, y por eso he decidido recuperar mucho de ese tiempo restado a
mi familia. Me marcho convencido, de que aún sin haberlo logrado, mereció la
pena la continua pelea en congresos, comités y asambleas, para intentar que el
debate y la regeneración cambiaran este partido. Creo que la nueva dirección
peca de exceso de confianza, de auto sobrevalorase, y para mí eso es un signo
evidente de que se corre el riesgo de que, tras el congreso, podemos tener más
de lo que hemos tenido hasta ahora.
Las cosas en política no ocurren por casualidad ni por
sorpresa. Decía G. Orwell que “en tiempos de engaño universal, la verdad se
convierte en un acto revolucionario”, quizás por eso a muchos siempre les
resultó molesta mi revolución, la de decir siempre lo que pensaba, aunque no gustase
a quien la oía. He aprendido, que hay que ser constante buscando la utopía,
pero también que eso se acaba convirtiendo en una actividad de riesgo para la
higiene mental individual y hasta pone en riesgo algunas relaciones personales.
Como muchos socialistas, me siento orgulloso de haber combatido el caciquismo
de la derecha en el medio rural, y de mantener un compromiso ético y solidario,
sin importarme el precio político, incluso personal y familiar, que ello
implicaba soportar.
El PSOE se ha permitido un lujo imperdonable: dejar marchar
a muchos militantes anónimos, arrojando por la borda su esfuerzo y trabajo,
simplemente porque no compartían la visión de las sucesivas direcciones. Esa
sangría no se acaba solo con cambios de personas en las ejecutivas, y muchos se
fueron cansados de simulacros de cambio y de ver como se hacía el discurso de
que todo cambia, para que todo siguiera igual. Para nuestra desgracia, esos
años pasados han creado escuela, y por eso las decisiones de mesa camilla aún
no han desaparecido. Los grandes enemigos del socialismo son el miedo al cambio
interno, y el silencio ante decisiones, a sabiendas de que eran negativas para
la militancia y para la ciudadanía. Hay costumbre de callar por el miedo al
coste personal que implica intentar cambiar los usos y costumbres. En resumen,
hay temor a asumir que se debe terminar por métodos democráticos con un sistema
de partido piramidal y caduco, que ha impedido la regeneración.
La peor decisión política es siempre la que no se toma, y en
muchos casos ha faltado una decisión autónoma, para no actuar de muleta de otro
partido. Ya no vale poner más paños calientes, y más nos vale admitir de una
vez, que los principales responsables de lo que le ha ocurrido al PSOE, y de lo
que sea su futuro, son las bases socialistas por acción u omisión. No se puede
continuar no eligiendo a los mejores para los cargos de responsabilidad, porque
se prefiera elegir a los más dóciles con la dirección, amigos personales, o a
quienes se manifiestan con mayor ambición. Nada puede cambiar en el PSOE si a
la autocrítica se la considera disidencia, porque cambiar implica empezar a
hacerlo en la forma de pensar. Ya no hay tiempo de espera, y se ha hecho
urgente cambiar todo, especialmente la forma de participar en la vida
política. El PSOE será parte del pasado si su dirección no es capaz de abrir
los oídos, y su militancia de abrir la boca.
El tiempo me ha demostrado que quienes ansían el poder,
están más capacitados para llegar a él, que para ejercerlo. Hoy eso es más
patente aún, porque se mantienen los mismos esquemas de gestión en el partido,
y aunque cambien las caras, se asume como normal el todo vale para llegar. No
pueden seguir en puestos de responsabilidad quienes piensen, que para
perpetuarse en el cargo se puede renunciar a la defensa de los intereses
de los votantes. Ya lo dijo Edward R. Murrow “Una nación de ovejas, engendra un
gobierno de lobos”, y hay quien una vez llega al poder, no se siente pastor del
rebaño, sino su dueño. Pensar es gratis, y no hacerlo puede salir carísimo.
Pero hoy dejo esa tarea para otros, aun a sabiendas que esta puede ser una
decisión errónea como algunos me dicen, pero me marcho con la conciencia
tranquila del que mientras estuvo, defendió aquello en lo que creía, y eso es lo
que hoy me importa.
