Nada
es generalizable, pero aun admitiendo el derecho a decidir de cualquier
ciudadano, se podría afirmar, que históricamente los nacionalismos se han
diferenciado en sus reivindicaciones, y han coincidido en plantearlas desde
posturas de superioridad ideológica, incluso cuando les ha acompañado la razón,
y este caso del nacionalismo español del PP y el catalán de CDC y la CUP, no es
una excepción. Con la voluntad de ruptura mostrada por un amplio sector de la
sociedad catalana, sin cuestionar sus razones para defender esa voluntad,
asistimos al levantamiento de un nuevo muro entre pueblos, lo queramos o no.
Lo
aprobado hoy en el Parlament, no deja de ser una declaración de intenciones,
pero hay muchos interesados en que se vea como una declaración unilateral de
independencia, lo cierto es que aún no estamos ante eso. Algunos tienen mucho interés
en que se vea así, pero su actitud solo va a conseguir que el problema adquiera
una repercusión internacional (precisamente lo que más desean los firmantes de
la declaración). Es difícil no pensar que estamos desandando un camino hacia la
libertad, igualdad y fraternidad que todos iniciamos juntos formalmente en
1978.
La
resolución de hoy, aún mayoritaria, al no estar apoyada en el resultado de un
referéndum, por muy democrática que sea, no convierte el hecho de obligar a la
mitad de los catalanes a hacer algo que no quieren hacer, en un ejercicio de democracia.
Pero eso no niega que la situación de ruptura que pretende iniciar formalmente,
ya se puso en marcha con el boicot del PP al Estatut, y la sentencia del
Constitucional al respecto, y que la situación que hoy vivimos es consecuencia
de aquellas decisiones. Muchos pensamos que sin la mayoría absoluta del PP en el Congreso, esta situación no habría
llegado donde hoy estamos.
El
PP puede achacar la voluntad de ruptura de la mayoría del Parlament, a los
contenidos independentistas de la televisión catalana, a la enseñanza en
catalán, o a la obstinación de Mas, pero tras esas justificaciones solo
esconden que por su intolerancia el PP se ha convertido en la mayor fábrica de
independentistas imaginable. En cuatro años, Rajoy no se ha dirigido a los catalanes para nada, y
ahora no tiene nada que decirles que no pase antes por los tribunales. Mas y
Rajoy siempre han sido dos caras de la misma moneda. El uno no es nadie sin la
actitud del otro. Se necesitan para mantener a sus respectivos públicos distraídos.
A
cuarenta días de unas Elecciones Generales, la polémica de la independencia de
Cataluña sólo beneficia al PP y a Ciudadanos, que se presenta como una segunda
reencarnación de los valores patrios. Por ahora, ya está consiguiendo que la corrupción,
los recortes sociales, o la pérdida de derechos laborales que hemos sufrido
todos los trabajadores (incluidos los catalanes), haya pasado a un segundo
plano, y ha permitido a los responsables envolverse en la bandera de una unidad
que no puede ser matizada, sin recibir el reproche de que quien la matiza
quiere la ruptura de España. Los problemas reales y comunes a catalanes y
españoles (desempleo, salud, cultura o calidad democrática) se difuminan detrás
del espectáculo que uno se monta al amparo de la provocación del otro.
Las
empresas propietarias de los medios de comunicación, solo se centran en la
disyuntiva de si España se rompe o no, ocultando así un montón de problemas no
resueltos en esta legislatura ni por Más ni por Rajoy. Desde ninguna de las dos
posiciones se busca favorecer al pueblo catalán o al español, sino la propia consolidación
como clase dirigente, tan rancia en España como en Cataluña. Son el poder económico y el poder político, reunidos
en las mismas manos.
A
mí que siempre me gustó El cant dels ocells de Pau Casals, que me emocionó la
obra de Gaudí, que afronte al franquismo al son de Lluis Llach, o que me
enamore con letras de Serrat, en un día como hoy en el que parece que ya nada
importan los lazos de amistad, o los familiares o los de comercio, que muchos
ciudadanos a un lado y al otro del Ebro mantenemos, creo importante intentar respondernos
a dos preguntas: ¿podemos pensar juntos como impedir que esto se convierta en
una situación irreversible? ¿Tendrá algo que decir sobre todo esto el Jefe del
Estado?
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