Ser de izquierdas implica no pensar todos lo mismo. Lo comprobamos tanto entre la militancia de dos partidos de izquierda, como dentro de un mismo partido, e incluso hasta dentro de un mismo grupo de ese partido. A diferencia de en la derecha, nuestras divergencias en ocasiones resultan insalvables en algunos temas.
Pero eso nunca puede justificar que no se llegue a acuerdos dentro de lo posible, como única manera de conseguir que las cosas cambien. Si nos perdemos en identificar y sobrevalorar los fallos del contrario, como nuestro único método para avanzar, nunca iremos a ninguna parte. Si continuamos hablando mucho, pero haciendo poco; planeando grandes acciones, pero convencidos de que el pulso nos temblará al tener ejecutarlas; o convencidos de la necesidad del cambio, pero sabiendo nuestro miedo a cambiar, al final todo se quedará en remiendos.
Esa percepción de remiendo y no cambio, empieza a palparse en un sector del socialismo, viendo como no se da el paso decisivo para que desaparezcan los viejos aparatos del partido, mientras que se sabe, que los votos cautivos que el viejo aparato posee, son precisamente el mayor impedimento para hacer viable ese cambio. Nos conformamos con remendar un traje que de sobra conocemos que está viejo.
O pensamos en el pueblo, en lugar de llenarnos la boca con la palabra "pueblo"; o hablamos con claridad, en lugar de prometer “transparencia”; o nos hacemos fuertes, en lugar de arrogarnos que somos la "fuerza"; o ejercemos nuestros derechos como militantes, en lugar de hablar de nuestros "derechos" como militantes; o nos mostramos como realmente hartos, en lugar de afirmar que nos tienen “hartos"; o ponemos en práctica el proyecto, en lugar de decir que tenemos un "proyecto"; o empezamos a hablar de nosotros, en lugar de repetir “yo, mí, me, conmigo”; o dejamos de querer hacer de asesores, a la vez que afirmamos “no quiero que alguien me diga lo que debo hacer, decir, ni cómo"; de no hacerlo nos estaremos acercando al final el camino como partido con credibilidad.
La gente en la calle solo necesita saber, si el PSOE quiere ser realmente de izquierdas y cambiar la sociedad. O les hacemos ver que estamos trabajando todo a la vez, o muy a nuestro pesar, así solo generaremos desconfianza.
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