Quizás es por eso, que este de hoy ya no se parece casi nada
al partido en el que ingrese en 1983, y en el que la opinión de las bases era
su signo de identidad. Ahora el sentido y significado de “ser militante
socialista” se ha diluido como las lágrimas en la lluvia, y creo que en este
momento, ejercer la militancia es ya otra cosa, algo a lo que la dirección da
mucha menos importancia que entonces, porque solo se consulta aquellos
asuntos, de los que de antemano se conoce la respuesta. Mi forma de entender el
socialismo no es esta, aun entendiendo que la situación que atraviesa el PSOE
no es fácil, y está agravada porque esta sociedad se ha tornado sumisa y
carente de valores altruistas, suplantados por los intereses clientelares. Pero
eso no puede ser la justificación para que un partido progresista que se dice
de izquierda, sirva de apoyo a la derecha, ni que en lugar de afrontar esa
realidad negativa con ideas, se adapte a ella e incluso la propicie con sus
políticas.
Sé que dejo dentro a muchos amigos que comprenden mi
decisión, pero que legítimamente han optado por continuar en lugar de llevar al
extremo su inconformismo como hago yo. Lo lamento si les defraudo, pero no voy
a seguir asumiendo planteamientos que no comparto. Mi partido era el que fundó
Pablo Iglesias, el federalista, el de las trabajadoras y trabajadores, el de la
libertad, igualdad y fraternidad. En ningún momento de mi vida he dejado mis
ideales socialistas, y no voy a hacerlo ahora, porque no es necesario un carnet
para sentirse socialista, para sentirse solo un trabajador, y parte del pueblo
llano. Ya prefiero no enfadarme por decisiones del partido, sino dedicarme a
perseguir otros sueños, que también existen. Pienso seguir en el espacio
ideológico en el que he creído siempre.
Tomando esta decisión, me siento triste pero liberado, sin
ataduras ni cargas que condicionen mi existencia, decidido a vivir plenamente y
opinar con la misma libertad que hasta ahora lo he hecho pero desde fuera, sin
la sensación de que opinando diferente estaba arrojando tierra a mis propios
ojos. Gracias por su apoyo y cariño, a quienes me acompañaron durante estos
años, tanto en los buenos como en los malos momentos, que de ambos hubo. Tengo
mi mano tendida a quienes confiaron en mí, a los que estuvieron al lado en todo
momento, pero sobre todo a los compañeros y compañeras de mi agrupación de San
Pedro, que saben que siguen contando conmigo. Guardo para mí, las cosas que se
deben callar, porque en la vida y en la política, siempre las hay.
Y me despido con el deseo de salud para todas y todos, y
que nos llegue la república mejor pronto que tarde. Saludos socialistas.
San Pedro, 3 de enero de
2018
Antonio González Cabrera
Se pierde un gran socialista dentro del partido. Me entristece.
ResponderEliminarDecepcionado nunca Antonio, aunque sí triste por conocer que un referente como tú has tenido w tomar por coherencia contigo mismo está decisión. Por supuesto que, personas con tus principios y valores aún sin carnet en el bolsillo, NUNCA DEJARÉIS DE SER SOCIALISTAS, al contrario algunos que siempre presumirán de carnet nunca te llegarán a la suela del zapato. Con todo mi respeto y admiración, saludos socialistas de tu compañero Juanjo
ResponderEliminarHe seguido tu trayectoria desde muy pequeño y para mí has sido un referente inigualable tanto en tu trabajo como en la política. Siempre te he equiparado a tu paisano Julio Anguita, ambos luchadores por convicción, más que políticos... Humanos y me da mucha pena que el sin sentido de los partidos políticos de hoy en día, acaben frustrando y aniquilando a personas tan válidas como tú. Se ha perdido el rumbo y por desgracia esto no se soluciona a corto plazo.
ResponderEliminarPor mi parte y en nombre de mi padre, no hay palabras para agradecerte tantos años de dedicación a esa tierra tuya y mía y el mimo incondicional que has tenido y tienes con su gente. Un saludo Antonio!!!