Aunque parezca una obviedad decirlo, una cosa son las
encuestas de intención de voto y otra lo que muestra el recuento postelectoral.
Lo cierto es que esa afirmación fotografía un proceso, democrático sí, pero
en el que inciden muchas pequeñas cosas, que dependiendo del tamaño del censo
electoral de una población, pueden resultar desde insignificantes hasta la
causa de que se incline la balanza claramente hacia un lado. Aunque las
pequeñas poblaciones son más sensibles a este tipo de prácticas, tampoco las de
gran población resultan ajenas a esas circunstancias.
Estamos acostumbrados a que al acercarse una campaña
electoral, empiecen a escucharse quejas entre todos los partidos, respecto a
las formas de actuar de los demás para conseguir el voto. Ningún partido
escapa a estas prácticas y denuncias si se revisa la hemeroteca, donde
encontramos titulares sobre manipulación electoral. Pero entre todas las
formaciones políticas, en esto también se lleva la palma el Partido Popular.
No afirmo que sea una práctica generalizada de todos sus candidatos, pero sí
que curiosamente esas denuncias están vinculadas a algunos dirigentes
concretos, que en varias citas electorales se les han atribuido
“actuaciones llamativas” para favorecer al PP.
Que esto es así, se conoce desde las primeras elecciones
democráticas, y son varias las modalidades utilizadas para arrimar el
ascua a la sardina. Quizás la más llamativa es la de los ancianos, en la
que casi siempre sigue una misma sistemática. Actúan a la hora de comer, que al
parecer debe ser el momento oportuno para el ejercicio del derecho al voto por
los mayores, discapacitados (muchos en sillas de ruedas), que trasladados unos
en furgonetas, otros en minibuses y otros en vehículos particulares, son
acercados a las urnas. Hasta ahí todo normal, lo llamativo es cuando van
guiados por chicos jóvenes con camisetas del PP, y sin ningún interés por
disimular su pertenencia a este partido. En Toledo en concreto esto fue
denunciado, pero a la hora de la verdad, los afectados se echaron atrás por
temor a que denunciaban a quienes les cuidaban.
En las denuncias, esta práctica casi siempre aparece
vinculada a residencias de ancianos a cargo de la iglesia, o subvencionadas
por esta, y ya se sabe que poderoso caballero es don dinero. Pero pese a ser
denunciados estos hechos, no han tenido ninguna consecuencia penal, puesto que
en España esto no es delito, solo es falta leve. Sancionadas o no por la ley, no
es ningún secreto que algunas instituciones geriátricas se hayan visto
reflejadas en los medios de comunicación, por el desmedido interés de
algunos de sus gestores por fomentar la participación entre los internados, sin
que estos sepan muy bien lo que está pasando, ni de su opción electoral por el
PP.
Y no solo se manipula a los ancianos de residencia,
también está la práctica de la modificación fraudulenta del censo en
municipios pequeños, sobre todo en comunidades con población rural
envejecida como la nuestra. Desde empadronamientos en casas de familiares
donde los mayores no residen, a figurar inscritos en domicilios que son solares
o naves donde no vive nadie. En los pueblos no es raro encontrar gente que
practique el “hoy me empadrono aquí, voto y me vuelvo a empadronar donde
realmente vivo”, y así ha venido ocurriendo desde siempre.
Detrás de estos crecimientos censales pre electorales,
suelen estar alcaldes que llevan acarreando votos desde las primeras elecciones
y que gracias a este método algunos aún se mantienen ejerciendo el cargo. Esto
es más propio de los pequeños núcleos donde unos pocos empadronamientos pueden
resultar decisivos, y donde además la campaña sigue siendo puerta a puerta,
y nadie puede acreditar que el halago o la amenaza, la verdad a medias o la
mentira, o el agradecimiento por haber empadronado al abuelo, no estén
presentes en estas visitas a domicilio del candidato.
También hay otra práctica frecuente en estas fechas
consistente en que los candidatos (sobre todo a los que han sido alcaldes
y durante la campaña ejercen en funciones) se convierten en verdaderas
agencias móviles de colocación por quince días. Hay que reconocerles como
se lo trabajan, son verdaderas hormiguitas acrecentando su respaldo electoral
voto a voto y sin dejar escapar la más mínima opción. Aquí los políticos
locales, sí que demuestran lo eficaces que pueden llegar a ser, lo diligentes,
lo amables y hasta afectivos. Son una verdadera maquinaria electoral en
funcionamiento, que cuando se pone en marcha ya no hay quien la pare.
Además existe otro nicho de voto local que también
merece ser mencionado, es el que representan los emigrantes, aquellos que
marcharon hace años por falta de trabajo al extranjero, y por los que muchos
políticos locales muestran estos meses un interés que no tuvieron en sus cuatro
años de mandato. Paradójicamente, su voto es el de alguien que sin
relación con la localidad durante décadas ahora tiene la capacidad de votar y
poner o quitar alcalde en su población de origen, frente al nulo valor
que tiene la opinión de quienes residen habitualmente y conocen cómo funciona
la política local, pero no pueden ejercer el voto, como es el caso de los
inmigrantes cuyo Estado de origen no mantiene convenio electoral con
España.
Puestos a revisar la Ley Electoral, no solo habría
que mejorar la representatividad final en el reparto de escaños o concejales
de la Ley D´Hont, sino también otros muchos aspectos, como impedir que
una persona que no está en posesión de todas sus facultades figure inscrita en
el censo electoral, o que el voto de los emigrantes también se ejerza en las
elecciones locales puesto que no residen habitualmente, o que se impida
el uso de empresas públicas o municipales como agencia de colocación
prelectoral.
Pese a que la denuncia de prácticas irregulares está
presente en cualquier proceso electoral, nadie parece interesado en proteger a
los ancianos y gente fácilmente manipulable, ni mucho menos en perseguir a los
políticos beneficiados, y a los profesionales que aprovechan el puesto que
ocupan para apoyar su opción política personal. Parece que nos hemos
olvidado que en nuestra joven democracia llegaron a "votar muertos",
y nadie ha dado importancia a los vacíos legales existentes, para intentar
perfeccionar el sistema.
En cada técnica hay maestros, y aunque todo se haga como su
dios manda, no se debería subestimar esta trasnochada maquinaria electoral,
porque hay lugares donde aún les funciona. En cualquier país de nuestro
entorno, esta podría ser motivo de un escándalo de portada, pero no en el
nuestro, donde lo calificamos de anécdota. Mejoremos la Ley Electoral de una
vez, porque aparte de tener que escuchar el “no nos representan”, a la
clase política debería preocuparle que estas prácticas corruptas, conviertan el
voto en un pago por los favores recibidos, porque ya sabemos que siempre
habrá quien por tocar poder sea capaz de cualquier práctica.
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