Después
de unas semanas sin comentarios en este muro, hoy haré uno simple.
En
el PP se extrañan de que ningún otro grupo parlamentario se muestre receptivo a
sus propuestas, ni se plantee apoyarles en la investidura. Sin embargo si revisamos
cual es la actitud que el PP muestra con esos mismos grupos, a la hora de
atender sus peticiones de información en el Parlamento, es decir, el silencio, que
se muestren extrañeza a que nadie les apoye suena a otro más de sus múltiples sarcasmos.
Para
detrimento de nuestro sistema democrático, el actual gobierno en funciones está
impidiendo que el Congreso se ponga en marcha, quizá intentando con ello
presionar para impedir cualquier investidura que no sea la de Rajoy, o hasta
que haya nuevas elecciones. Y no solo en una ocasión se ha negado a responder o
comparecer el presidente o los ministros, sino que son ya varias las ocasiones
en las que el gobierno se ha negado a someterse al control, y ya se acumulan
más de quinientas preguntas sin contestación, y mientras pueden tomar
decisiones importantes sin que el Parlamento pueda controlarle.
Es
la forma de interpretar la democracia del gobierno de Rajoy, como si para ellos
valiese el principio de que quien hizo la ley, hizo la trampa. Pero eso sí, siempre
barriendo para casa y en beneficio propio, aunque con su actitud se dañe la
calidad de la democracia, o conceptos como la ética y la decencia política, o lo
que se conoce como sentido de Estado, que bajo esta forma de actuar los asemejan
al valor que tienen en una dictadura. Estamos ante un golpe contra la
democracia, que hasta ahora no ha provocado la reacción institucional y
ciudadana que merece.
Con
su negativa, Rajoy y su gobierno se garantizan poder actuar sin control de
nadie, y anteponer sus propios intereses a los colectivos, situación más propia
de una dictadura que de una democracia. Su negativa a responder, por si misma
ya es insólita, pero debe destacarse en esta situación, que la información solicitada
no está en la cartera del ministro correspondiente, sino en oficinas públicas,
atendidas por funcionarios públicos, y estos deberían facilitarla puesto que se
deben al Estado de quien cobran sus retribuciones, representado por el
Parlamento, y no deben su obediencia a un gobierno, que hoy es uno y mañana es
otro. Alguien debería aclarar esta
circunstancia, porque para el gobierno puede caber interpretación, pero no para
quienes tienen obligación de cumplir con
su obligación como funcionarios públicos.
Dice
nuestro refranero que quien calla otorga, y este gobierno, por el tipo de
preguntas a las que se niega a responder, está haciendo evidente su
culpabilidad en la inmensa mayoría de los casos objeto de las interpelaciones.
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