En el Congreso Federal del PSOE se marcaron tres grandes
líneas de trabajo para una nueva andadura: su reubicación en la izquierda
política, otorgar el poder de decisión a la militancia en asuntos clave, y la
búsqueda de vínculos con otros partidos políticos que puedan hacer una mayoría
alternativa al gobierno del PP. Todo parece bien definido, pero ahora viene un
segundo reto para Sanchez: alcanzar el poder territorial que permita
cumplirlos.
Y es que pese a haber obtenido una victoria clara, la
verdadera dificultad que Sánchez tiene, será hacerse realmente con el poder
dentro del partido, en los territorios. Atención a lo que puede acontecer en
los diferentes congresos autonómicos, porque cuando todo parecía avanzar en la
buena dirección para el nuevo secretario general, algunos movimientos de última
hora dejan dudas, sobre si las escaramuzas finalizaron con el Congreso Federal
o aún continúan. En muchas regiones se perciben maniobras y presiones, que
claramente buscan obstaculizar cualquier atisbo de que el cambio producido en
el ámbito federal, tenga su reflejo en ellas y sus provincias. Todo lo que ha
merecido la pena en los avances de la izquierda, siempre vino precedido de un
camino incierto y no exento de riesgos, y esto no será para Sanchez un paseo en
olor de multitudes.
Lo más urgente y perentorio para el socialismo en su
conjunto, es entender los cambios sociales que se han producido y de los que
parecía no haberse percatado. Hay que dar respuesta a las demandas de los
ciudadanos, pero hacerlo mirando hacia ellos, hacia los votantes, y no hacia
sus votos. Y si son importantes los tres grandes retos marcados en el congreso,
no lo es menos el de arreglar la casa común de todos los y las socialistas, que
es la estructura territorial del partido. Se han lanzado demasiados dardos en
este último año (Comité Federal incluido) para que recomponer la unidad interna
pueda lograrse solo con buenas palabras. No es admisible la ansiada para
algunos “venganza” de Sanchez con quienes le forzaron a dimitir, pero tampoco
lo es el atrincheramiento de otros. Es el momento de actuar con prudencia,
porque solo si se consigue esa unidad interna se podrá liderar una oposición
ilusionante y constructiva y que a la vez no impida la gobernabilidad del país.
Pero esa prudencia no puede ser óbice, para que el impulso
de cambio interno también comience a notarse en las CCAA y provincias. Los
cambios en esos ámbitos no pueden seguir aplazándose sine die, permitiendo que
sigan campando por sus lares quienes ya llevan años haciéndolo. Si eso no
cambia y pronto, la credibilidad de que existe una verdadera voluntad de
regeneración inherente al proyecto de nuevo Secretario General empezará a estar
cuestionada. Ese cambio implica transparencia en todo lo que se hace, y una
manera diferente de gestionar el PSOE en todos y cada uno de los territorios y no solo en Ferraz. La realidad
es que la transparencia es la misma que existía y la gestión no ha cambiado
nada.
Si el impulso dado desde la militancia en las primarias, se
queda a medio camino, no traspasa la epidermis, y el partido continúa solo con
la retórica de auto decirse la izquierda, sin medidas concretas que así lo
acrediten, todos sabemos cómo acabará esa historia. Señalo lo anterior, porque
si se repasa la situación de hoy en muchas las CCAA, vemos como las plataformas
y grupos de apoyo a la candidatura de Sanchez, siguen encontrando muchas
resistencias y teniendo enfrente de forma explícita, a los miembros de los
aparatos históricos del partido, que siguen actuando a sus anchas, como si con
ellos no fuese la corriente de cambio que se vio reflejada en el resultado de
las primarias. Son los viejos aparatos que recuerdan a lo que en épocas pre
democráticas, conocíamos en los pueblos como “las fuerzas vivas”, y cuyo
denominador común siempre fue la resistencia a cualquier cambio, a perder su
fuerza y su viveza. Y eso en algunos territorios se agrava, cuando alguno de
sus miembros no solo se está jugando mantener su actual estatus, sino algo
mucho más preciado: las lentejas.
Sentirse socialista, también significa saber desaparecer
silenciosamente de primera línea, sin hacer ruido. Si muchos de esos
personajes, simplemente hicieran el ejercicio de examinar sus declaraciones
previas al resultado de las primarias, seguro que nadie tendría que pedirles
que se aparten a un lado, sino que ellos lo harían solitos. En la vida pública,
es importante saber cuándo es el momento de llegar a ella, pero es mucho más
importante saber cuándo toca salir, porque elegir el momento adecuado es la
demostración de que el tiempo que se
ejerció el cargo, también se aprendió. Quienes lo han sido todo en el
socialismo (Felipe, Guerra, Zapatero, Rubalcaba, Bono, etc.) empiezan a
entender, aunque a veces su boca se resista, que su tiempo ha pasado ya. Y en
cada región y provincia, son muchos los nombres a los que no debería ser
necesario decirles que ha llegado el momento de dejar paso, aunque no les
resulte fácil, sabiendo que en esos niveles de poder intermedio, las lentejas
cobran mucho más valor.
Recuperar la identidad perdida en 1979, iniciar una
regeneración imprescindible y urgente, precisa demostrarse con hechos, y
superando todos estos obstáculos. No se puede perder esta oportunidad, de
conseguir un verdadero cambio de mentalidad que permita aplicar una política en
consonancia con los deseos de una mayoría de la población. Si permitimos que
por ser vos quien sois, puedan seguir mirándose el ombligo, solo podremos decir
que el último apague la luz.
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